* Guillermo Castrejón habla de su libro de fotografías Sombras de mi ciudad


Del panadero a la rezadora, dones que se heredan en Campeche

* Descubrí muchos personajes que son poseedores de toda una tradición en el hacer, señala

* El estado constituye uno de los últimos reductos donde las personas aún conservan sus raíces

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Renato Ravelo * El agua de lluvia tomada o para lavarse el cabello procura beneficios a quien la consume. Eso sucede desde hace mucho tiempo y es, en Campeche, donde por generaciones los oficios se heredaron: de peluquero a rezadora para cuando se ofrezca una salutación a la muerte o a la Guadalupana. Imágenes de la talabartería, de la organización del culto al Cristo San Román, quedaron plasmadas quizá como testimonio final de una tradición en el libro Sombras de mi ciudad. Campeche, de Guillermo Castrejón.

 

Las virtudes del agua de lluvia

 

Discípulo de Lázaro Blanco, Manuel Alvarez Bravo, Nacho López, Marco Antonio Cruz, aunque arquitecto de profesión, Castrejón tiene en este su primer proyecto individual editorial, el cual surgió como parte de su integración al equipo de campaña de Antonio González Curi, cuando aspiraba a la gubernatura de Campeche.

Todos con sus respectivos dones: Ramón el talabartero, Rafael el carbonero, Fernando el peluquero, Candelario el aguador, Jesús el cantinero, René el panadero, Pedro el heladero, Mari la vendedora de pescado, Ofelia la rezadora y Agustín el organizador del culto al Cristo San Román.

Cuenta el fotógrafo: ''A partir de que llego a hacer la campaña descubro. Tenía la obligación de hacer la foto oficial y preparar un libro al respecto. Hacía la foto y luego me bajaba para convivir con la gente. Ahí empiezo a descubrir personajes y personas que traen una tradición en el hacer. Un aguador, por ejemplo, que reparte agua de lluvia.

''Personalmente no entendía por qué puede ser importante comprar agua de lluvia, pero después me entero que es toda una tradición comprarle y existe la creencia de que es sano tomarla y les queda muy bien el pelo de lavarse con agua de lluvia.

''Así como ésa, otras. En Campeche se empezó a manejar una palabra: 'campechanidad', que es tener, preservar y conservar esas raíces. De estos personajes, sus oficios son heredados. A partir de ellos va a desaparecer porque no les interesa a sus hijos. La mayoría estudia o tiene su negocio, por lo que poco les interesa vender carbón o repartir agua de lluvia. Esa tradición se va a perder."

-Campeche es uno de los últimos reductos de esa conservación, por ventura o quizá para algunos no, es tal vez la única capital de un estado que carece de un McDonald's, por ejemplo...

-Pero al mismo tiempo son liberales, porque tú oyes el himno campechano y no tiene nada que ver con la forma de ser. Dependen mucho de Mérida, si bien hay una reciente valoración. Con sus tradiciones, su ritmo de vida que se interrumpe a las 2 de la tarde, no deja de tener su encanto.

 

Interés por la campechanidad

 

-ƑCómo se concreta la realización del libro?

-Termina la campaña de Antonio González Curi, planteo un proyecto sobre esos personajes. Eran muchísimos más, como 22. Se quedaron en 19, con el tiempo y las presiones tuvieron que quedar en diez, los más concretos.

''Advertí que tenía que moverme por mí mismo. Me entrevisté con el gobernador y me dijo que me apoyaba, además de que estaba interesado en un libro de su gobierno cada año."

-ƑCuál era la dificultad principal del proyecto?

-Creo que hacer un libro es algo muy difícil. Descubro que no había en Campeche un libro que hablara de la ciudad por medio de su gente. No de sus edificios o monumentos. Casi siempre los estados son representados por objetos, edificios, pero nunca por sus habitantes. Era algo que quería manejar de Campeche, de esa campechanidad, mediante las personas.

 

Seres propositivos

 

-Las fotos no tienen acento en los escenarios campechanos, un observador del libro sin saber el título puede pensar que se tomaron en cualquier lugar...

-Lo que pasa es que son personas muy conocidas en Campeche. Escribo en la solapa algo al respecto: ''Los personajes de este libro son como la sombra que llevamos pegada, a la que casi nunca tomamos en cuenta, simplemente sabemos que está ahí. Sin embargo, cuando la descubrimos entendemos y sentimos lo importante que es para nosotros". La gente se asombraba de ver en el libro y luego en la calle al peletero. La cotidianidad borraba estos personajes. El objeto era realzar esa cotidianidad, valorizarla y preservarla.

''Para mí fue un reto, en los dos años que duró el proyecto, lograr que casi como extranjero me ganara la confianza de estas personas. Porque me abrían su intimidad. Aceptar que un extranjero vaya a husmear sus vidas requería muchísimo respeto."

Sombras de mi ciudad incluye textos de Juan José Guillén Castillo, quien presenta los personajes que Castrejón fotografió.

Del trabajo de ambos, escribe Brígido Redondo: ''Vivir implica dar respuesta al acontecimiento diario; pero, al mismo tiempo, implica también funcionar. Hacer lo que no es justificable -y algunos realizan lo injustificable-. Cada uno de los personajes capturados realizan una mostración efectiva de los estímulos soportados a causa del diario cambio de su particular ambiente y, ellos, son propositivos al intentar -y lograr- que el entorno cambie a causa de sus particulares actividades que, en su aparente rutina, modifican sus relaciones con el mundo exterior".