Para Sabina, las canciones más hermosas son las mentirosas


Mariachis, roqueros de verdad

Sabina. fde Raul Ortega Patricia Peñaloza * Mientras Joaquín Sabina sostiene un tequila, la policía federal entra a la Prepa 3, la noche del martes. No le queda al cantautor sino espetar: "Yo creía que el recuerdo de Tlatelolco estaba demasiado presente, que había heridas muy abiertas, que después de Chiapas y todo lo de Salinas, algo como esto no iba a pasar. Si todavía no se atreven a matar a los estudiantes, aun este avance me parece muy serio. Pero creo que tienen muchas ganas de hacer lo de Tlatelolco, se les nota mucho".

Prosigue: "En casi todos los países democráticos se vive una apariencia que se parece a lo que uno pensaría que es la democracia. Pero en México, šno hay ni apariencia! Desearía que ese poquito de avance que ha habido contra la corrupción avance más, para que ésta sea menos atroz. La verdad... no tengo muchas esperanzas". Igualmente expresa lo que le desea a nuestro país, a propósito de su rola Noches de boda, a dueto con Chavela Vargas: "Es una serie de buenos deseos, que no se creen posibles, tal y como no todos los días pueden ser noches de boda. Se los dediqué a Chavela, pero pueden ir para México, donde yo esperaría que unos tipos en el programa electoral pidieran se prohibiera la muerte de una puta vez, incluyendo la natural... que no es nada natural".

Sabina está cansado; lleva el día soportando entrevistas (pero los últimos seremos los primeros, pienso). Por eso se pone cómodo, se quita el disfraz de estrella (camisa roja y chaleco negro); se queda en playera deslavada y vieja (el pelo le ha crecido harto), se pulsa la guitarra, e interpreta, sobre melodía y armonía del glorioso tango de Gardel Mano a mano, una rola inédita que él llama "ejercicio de estilo para tratar de hablar en argentino''. Termina y aplaudimos los presentes, incluyendo a su novia Jimena, una guapísima peruana que se la pasará riendo de Joaquín, y todo porque éste repite los mismos gastados chistes que lleva diciendo toda la tarde.

"Ya me han preguntado de todo, menos de mis canciones. Por favor pregúntame de ellas", me dice. Y es que, por si se olvidaba, él viene a México a presentar su decimotercer disco, 19 días y 500 noches (BMG, 1999), el cual suena mucho más neto y crudo que sus dos álbumes anteriores: a ese Sabina del que sus fans se enamoraron, con todo y producción mejorada, obra de Alejo Stivel. Le digo que ya sonaba previsible; que cinismo y mentira lo enmascaraban ya demasiado, mas parece que ahora algo "lo tiró del caballo". En conferencia anterior confesó a esta reportera que sí, que mujeres lo habían dejado; ahora se defiende: "šPero si trato de hacer canciones lo más mentirosas posible! Sin embargo, luego se me aparece esa víscera innoble y sanguinolenta que es el corazón, contra mi voluntad. Aprendí de José Alfredo (Jiménez) a mentir descaradamente. Las canciones más hermosas son las más mentirosas".

-šLa otra vez dijiste que ya te habías hartado de mentir!

-Es que en mi vida me pasa igual, me he olvidado de mentir. Mas no estoy orgulloso de ello, sino preocupado. Es a pesar mío, porque era más divertido mentir. El género "canción" es para mentir gloriosamente. La verdad es algo que todos quieren oír, no conozco a quien no la defienda, a condición de que no se la digas. Si dices la verdad se ponen nerviosos. Una canción (inédita) mía dice: "...ya no cierro los bares ni hago tantos excesos; cada vez son más tristes las canciones de amor". La última frase, leída, me parece de una demagogia repugnante. Pero cantada, es como me parece que debe ir una canción.

Sabina no deja de hacer chistes y moverse como chiquillo, aun con sus cuarenta y diez encima. No contesta en serio ni lo que se le pide, y antes de llegar a cada aseveración coherente busca contradecir a la interlocutora, aunque mienta o no tenga razón, para sentirse más inteligente... el muy insoportable. Le digo:

-ƑTe das cuenta de lo arrogante que eres?

-Sí. (Risas...)

Este álbum incluye rumbitas flamencas; uno que otro ritmo conguero; un rap; una balada con música de Pablo Milanés. Le preguntaron hace poco que por qué hizo menos rocanrol. Yo contradigo, y opino que lo popular también es rocanrol; le pregunto si cree que al rock le daría nuevos aires el llevarlo hacia esos giros. Dice: "Lo más rocanrol que he oído es Chavela Vargas... y Charly García. Y es que los roqueros de hoy son ecologistas, vegetarianos, no beben, no fuman. šLos roqueros en verdad son los mariachis..! Y... cuando haces una canción, no piensas: 'voy a hacer un rocanrol'; a quien lo dice, le sale una mierda. La canción sola te dice hacia dónde debe ir. Yo no pienso en hacer discos de rocanrol, sino de canciones. Ojalá me salieran mejor los rocanroles... pero no me están saliendo.

"Además, uno no se pregunta 'Ƒhacia dónde debo ir para hacer música popular?', sólo lo haces. Y uno, o es popular, o no es nada, entonces sale lo que sale; ni los planteamientos previos ni las buenas intenciones sirven. Los bares están llenos de poetas malditos que jamás escribirán la obra fantástica, pero la pasan diciendo que Neruda era un vendido, que García Márquez perdió el talento y que yo soy un imbécil. Yo soy un imbécil, sí, pero ellos son unos impresentables, inútiles y parásitos a quienes les pago las cosas".

-ƑCrees haber vivido tanto como para hablar de la muerte en una canción?

-En realidad fue una equivocación. No se puede hablar de esa señora. Cuando aún canto lo de la "pálida dama", me da escalofríos. Pero salió, qué le vamos a hacer.

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