* José Cueli *

šUn toro de lujuria!

šQué belleza de toro de Los Encinos! Al aparecer en el ruedo generaba una presencia de torería en el aire. Aire que no era más que un susurro frente al toro, al que un hormigueo le recorría la piel en deleite mágico. Un aura luz violeta le encendía el cuerpo colorado. La piel le vibraba en medio de tanta excitación. La textura y colorido de su piel transmitían ondulaciones al tendido. Unos pájaros que volaban sobre el coso en el despejado cielo azul, dueños del infinito, se perdieron en la misma vibración de su aleteo para contemplar al toro que airoso se plantó en la arena.

Berrendo en castaño, alunarado y rebarbo, testuz y patas largas, rabo largo, desafió a las cuadrillas. Húmedo el belfo cerviz, erguidas narices hechas humo agitándose como alas. Retadora y altiva la mirada de encastada nobleza, se arrancó de largo sobre el caballo y tomo un puyazo en todo lo alto, en que metió la cabeza debajo de la cabalgadura, empujando con los riñones y sin dolerse al castigo. Del encuentro salió como el amo del redondel.

Nada le intimidaba, ni el caballo, ni los toreros, ni la plaza. El castigo no le arredró y se creció al dolor. El hierro fue acicate a su casta y el morrillo poderoso enrojeció con la sangre los blancos lunares. Las banderillas lo enardecieron e iba al ataque con nuevos bríos e ímpetu šQué belleza del berrendo toro que en su embestida iba corneando el aire! Depositario de la bravura de los toros, cumplió el destino de su estirpe y difundió la magia del toreo al llevar la fatalidad en sus pitones. Realizó la ley incógnita de la casta en su mayor pureza para llevar a cabo su destino. El secreto de la muerte. Hermano de Los Encinos, ganadería que se presentaba en la México, fundió la belleza y la muerte en comunión de sangre y fatalidad torera y no encontró el torero que le permitirá lucir su cante.

No tenía vestigios de aristocracia, el Hermano de Los Encinos, al vestir de terciopelo berrendo alunarado. Tapiz de oro tenía para pisar fuerte en su camino a la barrera donde se encontró con otra belleza, la de la rejoneadora francesa María que al verlo le lloraron los ojos encendidos en las pestañas toreras. Lástima que sólo se parpadearon miradas sin encontrarse para poder entregarse al cante.

El toro la buscaba, seguro, para que le meciera la niña verónica sin encontrarla. Sólo se encontró a su matador, El Cuate Espinoza, sin idea de lo que es un toro bravo, al que desperdició. De cualquier modo, los cabales asombrados, veíamos cómo se abría paso el burel y rompía el aire, orgulloso de torear al torero.

šQué belleza de toro! Que se desmayaba al embestir y dejaba un grato incienso de aromas toreros en el misterio de la hora soñada por los aficionados. El resto de los toros de Los Encinos, aún sin la belleza de su hermano, permitieron el toreo, pero sin encontrar. Cabe destacar el toro de la rejoneadora que desafortunadamente se rompió un pitón y el primero, el segundo y el cuarto. Triunfal debut de la ganadería de Los Encinos que dará mucho de que hablar šFelicidades, ganadero!