Después del domingazo

* Octavio Rodríguez Araujo *

En efecto, desde el asalto a la Preparatoria 3 estaba previsto un sabadazo a la UNAM. Sólo nos equivocamos en el día: fue domingazo. Y la posposición se debió a un hecho muy concreto: el sábado era día de la Constitución y hubiera sido por lo menos poco elegante que se violara la Carta Magna precisamente en el día en que se conmemoró su promulgación.

El domingo 6 de febrero se violó la Constitución, la autonomía de la Universidad Nacional y la virginidad de quienes, con la ingenuidad propia de niñas de convento, creyeron que el plebiscito era para tomarlos en cuenta y no para justificar una "solución" de fuerza al conflicto en la UNAM.

Víctor Flores Olea (El Universal, 8/2/00) escribió: "ƑDe verdad el rector De la Fuente no se enteró sino post facto del ingreso de la Policía Federal Preventiva a la UNAM? Si fuera el caso, entonces la mecánica utilizada por el gobierno federal mostró un terrible desprecio de la autoridad universitaria y hacia los universitarios. El poder desdeñando plenamente y desde arriba a la academia.

Si por el contrario hubo un acuerdo para imputar públicamente las responsabilidades al Ejecutivo y al Poder Judicial como lo asumió Ernesto Zedillo en su comparecencia del domingo justamente como una manera de "liberar" al rector de su responsabilidad de haber llamado a la fuerza pública, y facilitarle así la "gobernabilidad" universitaria, la cuestión podría discutirse... Con una precisión: nadie, absolutamente nadie en la UNAM, cree que el rector fue ajeno a esa decisión, y éste es un hecho que no podrá borrarse de la mente de los universitarios y entonces el rector deberá llevarlo a cuestas mientras esté al frente de la casa de estudios..."

Yo, desde luego, soy de los que no creen que el rector fuera ajeno a la decisión de invadir con la Policía Federal Preventiva la UNAM. Pero si fuera el caso de que el rector no fue cómplice de la invasión anticonstitucional, Ƒpor qué no convocó a los universitarios a defender la autonomía de la UNAM y por qué no convocó, de manera urgente, a una reunión extraordinaria del Consejo Universitario para discutir la situación y protestar por el desprecio, por parte del gobierno federal, de la autoridad universitaria y hacia los universitarios?

Ahora, como si lo ocurrido entre el 3 y el 6 de febrero hubiera sido un fenómeno natural y no una decisión política, se habla de continuar con la herencia del CGH: su demanda del un congreso democrático y resolutivo, expropiada por rectoría y el Colegio de Directores (subordinados acríticos de su jefe), pero sin el CGH, y con una universidad "recuperada" y con las huellas todavía visibles de las botas militares en sus patios y salones de clases.

No simulemos. La expropiación del congreso por parte de las autoridades tiene objetivos concretos de reforma universitaria, sí, pero precisamente de una reforma que de una vez por todas, enmiende los resquicios legales y de interpretación que hoy permite hablar de gratuidad, de autonomía, de libertad de cátedra y de investigación y de democracia. Después de las elecciones federales y según la composición del Congreso de la Unión que de éstas resulte, se buscará, como lo intentó Soberón en su momento, que se definan constitucionalmente los límites de la autonomía; que al artículo tercero se le quiten los aspectos de controversia sobre la gratuidad de la educación superior pública; que se legalice la vinculación de la Universidad Nacional con el Ceneval (ya que en estos momentos se trata de la única universidad pública que los ha dejado sin efecto) y que se regulen, para el futuro, después de la "descremada" que ha sufrido en estos meses (fuga de alumnos pudientes a universidades privadas), los requisitos para pasar de un ciclo a otro y para permanecer en sus aulas como estudiantes. La orientación de los nuevos planes de estudio, tema que no tocó el Consejo General de Huelga, ya está en curso y sobre este punto no se echará marcha atrás, ni con otro movimiento.

El congreso, señala Guillermo Knochenhauer en El Financiero (8/2/00), "hará de la descentralización, departamentalización y autogestión la forma de gobierno, de manera que cada facultad o instituto encuentre por sí mismo su vinculación al mundo productivo", pues la UNAM, como ya ocurre en las universidades públicas estatales, enfocará, como resultado del congreso organizado por rectoría, la pertinencia de sus tareas con el mercado, con lo cual se cumplirá el destino manifiesto impuesto por el TLC para la educación superior. *