* Que sea un pastor como los tatic Samuel y Raúl, imploran fieles católicos
Petición al Señor de Tila: un obispo que vea por los pobres
* La Iglesia autóctona va a continuar a pesar del cambio en la diócesis de San Cristóbal, señala el párroco Heriberto Cruz
Blanche Petrich, enviada, Tila, Chis. * El 15 de enero, fiesta principal del Señor de Tila, el párroco del santuario pide en misa solemne durante el ofertorio ''por que el obispo que venga a Chiapas sea un pastor como el tatic Samuel y el tatic Raúl, que quiera y vea por los pobres''. Lleno a reventar el templo, los feligreses responden: ''Te rogamos, señor''.
Voz de Pedro Infante y trayectoria típica del equipo cercano de Samuel Ruiz, Heriberto Cruz encabeza durante dos días intensos la festividad máxima de los choles católicos. En memoria de un ''milagro certificado'' ante el Vaticano, fechado en 1693, cada año en la víspera de su fiesta se realiza la ceremonia de la ''renovación'' del Cristo, una impresionante escultura del siglo XVI labrada por Quirino Catano, el mismo autor del Cristo de Esquipulas.
El párroco en turno acicala la figura, limpia y pule la madera antigua con aceites, la viste con túnicas que ofrendan las beatas, le cambia la peluca ųeste año, el donante fue un estilista gay de San Francisco, devoto del Cristoų y lo corona con oro y espinas.
Trepado en una escalera, Cruz procede prolijamente. Mientras, el mariachi entona Las Mañanitas y cientos de fieles miran desde abajo y en silencio las manos del sacerdote. Más tarde, confiesa que es el ritual que más lo conmueve y emociona. Considera que también el Señor de Tila es un sobreviviente de los embates de la represión. En los años de la persecución religiosa posrrevolucionaria, el comecuras Tomás Garrido Canabal intentó varias embestidas contra ese santuario, objeto de adoración de miles de tabasqueños. Nunca pudo con él. En estos años recientes de acoso contra la diócesis y los movimientos sociales por parte de los paramilitares de Paz y Justicia, el Señor de Tila ''ha sido nuestro portero, el que nos para todos los goles'', dice Cruz.
El, lo mismo que Joel Padrón, forman parte del Consejo de Consultores de la diócesis que, desde la sede en San Cristóbal, prepara las condiciones para la futura transición. Aun dentro de los marcos institucionales, la actitud del párroco de Tila va más allá de la simple obediencia crítica con la que el resto de sus compañeros acataron la orden papal de remover a quien se esperaba sería el sucesor natural y continuador de la obra de Samuel Ruiz: Raúl Vera. ''Seremos obedientes con quien venga, pero el Evangelio nos pide ser audaces'', expresa.
Porque, agrega, ''con el próximo obispo, o a pesar de él, este proceso de Iglesia autóctona va a continuar. No hay ninguna otra diócesis en América Latina donde el pueblo se sienta tan Iglesia como la de San Cristóbal. Y no lo digo yo, lo dijo Hélder Cámara''.
Villano favorito
La lista de los clérigos non gratos para Gobernación la encabezan Heriberto Cruz y Joel Padrón, párroco de Simojovel, ambos diocesanos. Más de una vez le han pedido en Bucareli a Ruiz García la remoción de ambos sacerdotes. Cruz, vicario de la zona norte y villano favorito de la contrainsurgencia en la región chol, vive portando un amparo en contra de una orden de aprehensión, acusado de asociación delictuosa, sedición, distribución de armas y hasta violación. Coahuilense de origen, en otro momento también tuvo una orden de expulsión del país, como ''cubano'', por ''intervención en asuntos internos'', en la misma acta que expulsó a los sacerdotes Loren Riebe (estadunidense), párroco de Yajalón; Rodolfo Izal (español), de la parroquia de Sabanilla, y Jorge Barón (argentino), de Tumbalá.
En 1994, en pleno calor de la refriega, fue acusado de guardar armas en la parroquia de Tila, el principal santuario del sureste. Pero la acusación más dañina contra él es que se niega a bautizar a los hijos de los que no son zapatistas. ''La calumnia es la peor arma de todas y es una de las preferidas en la guerra de baja intensidad. Quisimos hacer una Iglesia para todos. Pero hubo quienes se marginaron, principalmente que prestan oídos al PRI'', dice. El sacerdote explica que muchos fieles, mestizos e indígenas, fueron persuadidos por autoridades priístas de no acudir a las pláticas de la iglesia, con el argumento de que en ellas ''sólo se habla de zapatismo''. Estas mismas autoridades mantienen cerradas al menos 20 de las 40 iglesias de la región y sólo permiten que se oficie misa cuando llegan sacerdotes de fuera de la diócesis. Uno de los curas más asiduos es Pedro Barba, de La Conchita, Tabasco.
''Lo novedoso ųdice Cruzų es que la vida de la Iglesia sigue; se siguen formando ministros, catequistas y prediáconos. Y aunque en San Cristóbal cambien de obispo, lo que se sembró durante 40 años va a seguir caminando. Esta Iglesia india es autónoma, ya no depende de nosotros. Por eso, en las cartas que las comunidades han dirigido por cientos al Vaticano estos días, hay muchas que expresan tristeza por el retiro del coadjutor, pero también dicen: ya nos sabemos el caminito''.
ųFormaron bajo los valores de opción por los pobres a esta generación. Pero vendrán generaciones que se formen en una línea distinta, con otros valores.
ųEstos pueblos llevan resistiendo 500 años. Aquí hay una fe viva que ha superado siglos de discriminación. Los indígenas podrán salir de sus pueblos, ir a otros estados, estudiar y hasta hacer una carrera. Pero cuando va a empezar la cosecha siempre regresan a darle de comer a la tierra, a encender sus velas.
''Pero sobre todo veo que algunas ermitas ya abrieron y se llenan de gente. Y en donde no han recuperado sus ermitas se organizan las ceremonias y la lectura de la Biblia en las casas. Yo veo en la forma como la gente se superó después de la represión en Tila, una señal: la represión hace que la gente se repliegue y en el repliegue se fortalece'', comenta.
En los municipios de Tila, Sabanilla y Salto de Agua hubo 450 muertos y 4 mil desplazados por la violencia desatada por paramilitares priístas que aplicaron una ''limpieza antizapatista'' entre 96 y 97. ''Fuimos y somos el laboratorio de la guerra de baja intensidad'', dice Cruz. A fines de 1997, el ensayo culminó en Acteal. Pero las baterías de Paz y Justicia se dirigieron no sólo contra la base social zapatista, abundante en esas latitudes, sino también contra la Iglesia católica: además de los templos cerrados, decenas de catequistas fueron apresados; varios siguen en Cerro Hueco; hubo incluso algunos asesinados. Aquí fue emboscada una caravana de vehículos en los que viajaban los obispos Ruiz y Vera.