Hacia la nueva UNAM
* Luis González Souza *
ƑQué sigue después del duelo de consultas entre el movimiento estudiantil y las autoridades de la UNAM? La verdad es que pueden seguir tantas cosas como la variedad de intereses, inclusive turbios, que se han desparramado sobre la huelga más larga de nuestra principal universidad. Huelga que lleva ya nueve meses y todavía no conocemos su fruto a ciencia cierta: Ƒretoño, contrahechura o simple aborto?
Admitir y despejar esa incertidumbre pudiera ser la primera tarea del momento. Enseguida convendría transformar el inminente duelo de cifras plebiscitarias en un duelo de místicas universitarias: ƑQuién demuestra mayor congruencia con los valores universitarios y mayor compromiso con el fortalecimiento de la UNAM? ƑQuién analiza con mayor rigor y honestidad los resultados de la consulta del CGH realizada el 18 y 19 de este mes, así como del plebiscito de las autoridades al día siguiente? Y desde luego, Ƒquién aprovecha tales resultados de manera constructiva y no para racionalizar tal o cual medida de fuerza?
A final de cuentas ese duelo de místicas universitarias podría orientarse a definir la nueva UNAM que debería nacer como fruto de la huelga. De esta forma, el por qué y el para qué de la huelga volvería a colocarse por encima de todo el polvo y ruido generado a lo largo de estos nueve meses. Y además, ello ayudaría a reubicar y deslindarse de los actores menos constructivos o más antiuniversitarios.
La definición de la nueva UNAM avanzará un gran trecho en el Congreso, ya ineludible gracias a la pujanza del movimiento estudiantil. Pero esa definición ya comenzó en el terreno de los hechos, porque como mucho se ha dicho, la UNAM ya no será la misma después de esta huelga. El reto es que sea algo mejor, lo cual no está todavía garantizado.
Mucho dependerá, entre otras cosas, del aprendizaje democrático de todos los universitarios.
Tal vez lo más importante del plebiscito rectoril (promovido por el rector De la Fuente), es que pone fin a un largo y pernicioso tabú, propio de una universidad medieval. Y al tiempo sienta un valioso precedente para cualquier UNAM con futuro, es decir, revigorizada. El tabú derrumbado se refiere a la increíble pero arraigada creencia de que la democracia no tiene cabida en las universidades. Y el precedente establecido con el plebiscito tiene que ver, ni más ni menos, con la democracia más creíble y eficaz cuanto más ajena a las distorsiones (cada vez mayores) de lo representativo.
Y es que una cosa, relativamente cierta, es lo absurdo de someter votación la calificación de los estudiantes (sarcasmo típico de los universitarios medievales). Pero algo más absurdo es reducir la vida universitaria al asunto de las calificaciones y la democracia, al asunto de los votos. Como sea, lo importante es que el autoritarismo magistral, burocrático o simplemente politiquero que tanto daño ha hecho a la UNAM, ya no podrá ser el mismo después del precedente plebiscitario del pasado 20 de enero.
Ese precedente podría y debería ser la primera piedra de una UNAM acorde sí, con las necesidades del mundo moderno, pero sin olvidar que una cultura democrática está en el centro de lo verdaderamente moderno. Tal cultura, por si hiciera falta recordarlo, se nutre de la tolerancia y el diálogo. Así, otra tarea obvia e inmediata es la reanudación de los diálogos del Palacio de Minería. Lo cierto, sin embargo, es que los valores de la democracia todavía no son hegemónicos en la vida universitaria. No está de más, entonces, prevenir manipulaciones plebiscitarias destinadas a romper la huelga mediante el uso de la fuerza. Más que nunca se antojan pertinentes cinturones de paz alrededor de las instalaciones universitarias.
Nada como la fuerza bruta, precipitaría un aborto o una contrahechura tras nueve meses de huelga. Nada como la fuerza de las ideas acabaría de dar luz la nueva UNAM por todos tan necesitada. *