* Antonio Gershenson *
Autoritarismo y globalización
Los sucesos en la UNAM son una expresión de la situación delicada que se vive en el país. En varias ocasiones en las que el problema estaba por resolverse, ocurría algo, algún tipo de provocación, que volvía a polarizar las cosas y a retrasar la solución negociada del conflicto.
Las declaraciones a favor de una línea dura y, en los hechos, de una solución de fuerza indican la existencia de una corriente que no desea una salida negociada que, en realidad, es la única posible. Si inscribimos estos sucesos en un contexto más amplio, veremos el peso que tiene en toda esta situación la proximidad de las elecciones generales del dos de julio próximo. Los reiterados, aunque fracasados, intentos de involucrar al Gobierno del Distrito Federal en los hechos represivos, el largo periodo en el que el PRI se retiró del Instituto Federal Electoral buscando limitar y confinar las funciones de ese organismo y una oleada de declaraciones, apuntan a forzar un determinado resultado en esa elección. La intención declarada no es sólo la de ganar la presidencia, sino la mayoría absoluta en las dos cámaras.
Esto último, que en otro contexto sería normal, pues todo partido político aspira al ejercicio del poder, junto con lo antes mencionado adquiere otro significado. Las encuestas muestran que, hoy, ningún partido por sí solo puede lograr mayoría absoluta en las cámaras, ni está cerca de conseguirlo. Se necesita, para que ello suceda, generar un vuelco masivo en el electorado. Y para eso se ha usa temor, lo que se ha llamado el voto del miedo.
Se busca generar una imagen en la que la oposición se identifica con la delincuencia, se usa en gran escala la fuerza pública para que el votante tenga temor de identificarse con la oposición, y para desacreditar a opositores como si su triunfo fuera equivalente al caos. Los hechos han sido exactamente al revés, en el caso del Gobierno del Distrito Federal al que se pretende culpar.
Un ejemplo fue el intento de bloquear el Periférico. El diálogo en la calle permitió convencer a los grupos estudiantiles de desistir de ese bloqueo y marchar por la lateral. Esa negociación no sólo evitó el choque y la violencia en ese momento, sino que no se ha vuelto a dar el problema del bloqueo del Periférico: el punto se resolvió de verdad. Era de lo poco en lo que el GDF tenía ingerencia, porque la UNAM es nacional y no local, depende financieramente de la federación e incluso tiene planteles en otras entidades del país.
Otros ejemplos de quién fomenta y tolera el desorden: el anterior gobierno priísta del Distrito Federal, designado por el Presidente de la República, descuidó a tal punto la ciudad, que permitió la extensión del comercio ambulante sin ningún orden y sólo conforme a preferencias clientelares y partidarias: fueron siendo cerradas al público varias calles, incluso del Centro Histórico; se fueron llenando de basura lugares antes limpios; se permitió que líderes alquilaran las banquetas como si fueran suyas, incluso en el Centro; se permitió el bloqueo de pasos en unidades habitacionales por construcciones privadas, y el bloqueo de pasillos en mercados públicos por la ampliación de puestos, y así sucesivamente. Ha sido el actual gobierno del DF, este sí electo, el que ha tenido que ir ordenando lo que se le heredó, e ir volviendo a un régimen de leyes y no de caprichos de algunos funcionarios y sus protegidos.
Para quienes quieren mantener un modelo económico obsoleto, cada vez más abandonado en el nivel mundial, y quieren evitar las molestias de tener que negociar no sólo con estudiantes o campesinos, sino con diputados y senadores, el intento de retornar al autoritarismo se envuelve ideológicamente en la globalización de la economía. Pero el mundo de hoy ya no es el de Reagan, Thatcher y Pinochet. Casi toda Europa está gobernada por coaliciones de centro izquierda. También han ganado las elecciones coaliciones similares en Venezuela, Argentina y Chile.
Llama la atención que el Presidente de México, después de sus declaraciones en Suiza, haya ido a descansar con sus amigos a uno de los pocos países europeos que todavía gobierna la derecha, como es España. Otro país, que dio un viraje más a la derecha, Austria, es una muestra más de que hoy las políticas derechistas, y los intentos autoritarios, no conducen a insertarse en ninguna globalización, sino al aislamiento político.