* Néstor de Buen *
Meditaciones casi profundas
L22-a manifestación de la tarde del miércoles y la abrumadora presencia de desplegados de todo tipo, a los que se agregan artículos de fondo, particularmente en esta casa, a favor de los paristas del CGH y la presencia real del Sub como fan principal de los múltiples presos, parecería un renacimiento de la izquierda, con capacidades de acuerdos de grupos que antes parecían enfrentados.
Pero eso me lleva a un silogismo preocupante: la izquierda está con los paristas. La derecha aplaude la supuesta represión. Ergo, si yo he estado a favor de la intervención de las autoridades en los campus de la UNAM, con las consecuencias que ello tenía que traer, la conclusión sería obvia: soy de derecha.
Pero me niego rotundamente a aceptar la conclusión. Y ratifico mi vocación izquierdista que tiene más años que yo: una tradición familiar más que secular que a mi abuelo Fernando Lozano, director de Las dominicales del libre pensamiento, un perió-dico esencialmente anticlerical, le provocó destierros y no pocas privaciones a su fami-lia en el último tercio del siglo XIX. Y a la generación si-guiente muerte a manos de los fascistas, cárcel y exilio.
Soy de izquierda y cada vez más convencido, que es lo mejor y más de izquierda que mis ilustres, que lo eran, antecesores. Pero entonces me falla algo en el silogismo. Me temo que se refiere a la primera premisa. Me pregunto: Ƒes realmente una posición de izquierda estar con los paristas?
Honestamente, no lo creo. Porque no se trata del viejo 68, una rebelión unánime contra el gobierno de Díaz Ordaz que desató una represión bestial que no hace falta detallar porque está en la memoria de todos. El movimiento actual, en cambio, notablemente indefinido en sus principios, salvo la exigencia de derogación del reglamento de pagos que, insistiría en lo que ya he dicho antes, no se justifica, no puede constituir una bandera de izquierda a partir de las múltiples excepciones y facilidades que otorgaba a quienes no tienen recursos. Era, por el contrario, un reglamento con sentido social. Los demás puntos del pliego, hoy ampliados con la petición de li-bertad para los detenidos, se fueron creando para darle contenido a un conflicto que no ha sido nunca popular.
A mí no me parece de izquierda el pase automático ni la cancelación del Ceneval. En todo caso se trataría de populismos inadmisibles exigidos a partir de una incapacidad notable para asumir los compromisos de estudio intenso que exige la universidad. Con una falta total de sensibilidad ante la realidad del mercado de trabajo que no aceptará a quienes, apoyados en sus huelgas, consigan títulos sin profesional.
Creo que con un retraso intolerable, lo sucedido el domingo pasado era indispen-sable. Admiro la decisión presidencial de asumir la responsabilidad, que le toca aunque no lo hubiera dicho, de la presencia de la Policía Federal Preventiva, pero nadie puede ponerle un pero a la limpieza del proceso a pesar de la magnitud de la tarea. He criticado mucho al presidente Zedillo, pero ahora lo aplaudo. Sin perdonar el retraso.
ƑQue se han cometido pecados secunda-rios en las consignaciones? Evidentemente que sí. Como que también resulta sospechoso que la carga principal de la bronca la tenga una juez de tiernísima incorporación a su responsabilidad. La vacilada de los delitos de rebelión y sabotaje más parecería imaginación calenturienta de algún aprendiz de Ministerio Público, puesto a hacer presente su radicalismo persecutor. Pero por lo demás, nadie puede dudar de que se cometieron los delitos de despojo y daño en propiedad ajena, por lo menos.
Pero hay un hecho evidente. Cien mil personas en la calle, de tan distinta forma de pensar, no son producto de un entusias-mo momentáneo. Ha sido como una oportunidad de expresar una inconformidad que viene de muy atrás, que se alimenta de Fobaproas, de salarios mínimos que son mínimos pero no salarios, de ofensas davosianas, de globalizaciones indis- pensables pero carentes de sentido social, de campañas electorales que no convencen pero que incomodan. Lo que quiere decir que nuestra gente está a punto de hervor. Quien no lo entienda corre todos los peligros.
La manifestación ha sido un llamado de atención. La detención de los huelguistas, una consecuencia natural de su falta de sensibilidad e inteligencia, de su terquedad inexplicable. Habían ganado y perdieron. La culpa, la única culpa es de ellos que, desde luego, no son presos políticos. Y serán presos por poco tiempo.