* Héctor Tamayo *
ƑHacia dónde vamos señor rector?
Detrás de lo ocurrido en la UNAM en los últimos 9 meses y de la flagrante violación de la autonomía universitaria el 1o. de febrero, al ser intervenida la Preparatoria 3 por la Policía Federal Preventiva dependiente de la Secretaría de Gobernación a petición del propio rector, está una expresión más de la prolongada crisis del sistema político mexicano. La lenta y tortuosa transición hacia la democracia que no acaba por terminar nunca nos ha impedido construir los mecanismos institucionales democráticos capaces de resolver los conflictos, las confrontaciones y los nuevos problemas que el proceso de globalización interioriza en el país.
El caso de la UNAM es particularmente grave. El control creciente de la institución por parte de una cerrada burocracia cada vez más alejada de quienes realizamos las tareas universitarias sustantivas: estudiantes, profesores e investigadores; la existencia de instancias de gobierno que se autodesignan y que carecen de legitimidad y representatividad (rector, Junta de Gobierno, Consejo Universitario, directores y Colegio de Directores, coordinadores de investigación, patronato, etcétera), y la obsoleta Ley Orgánica que no ha sido modificada desde 1945, definen una institución cuyas estructuras jurídica y organización interna han sido plenamente rebasadas por la realidad.
Desde la administración del rector Soberón hasta la fecha, la autoridad universitaria se ha obstinado en impedir toda reforma profunda de la institución y nadie podrá dejar de admitir que han sido los movimientos estudiantiles los que han planteado el debate democrático y plural de la universidad en su conjunto, y no sólo los reglamentos de pagos, admisión y permanencia de los estudiantes.
Después de la muy cuestionable designación de un secretario de Estado como rector de la UNAM, la inmediata disposición al diálogo y la aceptación de realizar un congreso general universitario por parte del doctor De la Fuente, abrieron la posibilidad no sólo de una solución digna del conflicto sino de realizar el debate impostergable que la universidad necesita.
Sin embargo, la breve apertura pronto se cerró. La comisión nombrada por el rector para negociar con el CGH pronto se retiró de la mesa. Nada justificaba semejante actitud. Ni la estrategia torpe, irracional, y sectaria de la dirección del CGH, propensa a toda clase de infiltraciones y provocaciones, y que ha llevado al movimiento a una descomposición y aislamiento cada vez mayores, ni los "errores de diciembre" que impidieron la explicación clara ante la opinión pública del pliego petitorio de los estudiantes en huelga, pudieron esconder el propósito gubernamental de preparar el terreno para una solución violenta del conflicto, tal como empieza ya a presentarse desde el 1o. de febrero.
La ruptura de los acuerdos firmados por la comisión de rectoría el 10 de diciembre y la formulación, fuera de la mesa de negociaciones, de una propuesta oficial de plebiscito, cuando el CGH ya había aceptado dialogar en el Palacio de Minería y dejar fuera de la negociación a la Preparatoria Popular Tacuba y al CLETA, constituyen acciones vergonzosas e infames del nuevo rector, cuya palabra ha quedado en entredicho.
Los estudiante en huelga rechazaron, y me parece que tuvieron muy buenas razones para hacerlo, el resultado de un plebiscito excluyente de sus planteamientos, organizado por la Secretaría de Gobernación, financiado por el erario público y universitario, y respaldado por una campaña mediática que se regodeó con la reiteración, la calumnia y el exceso. Lo que Zedillo pidió a Barnés y a la derecha universitaria hace unos meses, logró alcanzarlo con prontitud su ex secretario de Estado: una muestra clara de lo que desea la "mayoría" de los universitarios para actuar "conforme a derecho".
Quienes de buena fe votaron en el plebiscito a favor de la propuesta oficial podrán ahora advertir que dicha iniciativa no era inocente, es decir, que la forma era su contenido. En lugar de presentar el plan en la mesa de negociaciones para acercar al máximo las diferentes posiciones, se prefirió violar los acuerdos del 10 de diciembre y someterla al voto de la comunidad de manera unilateral. Sorprender, dividir, excluir y eventualmente, reprimir, como ya empieza a ocurrir.
ƑQué es lo que viene después del 1o. de febrero? ƑAcaso los verdaderos universitarios se lanzarán a la recuperación de su universidad, escuela por escuela y facultad por facultad, con la pequeña ayuda de cientos o miles de elementos de la Policía Federal Preventiva? ƑO se dará un solo golpe más, pero esta vez definitivo para limpiar de una buena vez a la UNAM? ƑSe quieren 250 o miles de presos políticos estudiantiles, decenas de heridos y lesionados o también algunas muertes? ƑY qué tantas muertes señor Zedillo, señor rector? ƑNo sería preferible dialogar y negociar? ƑQué tanto se diferencia la propuesta del doctor De la Fuente de los seis puntos del pliego petitorio?
šNingún congreso podrá realizarse si se excluye a quienes lo propusieron y lo promovieron! šLa viabilidad de la propia institución y la estabilidad política del país están en peligro si hay presos políticos y vuelve a correr la sangre en la UNAM!