* José Cueli *

La universidad es inasible

La UNAM ha sido siempre una sustancia demasiado fluida para poder ser esculpida a nuestro gusto dentro de un modelaje fijo. La importancia del conflicto que la mantiene cerrada se manifiesta en el aire que llena a la ciudad, a la República entera siendo, a su vez, sensación de un fluido mágico huidizo que se escapa y que no deja de asombrarnos.

Avasallada y de rodillas, como quien no puede más, la universidad se debate entre dos formas de ser pensada. Hay algo en el aire que nos indica que estamos a punto de atravesar una frontera. Difícil resulta definir lo que pasará en nuestra propia casa de estudios. ƑSerá la huelga el motivo central de la polémica?, Ƒes la huelga parte de la ideología del CGH?

Los rostros de los universitarios adquieren secreta autenticidad ųante el plebiscito que remarcará las diferenciasų y hasta por su anonimato, una mayor nobleza comunicativa. Pues ese algo singular que cada quien exhala por el hecho de ser y no ser nadie, manifestó en el referéndum, los referéndums de rectoría y del CGH.

La UNAM ha expresado y expresa la vida mexicana y se impone de un solo golpe; un querer lo imposible que conduce a una pérdida constante de energía en la consecución de un fin extralimitado, sin tomar en cuenta que entramos en un mundo cibernético en que la educación sufrirá transformaciones radicales.

A la luz de estos cambios inminentes en los sistemas educativos, cuál será el sentido de discutir el pase automático, la permanencia en la universidad, el reglamento de pagos si no tomamos en cuenta que el futuro universitario será el de la formación continua, la educación en la modalidad no presencial y los intercambios interuniversitarios vía los modernos avances tecnológicos.

La globalización y los sorprendentes avances de la cibernética son un hecho que resulta difícil asimilar, pero cuyos efectos se dejan sentir en todos los ámbitos. Las consecuencias de estos fenómenos resultan impredecibles aun cuando ya hay algunos atisbos de sus repercusiones. Según Debray, vemos ya como uno de los tantos fenómenos posibles el hecho de que ante la globalización y la amenaza de dilución de fronteras los individuos y grupos reaccionen (de manera regresiva) a formas de ''tribalización", es decir, ante la globalización de los objetos, tribalización de los sujetos; con la emergencia del recrudecimiento de los nacionalismos y la adhesión a rituales y agrupaciones de índole religiosa, es decir, la tendencia instintiva regresiva a la gregarización donde el yo se diluye y rinde vasallaje a un líder, una organización, un ideario, etcétera.

A su vez, los especialistas en educación prevén a mediano plazo la preeminencia de la educación superior vía satélite, con un despliegue sin precedente de la educación a distancia vía Internet y videoconferencias a las cuales se irán añadiendo sucesivas generaciones de adelantos tecnológicos. La educación a distancia suplirá el paso por las aulas. La población estudiantil se modificará, ya que además de estudiantes jóvenes, se prevé que serán cada vez más numerosos los estudiantes de posgrado a los que se sumarán profesionales que volverán a la universidad para completar o reciclar sus conocimientos.

De esta revolución educativa se infiere que surgirá una nueva concepción de escuela abierta, multicultural y plural con hondas repercusiones en la formación de los ciudadanos. Asimismo, el libre acceso a la información provocará una revolución en la psicología del aprendizaje con incidencia en la organización política y social.

Atropellados por la globalización, los mexicanos estamos (o nos perdemos) ante una situación que parece desbordar tanto nuestra organización individual como colectiva. Mientras en otros países las modalidades cibernéticas son ya asimiladas como parte de la cotidianidad, en el nuestro son privilegio sólo de una escasa minoría. Sin embargo, sabemos que el desarrollo y los avances tecnológicos sin imparables.

Tales circunstancias se hacen aún más impactantes ahora que los mexicanos nos debatimos porque sobreviva nuestra universidad, sólo que además del dolor y la zozobra ante esa desgastante huelga sentimos estar dolorosamente desfasados en el tiempo no sólo como universitarios, sino como proyecto de nación. Mientras algunos gozan de la infraestructura política, económica y social para afrontar los retos de la educación del futuro ''navegando a sus anchas por la red" con base en economías y proyectos políticos sólidos, nuestra sensación como mexicanos y como universitarios es que tenemos que sacar fuerzas de flaqueza para ''navegar a contracorriente" y escaparnos del naufragio.