ƑY después del plebiscito?
* Octavio Rodríguez Araujo *
l rector De la Fuente ha dicho, con razón, que el plebiscito de hoy no tiene precedentes en la UNAM, pero no ha dicho --hasta el momento de escribir estas líneas-- qué sigue después del plebiscito, y esto es preocupante. Una acción de tal envergadura no pudo haberse organizado sin prever las siguientes jugadas en función de los dos escenarios principales posibles: que el plebiscito tenga una gran votación o que resulte desangelado.
Si el plebiscito resulta un éxito, se abren dos opciones importantes: a) que la comisión del rector en el diálogo con el CGH lo use como una presión para la negociación con los estudiantes, y b) que muchos universitarios quizá desesperados quieran tomar las instalaciones mediante una necesaria confrontación con el CGH que ha dado muestras suficientes de intransigencia y, en ocasiones, sobre todo en las últimas semanas, también de desesperación y de serias fricciones internas. La segunda opción, aunque sea deseable para algunos, no sería la mejor para la UNAM ni una alternativa civilizada para su reapertura.
Si el plebiscito resulta un fracaso, es decir que sólo vote un porcentaje reducido de la población universitaria, el rector podría interpretarlo como un no-apoyo (suficiente) de la comunidad a su propuesta y quizá se pregunte si valió la pena asumir la rectoría. Vale decir que corren rumores de que si en muy corto plazo De la Fuente no puede reabrir la UNAM legítimamente, renunciaría, lo cual sería muy lamentable y una crisis institucional de gran magnitud que le daría elementos a quienes de nueva cuenta e irresponsablemente proponen el cierre de la Universidad Nacional. Personalmente no creo que el rector renuncie por el simple hecho de que no le salga su estrategia como la planeó. Su biografía política permite suponer que es una persona con más recursos estratégicos de los demostrados hasta ahora y un hombre que acepta retos difíciles.
Es por lo menos insensato decir que el plebiscito no será democrático ni tendrá validez porque es organizado por las autoridades. Quienes así piensan desconocen la historia y menosprecian a los universitarios que no participan en el CGH. Ya no hablemos de la dimisión de De Gaulle en 1969, sino de la de Pinochet a partir del plebiscito organizado por él, un dictador, en octubre de 1988. Pero más grave es especular con los resultados del plebiscito en el sentido de que con él se prepara la represión al movimiento estudiantil. Esto es lo que querrían algunos irresponsables del CGH, quienes por cierto ya anunciaron que no respetarían su resultado porque, según ellos, el fraude ya está perpetrado y los universitarios no votarán con libertad. Si bien es cierto que Zedillo dijo el 23 de agosto del año pasado que cualquier acto (en referencia al conflicto en la UNAM) tiene que estar fundado en el derecho pero también en la democracia, también es cierto que Barnés no usó la democracia dirigida en el Consejo Universitario para justificar, por ejemplo, el desalojo de los estudiantes en huelga. ƑPor qué se cree que De la Fuente sí lo haría, si ha demostrado con su propuesta una mayor flexibilidad que su antecesor ante el CGH?
Hay indicios de que el CGH está entrando en una crisis interna y que cada vez se aísla más del resto de la comunidad universitaria por intransigencia y sectarismo hacia quienes no piensan igual y hacia quienes querrían una confrontación negociada e inteligente de su propuesta con la de rectoría para ya levantar la huelga. Sería una lástima, porque lo mejor para la UNAM y sus necesarias reformas sería que no hubiera vencedores ni vencidos sino un acuerdo mutuo entre quienes provocaron el movimiento (las autoridades) y quienes lo han llevado a cabo en una lucha ejemplar en muchos sentidos.
Lo deseable, en contra de quienes quisieran argumentos de fuerza para resolver el conflicto, es que autoridades y CGH, después del plebiscito, ponderen el peso de las dos propuestas a debate y entiendan que ceder un poco para alcanzar consensos es mejor que empantanar a la UNAM para satisfacción de quienes quieren verla cerrada antes que aceptar que sufra reformas. El rector, por su lado, bien podría decir qué sigue después del plebiscito antes de enterarse de sus resultados, pues es mejor para todos conocer su estrategia que alimentar especulaciones y rumores que en momentos tan delicados podrían dañar todavía más a la universidad. *