* Luego del cerco, a la toma del Congreso y a la unión con militares
Exitoso, el levantamiento popular pacífico
Ramón Vera Herrera, enviado, especial para La Jornada, Quito, 21 de enero * Desde la tarde del jueves numerosos contingentes indígenas, sindicales y barriales sitiaron la sede del Congreso. Toda la noche velaron ahí pese al fuerte dispositivo de se- guridad policial desplegado con alambre de hojas de navaja y cajas de explosivos. Los grupos se desplegaron en torno a la manzana y no dejaron salir a nadie, ni del Congreso ni de los edificios aledaños.
Fueron momentos difíciles en los que parecía que la multitud iba a producir enfrentamientos entre la población. Quienes intentaban salir eran devueltos, entre risas y em- pujones afables, y recibían escupitajos, buches de agua, se les pintaba la cara con betún y en algunos casos los cargaban.
El equilibrio entre la irreverencia popular y el hostigamiento pendió de un hilo, empujados por personajes con máscara de changos y otros animales, que en las fiestas populares llaman al desorden, al gesto sexual y al abandono. Incluso Antonio Vargas recibió también su dosis de agua y bromas.
8:30 horas: Los contingentes, a la voz de "šciviles, civiles!", dieron paso franco a todos los que habían permanecido en el interior de oficinas y habitaciones y entonces la multitud cerró el cerco, los indígenas brincaron el alambre y con la fuerza de miles tomaron sin incidentes el Parlamento.
Los efectivos de seguridad no reprimieron y el capitán de la policía, César Díaz, al mando de uno de los pelotones, comentaba: "Estoy muy emocionado y por supuesto estoy con este levantamiento popular, porque nosotros también sentimos la pobreza y el desprecio. No importa morir dos veces, una como hombre y otra por grandeza".
Desde ese momento y a lo largo del día grupos de personas se arremolinaban en algunos establecimientos de electrodomésticos para ver por televisión los sucesos. Gritaban de gusto, comentaban con quien se dejara, en los bancos y en los expendios, su repudio al gobierno de Jamil Mahuad y a los corruptos, y desde los carros, los puestos callejeros, las fondas y los comercios, las radios permanecieron encendidas.
10:30 horas: Algunos piquetes de sindicalistas e indígenas logran posesionarse del palacio de Justicia. En pocos minutos, también el Ministerio de Energía y Minas, la Contraloría de la República, y comienzan a organizarse guardias populares para resguardar las instalaciones.
En la azotea del Congreso comienza a ondear, junto con la insignia ecuatoriana, la huipala, una bandera arcoiris que simboliza las nacionalidades indígenas de Ecuador. La gente corea: "No queremos, y no nos da la gana, ser una colonia norteamericana".
11 horas: Sesiona por primera vez el Parlamento Nacional de los Pueblos en el recinto del Congreso, con la presencia de los 44 delegados de las 22 provincias ecuatoria
nas que desde días anteriores han deliberado lo que hoy se anuncia al mundo: una declaración en la que se nombra una Junta de Salvación Nacional, que entre vivas, gritos, consignas y aplausos de los presentes proclama al coronel Lucio Gutiérrez como presidente, a Antonio Vargas presidente del Parlamento Popular y a Carlos Solórzano Constantine como presidente de la Corte Suprema de Justicia.
Los tres integrantes de este gobierno transitorio dan a conocer una declaración de 10 puntos entre los que destacan el comienzo de un diálogo permanente multicultural en un Estado único pluriétnico y pluricultural, el rechazo a cualquier empresa que prede los recursos naturales y ponga en peligro la sustentabilidad del país, y el rechazo a la base militar estadunidense en Manta.
12 horas: El tránsito en las avenidas se mantiene aunque por la mañana algunos taxis fueron agredidos con palos al grito de "traidores", pues los transportistas no se habían sumado al paro; en el barrio turístico la gente está al pendiente de las noticias, pero la vida sigue su rumbo y los puestos callejeros de artesanías, los cambiadores de dólares, los restoranes y las tiendas de curiosidades, las agencias de viajes que ofrecen excursiones arriesgadas a las islas Galápagos, a la Amazonia o alguno de los volcanes, siguen haciendo negocios.
Comienza a propalarse la noticia de que un grupo de mandos medios se ha posicionado frente al movimiento popular y lo apoya incondicionalmente. El ex presidente del Congreso acusa de sediciosos a los oficiales e insta al Parlamento a sesionar en Guayaquil para una reunión extraordinaria.
Los parlamentarios del Partido Izquierda Democrática (de la Segunda Internacional) renuncian en bloque. El diputado Julio Novoa afirma: "Si el pueblo pide que nos vayamos a la casa por haber fallado, como congresistas elegidos por ellos tenemos que obedecer el mandato popular."
13 horas: El comando conjunto de las fuerzas armadas, en voz del ministro de Defensa, general Carlos Mendoza, hace un pronunciamiento público: "Las fuerzas armadas y la policía nacional en su estructura y en sus mandos están monolíticamente cohesionados frente a los graves problemas que vive la nación. Las fuerzas armadas y la policía nacional demandan al presidente de la república, el mismo que tiene conocimiento de la gravedad de la crisis, tome una decisión constitucional urgente, basado en el marco jurídico, que propenda a preservar la tranquilidad en el país y evite el aislamiento internacional de la nación. La institución militar y la policía nacional defienden y respaldan el sistema democrático, amén de lo que establece la Constitución".
"Además, los mandos militares y policiales exhortan al personal militar y de las fuerzas armadas y de la policía nacional, a los movimientos indígenas y de clase a deponer actitudes que dificulten la búsqueda de medidas constitucionales, en beneficio de las diligencias y pronunciamientos del pueblo. Las mismas que serán legitimadas y respaldadas por las fuerzas armadas en el marco constitucional, ya que será la voluntad popular de la mayoría de los ecuatorianos quien decida los destinos de la nación".
14 horas: En la sede del Congreso una multitud realiza un mitin mientras se colocan barricadas para impedir que las fuerzas de seguridad retomen el edificio. Un joven indígena arenga a la multitud entre las voces de todos que gritan y gritan "vamos pueblo, carajo, el pueblo no se ahueva, carajo".
Pero en un hueco del aliento de la gente, puede decir: "Ya sentíamos desde que el miércoles apareció un arcoiris alrededor del Sol que nuestra huipala ondearía junto con la bandera ecuatoriana. Porque hoy hemos revocado el mandato del presidente, porque somos como una gota de agua que lleva años escurriendo la roca. Hoy hemos rajado esa roca. Somos una gota de agua".
Hay sorpresivamente un revuelo entre los espectadores más alejados, y de entre la multitud surgen varios oficiales del ejército, pero en vez de que la gente los agreda o les tema, se mezclan entre todos y cruzan hacia el recinto legislativo. Han estado reunidos en la sede del Partido Comunista, justo enfrente, y traen alguna diligencia para el Parlamento de los Pueblos. Es extraña la sensación de verlos juntos, como quizá nunca an- tes, pero los ecuatorianos se plenan y aplauden: "Arriba los militares honestos", gritan como una marea que va hasta los extremos y regresa al silencio.
Muchos traen radios portátiles para seguir los acontecimientos y mientras la gente comienza a caminar hacia el centro para acercarse al palacio de gobierno, un rumor, surgido de los radios permea entre los presen- tes: "Los altos mandos se entrevistaron con Jamil, van a declarar".
15 horas: El general Carlos Mendoza, jefe del comando conjunto de las fuerzas armadas, sale de su entrevista con Mahuad y declara: "Le hemos dicho al presidente de la república que le hemos retirado el apoyo de las fuerzas armadas; le hemos recomendado que renuncie, es todo".
Es la señal para que la multitud se vuelque al palacio. Comienza a subir la gente por el viejo embaldosado de la calle Guayaquil. Todos se extrañan de no topar con los cercos de alambre de navajas desde las primeras calles aledañas a la plaza central. Los han retirado. Quedan los restos de los fuegos prendidos por la mañana para bloquear las calles con llantas prendidas.
Todo el mundo va por la cuesta silencioso. Comienza a sentirse la tensión. Al cruzar Cuenca se ve el primer cerco de policías con cascos, escudos de plástico y rifles lanzagranadas. Hay algunos militares con armas de
alto poder. Al llegar a Espejo la gente empieza a enardecerse y les gritan a los chapas.
Alguien, prudente, impide que algunos cojan piedras: "No les tiren, tranquilos". Un segundo antes de las primeras granadas lacrimógenas la gente comienza a correr.
Pegados a la pared, algunos gritan buscando los quicios. Pero hay unos minutos de calma y la gente retoma sus posiciones. De nuevo seis granadas retumban en las paredes de piedra. Comienzan a dispersarse. Toda la tarde continuará ese ir y venir.
Extraña que todavía esté cerrado el paso. La mayoría no sabe que Mahuad ha decidido no renunciar y se comienza a manejar en los medios la versión de una asonada militar. "Si están empeñados en tomar el poder por golpe militar que tomen el poder por la fuerza", ha dicho.
18 horas: Después de que trasciende que Mahuad ha abandonado el palacio de gobierno y está refugiado en "alguna casa en el área de Quito" (parecería que los militares impiden que lo linchen y que por eso impidieron el paso por la tarde), el coronel Lucio Gutiérrez llama a todo el pueblo quiteño a "caminar hacia el palacio de gobierno y mostrar la voluntad popular".
Sumándose a quienes se han mantenido en las inmediaciones de la plaza principal, miles de quiteños y todos los llegados de las provincias comienzan a empujar hacia el palacio. Encabeza un carro con algunos efectivos armados leales a la nueva junta.
Al llegar donde están los cercos, se retiran los policías y soldados que unas horas antes impidieron el paso, y la gente comienza a inundar la plaza. Algunos altos mandos y mandos medios conversan en las cercanías.
La junta, arriba en medio de la gente que comienza a trepar a los postes, a las fuentes y al monumento de la independencia. La junta ingresa al palacio y saluda desde los balcones. Están con ellos algunos altos mandos del ejército, que con gestos arengan a la multitud, que trepa los barandales.
La imagen más extraña y simbólica del momento es que los carros de asalto sirven como plataforma para que la gente trepe, y vea y se ría y grite una y una y otra vez: "Ecuador, Ecuador". Gutiérrrez, Gutiérrez; únete pueblo, únete a luchar, contra este gobierno, antipopular". "Banqueros y empresarios, hijoeputas mercenarios, con la plata de los pobres se hicieron millonarios".
Después, lo más extraño de toda la jornada: los militares que saludaron en el balcón, junto a algunos miembros civiles del que puede ser el nuevo gobierno ecuatoriano, bajan a la plaza a platicar con la gente. Se entremezclan y gozan del día más emotivo de estas dos semanas de movilizaciones.
Pero todo sigue pendiente de un hilo y al cierre de esta nota aún no se conoce el desenlace. Los mandos que se han pronunciado por el levantamiento insisten en que no se trata de un golpe militar, sino de un revocamiento del mandato al que ellos se han sumado. Todo parece indicar, pese a lo que remachan los medios, que en este levantamiento popular pacífico, casi sin heridos en todo el país y ni un solo muerto, el ejército decidió obedecer al pueblo.