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* Lourdes Galaz *
Neoliberales, uníos
* Ernesto Zedillo dio la nota en Davos... * George Soros dio la reflexión a políticos y empresarios... * Aquí los globalifóbicos son mayoría con credencial de elector...
Y allá en Davos, el
Presidente mexicano se
declara neoliberalista y revela la existencia de una alianza de grupos de extrema derecha, de izquierda, ecologistas y sindicalistas unidos por su globalifobia en los
países desarrollados
para atacar al libre
mercado
Al encuentro anual de los ricos en el World Economic Forum (WEF) asisten por conveniencia algunos jefes de Estado y de gobierno, y otros son invitados porque así conviene a los intereses de los que controlan la economía mundial y, por cierto, financian el evento. Y como en estas reuniones siempre hay alguien que atrae la atención por lo que dice o hasta por lo que deja de decir, esta vez, en el tercer día de trabajos, George Soros, el húngaro multimillonario con residencia en Nueva York, dio la nota: ''Urge un cambio... los procesos políticos se han deteriorado dramáticamente''. Más aún, el analista que ha hecho cimbrar los mercados financieros del mundo con sus declaraciones, se manifestó a favor de la justicia social en las naciones de menor desarrollo, y de la conservación del medio ambiente en todo el planeta. Ciertamente, nadie se atrevería a calificar como globalifóbico al señor Soros, ni siguiera los ejemplares de la tecnoburocracia del Fondo Monetario Internacional, a la que en los últimos años ha acusado de falta de pericia para apoyar con políticas eficaces a los países pobres.
El inversionista con acciones en negocios que operan en todo el mundo sorprendió a los ejecutivos y presidentes de empresas de las mil compañías con mayores ventas en nivel mundial; ya ni se diga cómo dejó fuera de lugar a uno que otro jefe de gobierno invitado a Davos. Les dijo que las corporaciones deben combinar los grandes negocios con otras prioridades (justicia social y medio ambiente, por ejemplo) y aceptar una ética diferente en las relaciones entre los gobiernos y las empresas, separando claramente sus intereses. Más aún, el multimillonario condenó abiertamente la complicidad que existe entre los políticos y los empresarios: unos atienden a quienes los financian y los otros saben que la política es un negocio. Bueno, hasta llegó a sugerir una alianza de políticos y empresarios para exhortar a los gobiernos de países en desarrollo a que mejoren la condición de vida de sus ciudadanos... Quién imaginaría que un empresario de ese nivel llegara al foro económico mundial ųque financian las corporaciones más ricasų a hablar de política, y que algunos políticos del Tercer Mundo en el mismo ambiente llegaran a defender con todo el libre mercado y la globalización de la economía.
Con razón aquí se difundió como la noticia más relevante del foro económico mundial el discurso del presidente Ernesto Zedillo, donde defendió a ultranza la globalización de la economía. Para nada hizo referencia a la importancia de la política, salvo en una entrevista publicada por un diario suizo, donde habló de su gallo, el candidato Francisco Labastida. Diría allá en Davos el mexicano que ningún país debe ''menguar los esfuerzos serios por seguir liberalizando el comercio y la inversión'', y lo escuchaban miles de empresarios, jefes de Estado, intelectuales, líderes sindicales y de organizaciones ecologistas. Los análisis de George Soros sobre la relación políticos-empresarios no llegaron a ser noticia. Por cierto, Zedillo jamás hizo referencia a que algunos oradores habrían exigido que la apertura de mercados mostrara una ''cara más humana''. Qué va, refieren las crónicas que el presidente mexicano fue más radical en su discurso y más activista en las sesiones del foro que el mismo Bill Clinton, quien sólo estuvo tres horas en Davos, tiempo suficiente para hacer campaña a favor de la continuidad de su política económica y comercial más allá de noviembre de 2000, cuando hay elecciones presidenciales en Estados Unidos. Qué va, el mexicano participó en reuniones con el líder de la poderosa central de sindicatos AFL-CIO, John Sweeny, que se ha manifestado contra la liberalización del trabajo, y con Mike Moore, director de la Organización Mundial de Comercio, a quien las organizaciones ambientalistas y de derechos humanos dieron un revés hace apenas tres meses, en el encuentro ministerial de Seattle, que pretendía impulsar la Ronda del Milenio para acordar la liberalización de la inversión y los servicios como la mano de obra y la educación en todo el planeta.
Y allá en Davos, el presidente Zedillo se declara neoliberalista y revela la existencia de una alianza de grupos de extrema derecha, de izquierda, ecologistas y sindicalistas unidos por su globalifobia en los países desarrollados para atacar al libre mercado. Y el mexicano ni hace referencia ni toma en cuenta que acá en naciones menos desarrolladas, como este México nuestro, los globalifóbicos son mayoría, si en esa categoría se incluye a quienes ''apelan a argumentos emocionales como la ansiedad por la pérdida del empleo, la inquietud a favor de los trabajadores explotados o la preocupación por la transferencia de capitales'', como mencionó acertadamente frente a Zedillo y a otros tantos jefes de gobierno y cientos de empresarios el director de la OMC, Mike Moore. Y es que cuántos han perdido el empleo en los últimos tres sexenios, cuántos han dejado de recibir servicios médicos de instituciones públicas, cuántos han cancelado su futuro en las universidades subsidiadas por el Estado, cuántos han abandonado sus parcelas en el campo desde que la globalización nos arrolló y comenzó la gran transferencia de capitales hacia el mundo desarrollado para cubrir los intereses de la gran deuda nacional, acrecentada en cada renegociación con el aval del Fondo Monetario Internacional... cuántas emociones, cuánta ansiedad, cuánta inquietud (parafraseando a Mike Moore) se ha vivido en este México nuestro desde que el neoliberalismo nos alcanzó: libre comercio, estímulos a la inversión extranjera, apoyos a la empresa trasnacional, competencia, privatización, desnacionalización concentración de capitales, flexibilidad laboral, transformación del Estado de subsidiario a regulador... y la vida sigue gane quien gane en las elecciones de 2000, asume Zedillo y regresa con las glorias de Davos.
En tiempos
* Listo, el proyecto de
los chicos de Gurría
* Innecesario coraje de López Obrador por una encuesta
* Labastida, otro enojón
Dicen los chicos de Gurría que ya están listos para presentar a los diputados el proyecto de ajustes presupuestales que acordaron los legisladores en diciembre pasado cuando, para no regresar el Presupuesto a Ernesto Zedillo, el Congreso ordenó una reasignación de 15 mil 500 millones de pesos a favor del gasto social. Sólo falta que Zedillo autorice los recortes de casi 6 mil millones de pesos en proyectos de inversión de Pemex y la CFE, y de unos 2 mil millones en inversiones programadas por la SCT y la Comisión Nacional del Agua. Dicen que el propio Zedillo fijó el criterio para los recortes: no dejar proyectos a la mitad, cancelar obras que no habían sido licitadas y cuidar que no existieran contratos ya suscritos para evitar demandas. Así que los proveedores consentidos de esta administración no tienen nada de qué preocuparse.
Hasta en el cuartel de Carlos Imaz, el jefe perredista en el DF, comentan que Andrés Manuel López Obrador no se midió en su coraje cuando conoció los resultados de una reciente encuesta de Alduncin y Asociados, donde el aspirante a jefe de Gobierno aparece en el tercer lugar de las preferencias. Dicen que hasta ''habló de más y sin necesidad'', pues el PRI y Jesús Silva Herzog no las traen todas consigo. Es que šhasta los priístas afirman que su candidato no hace campaña! Y, más aún, Manuel Aguilera, el oficialmente responsable de la campaña, ''trabaja bajo sospecha'', pues el equipo de Silva Herzog le tiene desconfianza, tanto, que el viernes destaparon a José Monroy Zorrivas para el PRI-DF. Los amigos de Aguilera aseguran que si su partido lo postula como candidato a senador, le ganaría de calle a Diego Fernández de Cevallos. šAh!, el panista ya reconoció que quiere ser el líder del PAN en el Senado... y en el cuartel de Santiago Creel están felices porque el jefe Diego les ayude a levantar la campaña...
Qué sensibles andan los candidatos, tanto que hasta olvidan aquel consejo de las abuelas: ''El que se enoja pierde''. Y viene a cuento porque esta semana, en Monterrey, el presidenciable oficial tuvo otro arrebato de ira. Resulta que el equipo del priísta aceptó un panel con tres conductores de noticiarios de radio, que sería transmitido en vivo y en directo. Labastida perdió el control cuando los entrevistadores lo interrogaron sobre los resultados de su gobierno en Sinaloa. Tanto fue así, que cuando la periodista Martha Zamarripa hizo referencia a aquella histórica concertacesión PRI-PAN, que llevó al panista Humberto Rice a la alcaldía de Mazatlán a cambio de que el blanquiazul entregara al PRI el ayuntamiento de Culiacán, Labastida acusó a la entrevistadora de preguntar ''como opositora''... y el asunto llegó a tal grado que, ya para concluir el panel, la gente de Labastida y los directivos de la radiodifusora inventaron a un conductor de noticias de MVS para que cerrara la transmisión.