MAR DE HISTORIAS
Una muestra de amor
* Cristina Pacheco *
Marina permanece indiferente al timbre del teléfono. Cuando deja de oírlo suspira y sigue desvistiéndose en la penumbra de su habitación. Al fin se quita el broche del pelo, sacude la cabeza y, sin molestarse en retirar la colcha, se arroja sobre la cama. Se queda inmóvil hasta que el dolor vuelve a punzarle en la rodilla. Se da un leve masaje. La sonrisa de alivio se esfuma cuando Marina recuerda:
-šQué horror!, olvidé desmaquillarme.
Intenta levantarse pero en seguida vuelve a caer de espaldas en la cama. Rápido trata de justificar ante sí misma su desánimo:
-No puedo, simplemente no puedo. Hoy no. Fue un día pavoroso. Me quedaré así, aunque mañana amanezca con cara de bruja trasnochada. Además Ƒa quién le importa? A nadie, excepto a mi dermatóloga. Ya parece que la oigo: "Marina: recuerde que después de los treinta la belleza es pura disciplina". Que se meta sus consejos por donde le quepan.
Satisfecha de sus argumentos, Marina cierra los ojos y se deja llevar por los rumores que llegan de los departamentos vecinos. Sobresalen voces infantiles.
-Al menos no tengo que servirle la cena a un escuincle mocoso.
El comentario hace que Marina repare en otra omisión:
-No tuve tiempo de comer y tampoco cené. Dicen que es dañino dormirse con el estómago vacío. Ahora todo es malo: si comes, engordas; si no, te enfermas. Lo siento mucho pero en estos momentos no dejaría mi camita ni para recibir al príncipe de Gales.
Otra vez suena el timbre. Marina interrumpe su monólogo y se incorpora a medias. De un manotazo descuelga el auricular del teléfono y en seguida adopta su antigua posición en la cama:
-No vuelvo a matarme para contestarle a nadie. Total, para oír quejas o estupideces... Ay, Gaudioso, Ƒquién te bautizó con ese nombre?
El sonido del timbre se escucha de nuevo y mucho más insistente. Marina repara en su equivocación.
-Es en la puerta. ƑQuién puede venir a estas horas?
Se pone de pie y camina hasta el centro de su recámara. Desde allí pregunta quién es. No obtiene respuesta. Se echa la bata a los hombros y sale rengueando al pasillo. Mientras avanza hacia la puerta recuerda el testimonio de Elena, su compañera de trabajo: "Pasaban las diez de la noche cuando sonó el timbre. Pensé que mi esposo había olvidado sus llaves y abrí sin preguntar. Me sorprendió ver a dos tipos. Me empujaron y se metieron en mi departamento. Todavía estoy dándole gracias a Dios de que sólo me hayan robado, cuando pudieron matarme".
Junto con el timbre se escuchan golpes y gritos:
-Mari, Ƒestás bien? Contéstame por favor.
Marina reconoce la voz de su hermana Claudia y abre la puerta. Lo hace con tal apresuramiento que la recién llegada casi pierde el equilibrio, y entra al departamento trastabillando.
-Claudia, Ƒqué te pasa?
-ƑQué te pasa a ti? Te llamé por teléfono y no contestaste. Temí que te hubiera sucedido algo y vine corriendo. Toqué la puerta mil veces. ƑQué no me oías?
-Ay, hermanita, perdona que te haya dado tantas molestias. Pasa por favor, siéntate. ƑQuieres tomar algo?
-Ya es tarde.
-Siquiera déjame invitarte un tecito. Acompáñame a la cocina.
-Oye, Mari, Ƒpor qué cojeas?
-Porque soy una idiota. Antes no me rompí la cabeza.
-ƑEn dónde? ƑQué pasó?
-Tuve uno de esos días que quieres borrar del calendario, empezando por la junta con Arteaga. A las once me llamó a su oficina. ƑSabes a qué horas me soltó? šA la una! Y todo para decirme lo mismo de siempre: que si me interesa conservar el puesto de jefa departamental tengo que rendir más.
-Pero Ƒcuál departamento? En contabilidad sólo quedan tú y Elena. Solitas están haciendo el trabajo que antes hacían seis. ƑNo se lo recordaste?
-ƑPara qué? Jamás oye lo que se le dice. Además necesitaba volver a mi oficina. Entrando oí el teléfono. Era Juliana, mi muchacha, para reclamarme que se me había olvidado dejarle el dinero del gas. La oí tan mortificada que me pasé como diez minutos calmándola. Cuando colgué apareció Elena llorando: se habían llevado a su mamá al hospital. Tuve que convencerla para que fuera a acompañarla. No quería por temor a pedirle otro permiso a Arteaga. Le dije: "No te preocupes, no tiene por qué saberlo. Vete tranquila, yo veo cómo saco el trabajo".
-Ah, por eso no quisiste salir a comer.
-Por eso y porque en la mañana perdí dos horas. Estaba concentrada en mis papeles, cuando, cosa rarísima, se me presentó Arteaga en la oficina.
-No me digas que fue a echarte otro discursito.
-No, sólo quería hablar con Elena. Le mentí: "No ha regresado de comer porque se fue muy tarde".
-Me imagino que te salió con lo mismo de siempre: "Si a mí, que soy el gerente general, me basta media hora para comer, no entiendo por qué ustedes necesitan más tiempo".
-Ni me lo recuerdes. Entonces tuve que decirle lo del hospital. ƑCreerás que no entendió? Siempre que alguien se enferma o tiene alguna urgencia, piensa que son pretextos para faltar al trabajo. Además, como Elena ha tenido que salir mucho por lo de las averiguaciones. ƑSabes que la robaron en su departamento hace dos meses? No le dejaron ni los cubiertos.
-Pobre: cuando no le pasa una cosa le sucede otra. Tenías razón: tuviste un diita espantoso.
-Y deja que te cuente lo demás. A las seis me habló Juliana para avisarme que ya se iba y que un señor con una voz muy bonita me había llamado por teléfono.
-ƑTe dejó algún mensaje?
-Sí. Oye esto: que lamentaba muchísimo no haberme encontrado pero que llamaría más tarde, a las ocho, para que habláramos de lo que es una verdadera muestra de amor. Como Gaudioso se distanció porque le reclamé que no supiera manifestar sus sentimientos...
-Oyeme, Ƒentonces era él?
-Eso, pensé, pero de todas formas quise asegurarme. Le pregunté a Juliana por el nombre del señor. No lo recordaba.
-Deberías ordenarle que lo apunte todo.
-No sabe escribir, pero tiene buenísima memoria. Total, decidí ayudarla: "A ver, Juliana: Ƒno habrá sido un señor con el nombre Gaudioso?" Dijo que sí y desde ese momento me la pasé tratando de adivinar el significado del mensaje...
-Si es clarísimo: quiere otra vez contigo.
-... y buscando la mejor forma de explicarle a Gaudioso que para mí es difícil tener relaciones con una persona que se esfuma meses enteros. A lo mejor otras pueden hacerlo, yo no.
-Lo que hagan las demás no importa. ƑRegresaste a tiempo para tomar la llamada?
-Sí. Entré en mi edificio un minuto antes de las ocho. Venía subiendo las escaleras cuando oí sonar mi teléfono. Pensé: "Sólo Gaudioso es tan puntual". Abrí la puerta volando y sin encender la luz corrí a mi recámara. Fue cuando me di el santo madrazo en la rodilla. Me duele muchísimo, pero más lo idiota que fui.
-Sigue contándome.
-Descolgué y me hice pato: "ƑQuién habla?" "ƑMarina?" Te juro que la voz era idéntica a la de Gaudioso y me disculpé de no haber estado en la mañana. "Lo bueno es que ya coincidimos. Estamos en el mejor momento para reflexionar juntos acerca de lo que es una auténtica muestra de amor hacia los seres queridos. Hay una insuperable: ahorrarles los trámites para darnos una última morada. La agencia funeraria a la que represento tiene un paquete..." ƑComprendes? Todo fue un error: Gaudioso-Gayosso. Me sentí tan mal.
-Olvídalo y, por favor, manda a Juliana a la escuela.