* Advierte sobre una alianza nefasta entre el poder y los medios de comunicación


Ha fracasado la política económica y social: De Gasperín

José Antonio Román * La pobreza, la marginación y la ''dolorosa'' situación en la que viven millones de mexicanos es una clara demostración de que fracasó el proyecto de nación, inspirado en el extranjero e impuesto por unos cuantos, afirmó Mario de Gasperín y Gasperín, vocal del Consejo de Presidencia del Episcopado Mexicano.

En su carta pastoral con motivo del Gran Jubileo, el también obispo de la diócesis de Querétaro señaló que la alianza que se ha dado entre el poder político con el poder económico y los medios de comunicación, es sin lugar a dudas uno de los mayores males del país, calificándola como una ''alianza nefasta''.

Abundó: ''Ha fracasado la política económica y social, y el descalabro del sistema educativo está a la vista a pesar de los esfuerzos humanos y la enormidad de recursos económicos empleados; se impuso desde el poder un modelo político y educativo a contrapelo de la conciencia y de los valores que la nación lleva en su matriz cultural, generando un lenguaje ideologizado y demagógico como instrumento de dominación de un pueblo de muy escasa escolaridad'', dice el prelado en su amplia carta pastoral.

Y, aunque señala que las autoridades lamentan la situación, el deterioro no parece tener remedio ni fin. ''La realidad cruda y cruel está a la vista y todos llevamos en nuestra carne las heridas que produce esta situación en el cuerpo de la nación. Aunque algunos gobernantes hayan cambiado de signo político, en la práctica siguen el mismo modelo avasallador e insensible hacia los más pobres'', lamenta.

Mario de Gasperín, quien junto con el arzobispo de Morelia, Alberto Suárez Inda, ocupan las dos vocalías del Consejo de Presidencia del Episcopado, subrayó que dos han sido los señalamientos graves que han hecho los obispos al sistema educativo nacional: el ubicar en su centro a las instituciones ųdesde donde fácilmente se imponen ideologías y se deforman las realidadesų, a la vez que se subordina o no se toma en cuenta a las personas, y por lo que respecta a la cultura es necesario reconocer una preocupante tendencia hacia la destrucción de nuestro estilo cultural.

Esta tendencia, agrega, se debe a que la acción educativa no respeta las diferentes culturas y regiones que conforman nuestro país. Existe un incomprensible afán por buscar la uniformidad y por normar la educación en función de este criterio, cuando lo que hay que perseguir vehementemente es la unidad a partir de la diversidad que la enriquece y define. La consecuencia de ambos errores ųel haber desplazado a la persona del centro del proceso de la educación organizada, y de aferrarnos al falso ideal de la uniformidad cultural e impuestaų es la injusticia. Hemos logrado compartir injustamente un modelo de vida equivocado.

El prelado también se refirió a la actitud que tradicionalmente han asumido los católicos ante los problemas nacionales. Los católicos, por lo general, hemos permanecido pasivos y tolerantes, muchas veces complacientes, pensando en el provecho personal y no en el bien del país. En una severa autocrítica, Gasperín reconoció que se vive un catolicismo diluido, sin compromiso público y social, donde la fe se somete al gusto o a la conveniencia económica o política, incluso cuando se llega a afirmar la inspiración cristiana de su conducta.

Son en este sentido, agregó, dignos de alabar los padres de familia que buscan para sus hijos una educación coherente con sus principios morales y con su fe ųlo cual constituye también su derechoų, aunque tengan que pagar un costo adicional por dicha educación. Los que la desean pero no pueden cubrir esta sobretasa, reciben doble afrenta porque se les niega lo que desean y a lo que tienen derecho, al mismo tiempo que se les impone lo que rechazan.

Así, el sistema educativo vigente, nada más desde este capítulo aparece como injusto y discriminatorio. Sólo a la educación impartida por el Estado se le reconoce categoría de ''pública'' como si la impartida por particulares careciera de utilidad social. El lenguaje ambiguo e ideologizado ha invadido tanto al campo educacional como a la vida pública en general.

Durante gran parte de la carta pastoral, publicada en el número más reciente del órgano oficial de información del Episcopado Mexicano, el obispo Gasperín se refirió al tema educativo, pues no se ha educado a las nuevas generaciones de mexicanos dentro de los valores cristianos.

''No nos cansamos de repetir: estamos cosechando lo que se sembró: la violencia e injusticia reinantes no son más que prolongación de las injusticias y violencias cometidas y que se siguen cometiendo desde el poder. Perdura la violencia del lenguaje político mediante la demagogia y las promesas incumplidas, la del lenguaje comercial en el engaño publicitario y la del lenguaje común mediante la mentira'', concluyó.