* Leonardo García Tsao *

Cilantro y perejil vs. el crimen

El año pasado comenzó a operar la compañía productora Altavista Films, una filial de OCESA. Sea bienvenida cualquier instancia que aumente las escasas posibilidades de hacer cine en nuestro país. Hasta donde se puede apreciar, las intenciones de Altavista son las de un cine comercial que también rinda honores al cine de autor, es decir, algo a medio camino entre Televicine y el Imcine.

En un principio sonaba atractiva la idea de Todo el poder, el primer resultado de esa propuesta: una comedia sobre la imperante delincuencia en la ciudad de México. Además, el potencial comercial estaba a la vista. Es probable que cualquier compatriota que haya sido víctima de algún robo ųo sea, un vasto porcentaje de la poblaciónų se interese en una película sobre el tema. Por desgracia, el realizador Fernando Sariñana no ha incorporado a su segundo largometraje las cualidades de su promisorio debut, Hasta morir (1994), sino el aire descuidado de Cilantro y perejil (Rafael Montero, 1997), producida por él mismo en su paso por el Imcine y también coescrita por Carolina Rivera, su esposa.

Entre ambas cintas hay varias similitudes. Otra vez, la grabación de un documental es el punto de partida de la trama (por lo mismo, hay falsas entrevistas a cuadro). Si en la anterior aparecían los comentarios editoriales de Germán Dehesa, ahora en los descansos se escucha la voz de dos locutores de conocida estación de radio. Igualmente se reiteran los problemas de una pareja divorciada, aún cuando no vienen al caso. En ese sentido, se repite la lacra más grave de Cilantro y perejil, la ausencia de rigor en la estructura del relato.

A medios chiles entre la comedia de situaciones y el thriller policíaco, Todo el poder acaba siendo una desarticulada fantasía urbana, dados sus tenues nexos con la realidad. La cinta se vuelve cada vez más inverosímil conforme insiste sobre una situación ųel protagonista (Demián Bichir, claro) descubre que quienes le han robado son policías e intenta vengarse, en compañía de su novia y unos amigosų y el argumento pierde sabor, como un chicle que se masca demasiado. El apresurado final, rematado por un epílogo de chistes sangrones sobre el destino de cada personaje, da la impresión que el propio realizador se cansó de su historia. Quizás en el contexto de una comedia negra, en el que cosas realmente macabras le ocurrieran a los personajes, se podrían creer algunas de las exageraciones. Pero bajo esa atmósfera de complacencia clasemediera, donde los conflictos son tan artificiales como el retrato de esa forma de vida, la exageración se torna pronto en bufonada. Y poco puede hacer el reparto para defenderse. Dos intérpretes se salvan. Con simpático desenfado, Cecilia Suárez sí sugiere a una chava lo suficientemente loca como para prestarse a la seducción de un judicial; mientras Luis Felipe Tovar ensaya su especialidad, el canallita socarrón, para encarnar a ese mismo agente con graciosas aspiraciones de Elvis Presley.

Sin embargo, lo más decepcionante de Todo el poder es su desaliñada factura. La fotografía de Eduardo Martínez Solares no sale de un tono amarillento, entre cambios bruscos de luz y hasta lo inexcusable, tomas fuera de foco. Sorprende encontrar un trabajo tan poco profesional en un rubro donde el cine mexicano ha avanzado tanto en los últimos años. El sonido presenta también serios problemas, como si se hubiera apurado el trabajo para cumplir una fecha. Incluso el uso de las canciones rockeras era superior en Hasta morir, porque ahí servían de comentario a la acción, y en este caso funcionan más bien como una estrategia de mercado.

Estrenada con un fuerte apoyo publicitario y en un número inusitado de salas, es posible que Todo el poder resulte exitosa. El público mexicano, el que se ríe tan sólo de oír groserías de la pantalla, no suele ser discriminante a la hora de escoger sus comedias. Así sea. Pero esperemos que el siguiente proyecto de los responsables esté a la altura de las expectativas.

 

TODO EL PODER

D: Fernando Sariñana/ G: Fernando Sariñana, Enrique Rentería, Carolina Rivera/ F. en C: Eduardo Martínez Solares/ M: Enrique Quezadas; canciones varias/ Ed: Alexandro Rodríguez/ I: Demián Bichir, Cecilia Suárez, Luis Felipe Tovar, Carmen Salinas, Claudia Lobo, Diego Luna, Ximena Sariñana/ P: Altavista Films. México, 1999.

 

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