* La diva y vamp de carne y hueso habla en exclusiva para La Jornada
Expresar libertad e inspiración con la música es algo que disfruto mucho, dice Ute Lemper
* Cantará dos noches en Bellas Artes y será figura principal del Festival del Centro Histórico
* Bertolt Brecht fue quien puso en contexto los sonidos de Kurt Weill, considera la intérprete
Pablo Espinosa/ I * Mediante el hilo telefónico desde Nueva York, su voz resuena en cada poro, estalla en cada vena, irrumpe plena en su deidad carnosa. El mito, la diva, la vamp, la devoradora de hombres de papel pero abrasadora de hombres de a deveras, la heredera de las leyendas de las grandes del canto de la historia, Marlene Dietrich y Edith Piaf, la máxima estrella del firmamento canoro más exquisito es, he aquí la prueba, real: Ute Lemper de carne y hueso, en entrevista con La Jornada.
Señora de los escenarios máximos del mundo, por igual emblema del teatro cabaret que de la ópera, del género canción en la mismísima vanguardia que el más tradicional aroma disponible para ser cantado e inhalado, la discografía de Ute Lemper (en su totalidad disponible en México bajo el sello DECCA) es devastadora: Ute Lemper Sings Kurt Weill (dos volúmenes), Threepenny Opera (una versión opulenta, con orquesta sinfónica y reparto formidable); The Seven Deadly Sins (Los siete pecados capitales, obra, como su nombre lo indica, capital; sería un pecado no conocerla); Mahogany Songspiel (una decantación sublime de la caída y ascenso de Mahagony); Prospero's Book (Michael Nyman, también una estación capital, el arte del cine según Peter Greenaway y su complemento, la música, con maese Nyman); Songbook (Michael Nyman/ Paul Celan, un bocado de cardenales: la música de Nyman y la poesía sublime de Celan, ese emblema del más profundo espíritu francés); Illusions (una joya: canciones de Edith Piaf y Marlene Dietrich); City of Strangers, Berlin Cabaret Songs (en dos versiones: inglés y alemán) y el más reciente, que está por llegar a nuestro país: Punishing Kiss, un beso paradisiaco con el que interpreta canciones de Nick Cave, Elvis Costello, Philip Glass y Tom Waits, entre otros maestros.
Ute Lemper viene a México. Será la figura principal del Festival del Centro Histórico. Cantará en el Palacio de Bellas Artes durante dos de las primeras noches del próximo abril (5 y 6). Mientras, su voz, en entrevista, hace discurrir su mente brillantísima por los senderos de su canto, materia prima de temas caros a su fino arte: la crítica social, la fuerza de las mujeres, el placer de la belleza que procura el arte de la actuación cantando. Con ustedes, Ute Lemper:
El reino del dinero
-Kurt Weill, uno de los autores que más ha interpretado usted, está a punto de ser centenario, el 2 de marzo, Ƒhabría vigencia de su crítica social?
-Si hablamos del impacto social y político de sus partituras, tendríamos que mencionar a Brecht por delante, pues fue éste quien puso en contexto los sonidos de aquél. Es precisamente la veta ideológica, política y filosófica la que los une y los separa con los años. Pero siempre constituyen un contexto. A mí me encanta Brecht y en especial sus colaboraciones con Weill. Pusieron la vida en canciones, hasta el punto del crispamiento: pusieron el corazón a rodar sobre el filo de una navaja de afeitar. Desde el dolor del alma, o bien desde el corazón, dibujaron personajes: gangsters, criminales, supervivientes, prostitutas. Desde las casas de putas, el sentido de lo moral o de lo inmoral en el contexto social, el sentido de la hipocresía moral, el sentido de la moralidad del dinero, del capitalismo. Una serie de temas de interés profundo.
''Ciertamente hoy tenemos conceptos diversos acerca de lo que es el capitalismo, por ejemplo, o las comunidades socialistas, simplemente porque estamos a unos 80 años de distancia de cuando Weill y Brecht disertaron sobre ello. Pero por supuesto que hay una vigencia, desde el momento que vivimos un concepto de capitalismo donde la moral está completamente orientada hacia el dinero. Sólo una cosa reina en nuestros días: el dinero, encima de la ausencia de justicia, equidad entre las personas, entre los individuos. No hay justicia, no hay equidad. Sólo hay un jefe: el dinero. Y bajo ese principio, todos son corruptibles, por igual el cura que el político o el maestro de jardín de niños. Eso es vigente: el reino del dinero, la moral monetaria. Esa es nuestra sociedad.
''Es por eso que encuentro interesante, incluso útil, interpretar esas canciones que contienen una fuerte crítica social, puesto que expresan tabúes, una moralidad diversa de la que vivimos. Y disfruto mucho, entonces, el ser capaz de expresar libertad a través de la música. Libertad e inspiración, juntas.''
-Entre los autores modernos, Ƒhabría para usted un sucesor de Weill?
-No parece necesitarlo, si entendemos que Weill sigue vigente, incluso si hubiera tenido suerte hoy seguiría vivo; murió joven, a los 50 años. Sigue siendo un compositor del siglo que vivimos, un autor del siglo veinte. Quizá en cuanto entremos al nuevo siglo, Weill será depositado en algún rincón de la historia, pero no lo creo, porque Weill construyó un arco temático y musical muy sólido que lo ubica inclusive por encima de muchos compositores que escribieron después de él: la variedad de sus composiciones incluye a su vez los límites que se han impuesto otros autores, estadunidenses, alemanes o franceses, incluso los autores de música fácil de escuchar, o bien la muy ligera o la que se dirige al mal de amor. Sus partituras resultan siempre más profundas, si es el caso más dolorosas, o bien humorísticas. Sus temas traspasan los destinos, las migraciones, las raíces musicales y culturales.
-ƑQué tan deliberada es su elección, cuando canta, de personajes femeninos fuertes?
-En mis canciones no siempre hablan mujeres precisamente fuertes. Son, más bien, sobrevivientes. En el sentido de que así hayan padecido el infierno, así hayan sido perdedoras, tienen una percepción máxima de supervivencia, y no importa entonces el tamaño del infierno, la cercanía del fin del mundo para ellas: sobreviven. Lo que resulta interesante es poder apartar, para observarlo humanamente, el sentido de la existencia. Separar la vida de sus atamientos, sus ganchos, sus ataduras a lo que se denomina ''vida organizada", lo que sea que eso signifique: posición económica, familia, clase social, educación, trabajo, y experimentar entonces lo que es la vida sin esos ''valores", sin esos referentes, sin esos salvavidas y examinar de otro modo entonces las situaciones y los destinos. Las canciones que interpreto se dirigen a este punto. En el caso del repertorio que proviene de Brecht la situación didáctica, en el sentido brechtiano, es obvia, en cuanto a juicios morales, pero también es evidente que se trata de situaciones dramáticas, de actitudes que rompen las reglas, que irrumpen contra el moralismo estático de la sociedad.