Ť La conforman 8 mil catequistas y 400 diáconos señalados como zapatistas
La ausencia de Samuel Ruiz, el reto para la Iglesia autóctona de Chiapas
Ť En la élite intelectual y en altas esferas del gobierno se da por cerrado el caso del obispo
Blanche Petrich Ť Mientras la base de la Iglesia autóctona de la diócesis de San Cristóbal de las Casas lidia con los retenes y el hostigamiento cotidiano, los menesteres de la milpa y los vaivenes del precio del café, las pequeñas guerras que los poderes locales desatan constantemente y su lectura liberadora del Evangelio, en la élite intelectual y en altas esferas del gobierno se da por cerrado el caso de lo que el historiador Enrique Krauze llamó el Ejército Catequista de Liberación Nacional del ''redentorista'' obispo Samuel Ruiz García.
En espera de que el Vaticano dé entrada a su renuncia, Ruiz ya tiene domicilio en la colonia Las Bugambilias, en la ciudad de Querétaro. Y a su coadjutor Raúl Vera lo esperan ya sus habitaciones en la curia de Saltillo. ƑQueda entonces sin cabeza el movimiento catequético que mereció que los sectores más conservadores del país adoptaran el mote de Comandante Sam para señalar venenosamente al obispo y acusarlo de ''nexos'' y ''conducción'' del estallido rebelde de 1994? ƑLlegan nuevos aires ųy nuevas órdenesų para las nutridas filas de catequistas (ocho mil) y diáconos indios (400) que fueron formados en la línea samuelista?
Esa es la apuesta de los operadores del gobierno que se esforzaron con tesón por quitar de enmedio la figura mediadora de Samuel Ruiz. No importó el costo. Junto con él, barrieron con la Comisión Nacional de Intermediación (Conai, disuelta en 1998), sin considerar que una mediación con credibilidad no es un recurso renovable.
En muchas comunidades de las distintas zonas pastorales en las que la diócesis de Samuel Ruiz dividió su jurisdicción, se expresa una convicción que bien podría frustrar esa apuesta hecha en las cúpulas del poder: ''Se va Samuel pero se queda Ruiz García'', nos dice un prediácono en un pobladito del municipio de Tila.
En El Bosque, en la zona de los Altos, un grupo de catequistas hablan con familiaridad de las grillas de las que pudieron ser víctimas sus obispos, allá en Roma. ''Han de haber sido los ricos los que mandaron cable al Papa con esas mentiras de que tatic Samuel es zapatista. Inventan eso porque no quieren trabajar con los pobres. Eso es lo que sentimos más duro. Pero ya mandamos un oficio al Papa. Le dijimos que no nos deje solitos, que nos apoye un poco más porque no sabemos si el nuevo obispo va a apoyar a los pobres o a los ricos''.
ƑAtisbos de lucha de clases? ƑIdeas propias o resabios del aprendizaje de lo que los críticos de la diócesis no se cansaron de llamar ''marxismo'' o ''teología de la liberación''?
Las dos cachuchas
Y la gran pregunta: sin Samuel Ruiz al frente de la diócesis de San Cristóbal Ƒqué sucederá con la siempre enigmática relación-tensión entre su catequesis y la rebelión zapatista?
Entre los catequistas y diáconos de esta Iglesia autóctona se expresan estos puntos de vista:
''Desde 1993, ya sabemos exactamente cómo va ese caminar. Ya cuando el primero de enero vimos a dónde llegó''. Eso lo dice un joven que en 1994 trabajaba como albañil en algunas obras que se realizaban en la catedral de San Cristóbal. Ahí, viendo nomás, refiere haber aprendido ''el buen testimonio de aquel Samuel, que sabía cómo era el caminar del Evangelio. Decía: antes de las tronaciones vamos a dar diálogo para tener buen entendimiento. Eso son las mediaciones. Para eso son. Eso le aprendimos''.
Prácticamente todos los catequistas padecen el estigma de ser zapatistas. De nada valen los documentados antecedentes de que, antes del levantamiento, desde el obispado llegó a todos los rincones de la diócesis el ultimátum de Samuel Ruiz: no se pueden usar las dos cachuchas. Cualquier miembro de la Iglesia que opte por militar en el Ejército Zapatista de Liberación Nacional abandonará sus tareas de pastoral. Y será desconocido. Quien opte por la Iglesia dejará las filas de la insurgencia.
Algunos optaron por la cachucha rebelde y otros por el misal. Unos lo hicieron por obediencia a la Iglesia. Otros por pragmatismo, por falta de tiempo. A un campesino no le sobran las horas libres.
Este es otro testimonio:
''Un tiempo estuvimos incluidos en la organización. Eso fue en 1992-1993. Toda la gente como pueblo creyente participó. Yo como catequista no le puedo negar, si sí. En la mera organización. Yo era y luego yo salí porque no se puede los dos oficios. Tienes que escoger lo que te gusta más. Hay trabajo de las dos. Me gustó ser catequista, me quedé con la Iglesia. Era muchas reuniones y el trabajo de cargar la leña, trabajar la parcela, no da tiempo para más. Ya no hacemos de las dos''.
Para los oficiales de inteligencia militar que husmean en los pueblos y comunidades, no importa. Recabar nombres, datos y actividades de los catequistas es un asunto de seguridad militar. Los filman, los detienen una y mil veces en los retenes, los hostigan. Por eso omitimos los nombres de muchos entrevistados.
Apocalipsis, libre comercio, recibo de luz y preocupación globalifóbica
Xel Méndez es un cuadro importante en la misión de Bachajón. Es coordinador de diáconos, imuc abtesej o tanil. Esta es su visión del mundo y de la coyuntura actual: ''Estamos en un tiempo muy avanzado, más cerca de lo que se piensa del apocalipsis en que se está cumpliendo todo. El neoliberalismo, el libre comercio están cada vez más duro. Hasta se puede desaparecer la palabra del Nuevo Testamento. Por eso nos quieren acabar con Progresa, con las planificaciones familiares''.
Lo dice porque lo siente. Ese día de la entrevista, muy de madrugada, bajó a lomo de indio, como dicen, dos sacos de café de 40 kilos cada uno a la carretera desde su comunidad, Jetjá II. Ahí mismo los vendió calculando cuál sería el precio justo: 13 pesos el kilo.
Por eso en el comedor de la misión jesuita, a donde pasó a tomar un refrigerio, se interrumpe cuando entra el padre Ricardo, un joven encargado del proyecto de asesoría para comercio justo para el café en la región: ''ƑY cómo amaneció el precio, padre?''. El sacerdote monitorea muy temprano las cotizaciones del mercado mundial y orienta a los pequeños productores locales, lo que les permite esquivar los tratos abusivos de los coyotes. Pero ni así rinde. El precio está por los suelos. Del apocalipsis y el neoliberalismo la conversación baja a niveles más prosaicos. ''Vendí mis dos costales. No podría esperar. Tengo que pagar la luz''. Los recibos de la Comisión Federal de Electricidad son otro dolor de cabeza. Debe 724 pesos. Con su cosecha de café obtuvo solo 520. Su preocupación podría ser entendida como globalifóbica.
''El levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional también ocurrió conforme a lo que se cumple en el tiempo de los tiempos. Es el momento de gritar para ver cómo reacciona el poderoso. Con esa voz que se ha levantado hemos pedido que nos respeten nuestra dignidad y nuestra igualdad''.
Se duele del cambio de obispo en una coyuntura tan delicada: ''Nos acusan a todos los diáconos y catequistas de ser zapatistas. Y no. Algunos sí y algunos no''. El Xel vive en tierra de Chinchulines.
Más hacia el norte del estado, en el municipio de Tila, el prediácono Fernando Martínez Martínez se preocupa porque le ha caído encima su elección como comisario ejidal. Tendrá que atender su ministerio, dar misas y sacramentos en las dos ermitas que le tocan (a pie), ir al catecismo y a las juntas de los asuntos ejidales. Tiene cinco hijos, los tres menores albinos, incapacitados para el estudio o el trabajo agrícola. No recibe salario en ninguna de sus chambas: ''Es como renunciar a mi familia, mi casa y mi parcela. Pero ni modo. Lo veo como una sola cosa que es el plan de Dios'', dice.
Su prédica es admirada en la región. Así la explica: ''Se predica de acuerdo con lo que Dios quiere: justicia, igualdad, libertad. Ya no leo la Biblia. Sólo con oír lo que hablan mis hermanos, de sus problemas y alegrías, es como una Biblia viva que nos está diciendo que es necesario un cambio. Hay indígenas que no quieren esta palabra, que no quieren estar con Samuel porque habla de justicia y liberación. Ellos tienen corazón de rico y no muy les gusta vivir en comunidad''.
ųƑDe la rebelión zapatista?
ųVemos ųresponde Martínez Martínezų que los hermanos no hacen otra cosa que luchar con el pueblo que quiere el cambio. Nunca nos han obligado a entrar en sus filas. Sí llegan dan su palabra. Con palabras importantes. Son nuestra voz y nos impulsan a seguir adelante. La verdad es que no tenemos nada malo qué hablar de ellos''.
Subraya: ''Damos consejo de no caminar con la violencia''.