Espejo en Estados Unidos
México, D.F. lunes 1 de febrero de 2000
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Editorial

CASO ELIAN: PONER FIN AL ABSURDO

SOL Como una historia absurda de enredos, la disputa por el niño Elián, el balserito cubano sobreviviente de un naufragio en noviembre -en el que murió su madre en un intento por llegar en balsa a Estados Unidos- que involucra el padre del menor residente en Cuba, al tío abuelo en Miami apoyado por la comunidad anticastrista, al Servicio de Inmigración y Naturalización de Estados Unidos (SIN), al Departamento de Estado de ese país y el gobierno cubano, parece no tener fin. Luego que los propios familiares del niño en Miami contribuyeron a hacer de él un emblema del anticastrismo -amén de la campaña del presidente Fidel Castro para convertirlo en símbolo de la revolución cubana-, ahora reclaman privacidad para su huésped, asediado día y noche por las cámaras, los micrófonos y los reflectores de los medios.

Cuando el pasado 6 de enero el SIN determinó que Elián debía regresar a Cuba para estar al lado de su padre, a quien por derecho elemental le corresponde la custodia del niño, parecía que el caso finalmente se resolvería con apego a las leyes familiares y se terminaría con el atropello cometido por el SIN, que entregó al menor a un familiar indirecto en Miami, en lugar de reconocer la custodia del padre. Sin embargo, y como era previsible, la poderosa influencia de los grupos más beligerantes del exilio cubano vulneró de nuevo la legalidad y, con maniobras legales, evitaron el regreso de Elián a Cuba y prolongaron lo que, sin duda, es el secuestro de un menor.

El viaje de las abuelas del balserito a Estados Unidos la semana pasada para entrevistarse con legisladores y autoridades de ese país, a fin de lograr el regreso del niño a la isla y evitar que, como pretenden en Miami, le atribuyan la condición de refugiado político y le den la ciudadanía estadunidense, aún no obtiene resultados. No obstante, La Habana organizó una recepción con todos los honores para las señoras, quienes regresaron a la isla el domingo con las manos vacías.

El absurdo alargamiento de un asunto que debió resolverse de inmediato con la entrega de Elián a su padre, es decir, con la aplicación irrestricta de la ley, revela la enorme influencia y poderío de la comunidad anticastrista en Miami. Ahora Washington es rehén de un monstruo creado y fortalecido al amparo de una política exterior intervencionista e injerencista, que evidencia ahora su lado más conservador. En el caso Elián, el Departamento de Estado, la Procuraduría General y la Casa Blanca parecen estar atados de manos por motivos políticos más que jurídicos y asistir como testigos mudos a la fractura de la legalidad en su propio territorio.

Como se ha señalado en este mismo espacio, el gobierno estadunidense está en la obligación legal y moral de devolver al pequeño cubano a su país y enfrentar el costo político del episodio en el ámbito interno. Es a todas luces una aberración que un asunto de derecho familiar siga siendo usado como botín político, tanto por La Habana, como por los sectores más cavernarios e irracionales del exilio cubano en La Florida.


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