* Guía triste de París marca su regreso al género
Bryce Echenique: bueno o malo, el cuento sólo se gana por nocaut
* El escritor peruano ofrecerá una tertulia en Guadalajara
César Güemes, enviado/ II y última, Guadalajara, Jal., 26 de enero * No se detiene, en parte porque los compromisos de trabajo no se lo permiten y en parte porque su regreso a Perú, como él mismo explica, es más bien un ejercicio de rebote, de pausado aterrizaje. Se encuentra en México a fin de impartir la Cátedra Julio Cortázar y de acompañar la aparición de su nuevo libro, Guía triste de París (Alfaguara), con el que regresa a la narración breve. Alfredo Bryce Echenique ofrecerá este jueves una tertulia literaria, con entrada libre, en el café Las Sombrillas, del Centro Histórico de esta ciudad.
-Dentro del libro que ahora da a conocer hay algunos textos que en su momento fueron trabajos periodísticos. Es poco lo que se conoce de usted, dentro de ese terreno, con la salvedad del volumen de crónicas A vuelo de buen cubero.
-Luego se hizo una edición ampliada de ese trabajo con el título de Crónicas personales. Esa es una labor inspirada por el nuevo periodismo estadunidense. Me fascinaron los libros de esa generación. Creo que todos los elementos con que me he acercado al periodismo provienen de la literatura. Las técnicas y procedimientos, cuando he querido hacer algo serio, son narrativos. Y hasta ahora continúo escri-biendo para la agencia española Efe, dentro de la columna Grandes Firmas, espacio en el que han escrito Carlos Fuentes, Alejo Carpentier, Juan Carlos Onetti y Gabriel García Márquez. Me invitaron a colaborar y tengo toda la libertad posible. ''No voy a la noticia, pues, las notas ya van caducadas. No doy ninguna primicia, sino que escribo sobre la visita a cierta ciudad, la lectura de cierto libro o en ocasiones algún capítulo del apartado de mi obra que he titulado Antimemorias. Es un periodismo francamente literario. Además hago textos para el suplemento cultural de El Comercio, diario peruano".
Retomar la nostalgia
-Ahora regresa al cuento que había dejado de escribir luego de que publicó Huerto cerrado y La felicidad, ja, ja. ƑA qué se debe este retorno al género que le abrió sitio en la literatura?
-A la nostalgia. Cuando advertí que al escribir estas crónicas parisienses aparecía en gran medida la ficción, supe que era la oportunidad de hacer más cuento. Fue un doble gusto: por una parte trabajar en el género y por otra rencontrarme con París. Viví allá tantos años que llegué a la conclusión de que ya no me interesaba. Era un enfriamiento total. Pero cuando trasladé todo aquello a la literatura, renació el calor que me generaba esa ciudad.
-El libro lo mismo se pudo llamar ''Guía irónica o nostálgica de París''.
-Sí. Creo que lo de triste lo escogí un poco por lo insólito del título. ƑQué podría ser una guía triste? Quién sabe. Hay guías prácticas o gastronómicas, buenas y malas, pero tristes no. Quizá el libro sea una guía de todo lo que no hay que hacer en París.
-ƑCómo ha cambiado su manera de trabajar en la época reciente, sobre todo ahora que retornó a Perú?
-Desde que volví no he hecho nada. Postergué mi regreso, porque tenía tres libros pendientes, Reo de nocturnidad, La amigdalitis de Tarzán y este nuevo. No los quise escribir en Lima porque sabía que como recién llegado aquello iba a ser un desorden entre lo bueno y lo malo de la adaptación. En Perú no habría podido escribirlos.
-ƑQué tan complicado es ir de La vida exagerada de Martín Romaña o Un mundo para Julius, novelas cada una de más de 500 cuartillas, al ejercicio de relojería que propone en Guía triste de París?
-Es muy complicado, porque el aliento de la novela es largo, es el combate de box que como decía Cortázar hay que ganarlo por puntos; un capítulo es mejor que otro, hay algunos de transición y demás. Mientras que el cuento o lo ganas por nocaut en unas pocas páginas o ya fracasaste. No hay cuentos regulares, sino buenos o malos.
''Luego de toda esa vida dedicada a las novelas, me fue difícil escribir un cuento porque planifico las cosas al escribir. Casi no hay suspenso en mis textos y he llegado a comenzar por el final y luego escribo el cómo o a quiénes les pasó lo que ahí narro. Me ha gustado irme literariamente por unas ramas rarísimas. Eso ya estaba en Cortázar, claro, no invento nada nuevo."
-Este jueves participará en una modalidad de la cátedra Cortázar que es el café literario, un encuentro y un diálogo con los lectores. ƑCómo lo espera?
-Lo que busco es la comunicación muy directa, la cercanía con las personas interesadas. No será una perorata mía, porque para el momento del café literario ya habré dictado aquí en Guadalajara cuatro clases y todavía me faltará la conferencia magistral del viernes. Este jueves estaré callado tanto tiempo como me lo permita el público a fin de que puedan expresar lo que gusten. Quiero conversar, sentir la participación de todos en la tertulia.
Más arqueología que realidad viva
-Su regreso a Perú no es una suerte de descanso.
-Mira, es muchas al mismo tiempo. Todavía no puedo hablar de un regreso como tal, estoy recién llegado. Hablaba por ejemplo con un amigo que estuvo fuera no más de cinco años y le había costado un trabajo horrible readaptarse. Y pienso, Ƒcómo estaré yo que estuve 35 fuera? Hay un momento en que te desesperas, claro, tu mundo ya desapareció, tus lugares caducaron, lo que buscas en un regreso así es más arqueología que realidad viva. Por lo pronto decidí hacer un taller de narrativa para acercarme al hoy y al mañana de la literatura de mi país. En Perú siempre fue mejor el pasado. De todas maneras, creo que en tres o cuatro años comenzaré a sacar mis conclusiones.
''Además, como es el azar el que decide, la verdad es que luego de tocar tierra peruana tuve que irme a España, después México, Colombia, Argentina y Chile. Así que no he llegado a Perú, sino que reboto en él. Ahora vengo de nuevo a México y en breve salgo a Madrid para presidir el jurado del premio de novela de Alfaguara. Los viajes no me dejan en paz, no acabo de llegar. Y en agosto voy a una universidad española. Caramba, no sé cuándo podré parar. Creo, sin embargo, que todo esto me sirve para hacerme menos duro el aterrizaje. Voy de a poquito, se me van pasando las neuras."