Principios teológicos
* Miguel Concha *
El pasado viernes 14 de enero fue presentado al público el libro Mi trabajo pastoral de don Samuel Ruiz García, editado en México por las Ediciones Paulinas. Escrito originalmente en 1995, con el propósito de ofrecer a monseñor Raúl Vera López, entonces obispo coadjutor de San Cristóbal de las Casas, una visión amplia y fundamentada en el magisterio de la Iglesia sobre el proceso pastoral de esa diócesis ųno exenta de justificadas preocupaciones apologéticasų, el libro explica con un lenguaje directo el arraigado itinerario teológico de la diócesis de San Cristóbal, no precisamente en orden cronológico, sino a partir de las diferentes circunstancias históricas que se han vivido con profundidad en los últimos 40 años. En este sentido, es coherente con la metodología del pensamiento cristiano de América Latina.
No se trata de una novedosa exposición sistemática de la fe cristiana, discutible en medio de otras, sino más bien de la explicación fundamentada de la dinámica de la encarnación de esa fe en la situación histórica de San Cristóbal. Lo novedoso no es tanto la teología o el pensamiento cristiano que anima y guía a ese imborrable proceso, originado por los criterios y orientaciones del magisterio episcopal y pontificio de la Iglesia católica a nivel mundial, latinoamericano y mexicano, sino el proceso pastoral sustancialmente evangélico, ortodoxo y fiel al Concilio Ecuménico Vaticano II de la diócesis de San Cristóbal, que le ha dado vida y perspectiva a ese pensamiento.
En este sentido, se trata de una aportación fecunda al pensamiento católico universal en el campo de la pastoral, que harían muy bien en reflexionar todos aquellos que afirman que don Samuel tiene una visión idílica del indígena, contraria a la concepción racionalista de los filósofos de la Ilustración y ajena a los designios del liberalismo, y no más bien una experiencia y conocimiento directo de la fuerza histórica, social, cultural, religiosa y cristiana de los pueblos mayas, iluminada por las actuales ciencias del hombre; todos aquellos que no entienden a cabalidad la necesidad, trascendencia y actualidad de la inculturación de la fe.
Muchas lecciones de diversa índole pueden subrayarse con interés en la lectura del libro. Por razones de espacio me limitaré a destacar algunas constataciones fundamentales.
En el capítulo I se subraya que desde las primeras épocas del trabajo de don Samuel, cuando simplemente se trataba de aplicar una pastoral general, ya se constató que los indígenas, inicialmente evangelizados en Chiapas por los dominicos a partir del siglo XVI, de ninguna manera son pueblos paganos, sino católicos con actitudes y símbolos propios de su cultura.
En el capítulo II, que resalta el valor cristiano de las culturas, se asegura que en la nueva etapa se vio clara la distinción entre cultura nacional, con la que estaba relacionada antes la pastoral, y las culturas indígenas, subalternadas, agredidas o destruidas en el corazón; y se llegó a clarificar la distinción entre "pastoral indigenista", hecha por no indígenas a favor de los indígenas, y "pastoral indígena" hecha por indígenas para indígenas, y en la que los no indígenas son simplemente servidores de los indígenas, para que éstos lleguen a ser los principales sujetos de su promoción integral y de su evangelización.
En el capítulo III se explica que las doctrinas católicas de la posibilidad del conocimiento cierto de Dios como principio y fin de todas las cosas con la sola luz natural de la razón, de la revelación y de la salvación de Dios en la historia, y de las semillas de la revelación salvífica de Dios en las culturas, quita aquella actitud ideológica dominante que descalificaba o satanizaba a las culturas indígenas, considerándolas a lo mucho como superstición.
En el capítulo IV se hace ver que la vivencia de pueblo, como sujeto histórico colectivo es muy fuerte entre los indígenas, particularmente mayas, y robustece, sobre todo en la diócesis de San Cristóbal, el sentido de lo que debe ser la Iglesia: un pueblo conformado por muchos pueblos.
En el capítulo V se explica que la defensa de los pobres, tan arraigada en la tradición cristiana, lleva necesariamente a la defensa de los indígenas y sus derechos humanos, tan explícita en el pensamiento católico universal contemporáneo, y por fuerza al papel tan importante de los laicos y la defensa y recuperación de sus tierras. *