ƑGlobalifóbicos vs. globeros?

* Alberto Aziz Nassif *

De nuevo el presidente Zedillo nos ha dado otra receta de esa sinceridad que lo caracteriza cuando está frente a la prensa extranjera o anda de gira por algún país democrático. Esta vez se juntaron las dos condiciones y el resultado fue muy interesante.

Hay dos tesis que el mandatario mexicano heredará al proceso de globalización en el mundo y a la conducción neoliberal de un gobierno: primero, que cualquier crítica en contra del libre comercio equivale a una fobia, a una globalifobia, y segundo, que gane quien gane en las próximas elecciones presidenciales, en México no cambiará el rumbo político ni el económico. ƑSe trata de un discurso económico globero, es decir, simplista y lineal?

La defensa del libre comercio que hizo en el Foro Económico de Davos tiene un tono religioso: "sólo con libre comercio hay crecimiento económico, salarios crecientes y protección de la naturaleza" (La Jornada, 28/I/2000).

En cualquier evaluación sobre el incremento de la pobreza en México a partir de 1982 los datos son abrumadoramente contrarios. En un reciente estudio sobre el programa Progresa que realizó el CIESAS, Alivio a la pobreza, se indica: "En México el salario real ha disminuido de manera constante. Como lo demuestran los datos oficiales, la pérdida del poder adquisitivo de los salarios mínimos en los últimos diez años ha sido de casi 55 por ciento. De igual manera, la concentración del ingreso es muy alta: en 1992, 20 por ciento de la población de más altos ingresos concentraba 54 por ciento del ingreso nacional, mientras 20 por ciento más pobre recibía sólo 4 por ciento" (Plan Nacional de Desarrollo, 1995-2000, p. 65).

Esta situación no es privativa de nuestro país, Ulrich Beck, en un excelente libro, ƑQué es la globalización?, nos dice: "En Alemania, los beneficios de las empresas han aumentado desde 1979 en un 90 por ciento, mientras los salarios sólo lo han hecho en un 6 por ciento. Pero los ingresos fiscales procedentes de los salarios se han duplicado en los últimos diez años, mientras que los ingresos fiscales por actividades empresariales se han reducido a la mitad" (p. 21). No sólo hay un incremento gigantesco del capital y una reducción de los salarios, sino un estrechamiento de los recursos fiscales. Solamente posturas globeras o globalistas pueden defender el modelo en sus condiciones actuales: la defensa de las condiciones laborales y ecológicas son básicas, y frente a un problema global es lógico que la impugnación sea también global y no sólo local, por lo que el doctor Zedillo resultó más neoliberal que los neoliberales; hasta el presidente Clinton, con una economía pujante, fue más sensible a los reclamos. ƑPor qué Zedillo hablará como un ganador de la globalización en un país que tiene a más de 60 por ciento de su población en la pobreza, entre moderada o extrema, y que en los últimos años ha perdido, en términos de bienestar y de igualdad, lo que se avanzó durante décadas? Los globeros reducen la complejidad de la globalización a una receta económica: ocultan que en México las ventajas para competir en la pista globalizadora son la supresión de la libertad sindical y la imposición de bajos salarios. Pero todo indica, como dice Beck, que el globalismo es un "virus mental" que ataca a ciertos políticos.

Otra tesis que el presidente Zedillo declaró al diario suizo Neue Zürcher Zeitung fue: quienquiera que gane las próximas elecciones presidenciales en México, "difícilmente podrá cambiar el rumbo que sigue el país, tanto en lo económico como en lo político" (La Jornada, 28/I/2000). Como si se tratara de un destino irrenunciable para tranquilizar a los inversionistas extranjeros o como si lo que ha hecho el gobierno de Zedillo fuera ejemplo de una política de Estado que asegura bienestar, justicia y democracia al país. Sin embargo resulta que es todo lo contrario: hoy tenemos más pobreza, más injusticia y menos resolución de los problemas vitales, pero con un discurso oficial que afirma que ya llegamos a la "normalidad democrática". Muchas correcciones se pueden hacer a la excluyente fórmula de integración que tenemos en México (TLC) y muchas reformas urgentes se necesitan para que el país tenga realmente un sistema democrático (reforma laboral y a los medios de comunicación, rendición de cuentas, equilibrio de poderes, etcétera). No obstante, Ernesto Zedillo se equivocó sólo parcialmente, tuvo razón en una cosa: si gana Labastida, tendremos seis años de más de lo mismo. Esperemos que el 2 de julio termine en México la época de los políticos globeros. *