* José Agustín Ortiz Pinchetti *
UNAM: primer recuento
Aunque el conflicto no ha terminado, parece abrirse para la universidad una etapa nueva: el objetivo de su comunidad es lograr una reforma profunda y democrática, no sólo interna, sino de la educación superior del país. Resulta posible y necesario, ya, aislar ciertos hechos positivos, negativos y otros portadores de futuro de amenazas y de esperanzas.
1. El mayor es una nueva conciencia de la necesidad de un cambio profundo en la UNAM y en la educación superior. Es evidente que el proyecto de una universidad de masas con niveles decrecientes de recursos, y por lo tanto de calidad académica, tiene que ser revisado y restructurado. Las propues-tas de Luis Villoro y de otros profesores e investigadores apuntan en ese sentido. La demanda va más allá de la reconciliación y la renovación. No sólo exige la li-beración inmediata de todos los presos universitarios, sino busca como objetivo principal un congreso para constituir una gran universidad pública gratuita de alto nivel académico. Organizar un congreso representativo, democrático y eficaz es el mayor reto.
2. El plebiscito. Dígase lo que se quiera, el nuevo rector tuvo una iniciativa oportuna y certera. El plebiscito no puede tomarse como un aval para la ocupación policiaca de la universidad, pero fue un voto abrumador contra la intransigencia del Consejo General de Huelga. Fue un ejercicio moderno y democrático para resolver el conflicto y servirá como precedente en otras coyunturas.
3. Ha crecido la conciencia de que la universidad y sus problemas no están desvinculados de lo que pasa en el país. Al crecer la desigualdad y cerrarse las oportunidades y el empleo para la clase media, los jóvenes estudiantes refuerzan su desconfianza y resentimiento contra la estructura social y el sistema político. Las reformas sociales y políticas pendientes son la única forma de contener estas rebeldías y mantener la paz social. Es imposible estar ciego ante esto.
4. El aparato de propaganda de gobierno es todavía capaz de inducir corrientes de opinión pública por el control que de hecho mantiene sobre los contenidos de información política en las televisoras, pero los espacios para el ejercicio de la crítica son cada vez más amplios. Los periódicos, la radio y, en destellos, la misma televisión demuestran que hay una ciudadanía contestataria que está creciendo.
5. Después de 10 meses de paro, las instalaciones y equipo de la universidad fueron encontrados relativamente indemnes. Las leyendas de la guerrilla y el vandalismo se disipan. ƑDónde están las armas? ƑLos guerrilleros? ƑLa resistencia violenta? Hubo sí, sustracciones y menoscabos difíciles de calcular, pero menores. Debe rescatarse como un indicio sano la disciplina de los jóvenes paristas que logró reducir los saldos negativos a su mínima expresión. Habremos de esperar un recuento detallado y fidedigno de cómo se encontraron los bienes ocupados.
6. Resulta hipócrita el requerimiento de escritores y agentes del oficialismo para justificar la acción policiaca en la "defensa del estado de derecho". Todos sabemos acerca de la fragilidad de nuestro sistema jurídico y cómo el poder público lo distorsiona. Niega garantías y derechos al hombre común. Otorga privilegios e impunidad a los grandes magnates políticos y financieros. En México no existe sistema de rendición de cuentas. La oligarquía, por regla general, está fuera del orden jurídico represivo.
7. Sin embargo, hay que reconocer que el operativo que recuperó las instalaciones respetó los cauces formales de las leyes. La policía no usó armas, no golpeó ni torturó a los detenidos. Si por la presión social, o por propia iniciativa, el gobier-no adelanta la inevitable excarcelación de todos los paristas, el círculo podría ce-rrarse bastante mejor.
8. Puntos negativos: el comportamiento (de seguro manipulado) de la juez en turno de considerar debidamente probados delitos imaginarios, como motín, rebelión, sabotaje y terrorismo. Muy pobre la actuación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos: "furtiva y obsequiosa", como la designó Sergio Aguayo (Reforma miércoles 9 de febrero).
9. Se ha abierto una vía muy clara para una demanda social. La educación pública debe tener alta calidad y a la vez ser gratuita. Seguramente, las corrientes progresistas van a empezar a presionar por una reforma constitucional en ese sentido. Pero no bastará el cambio en la ley, se requiere una modificación en la política presupuestaria. Sin recursos no habrá transformaciones, tendrá que cambiarse la política social y económica. Privilegiar los intereses de la población y de su juventud sobre los de la plutocracia nacional e internacional.
10. La izquierda radical tendrá que hacer una fuerte autocrítica. La intransigencia es muchas veces expresión de identificación con la derrota. Sicopatología política. Quizás la historia futura de la educación superior en México reconozca que la iniciativa de los jóvenes rebeldes de la huelga del 99 abrió el camino para amplias rectificaciones. Es una lástima que los actores de esta iniciativa no fueran capaces de acreditarse a sí mismos el triunfo.