* Desde donde esté seguiré trabajando en favor de los pobres, dice el obispo


Me llevo a Chiapas en el corazón, expresa el obispo Raúl Vera López

* Me conquistó la gran capacidad que tienen los indígenas para gestar su propia iglesia, afirma

Blanche Petrich y Elio Henríquez /I, San Cristóbal de las Casas, Chis., 19 de enero * Cuatro años atrás, cuando Raúl Vera López llegaba a Chiapas como obispo coadjutor, un fraile dominico, hermano de su congregación, le comentó al recibirlo en el aeropuerto: ''Llegas al paraíso''. Y ahora que prepara maletas para partir expresa: ''Me llevo el paraíso en el corazón. Trabajar aquí fue una delicia''.

De su trayectoria anterior, su obispado en Ciudad Altamirano, Guerrero, y una experiencia previa como maestro en San Pedro Mixapa, Amecameca, lo habían puesto en contacto con la pobreza. ''Desde entonces, yo había empezado a entender que en los pobres hay una gran riqueza evangelizadora. Pero al llegar a las culturas indígenas, al conocer sus valores humanos... es que es algo... algo... ''. El obispo coadjutor tiene dificultad para describir sus emociones.

''Es que sería un cafre, necesitaría tener piel de elefante para que no me entrara todo este testimonio'', dice al fin. En suma, se va enamorado de la Chiapas indígena.

Del sentido de la familia, del sentido de la comunidad, del servicio, de la autoridad, la fe profunda, de la limpieza con que los indígenas ų''el pueblo creyente'', lo denominan en la diócesisų leen y viven, entienden el Evangelio, ''de la generosidad con la que comparten lo poco que tienen, de la apertura hacia otras culturas distintas a las suyas''. Todo esto, agrega, ''son valores que obligan a uno a ser un ser humano de verdad''.

Añade de inmediato: ''Con esto no digo que no haya indígenas que se han pervertido, que se han enamorado del dinero. Yo no digo que los indígenas sean perfectísimos. Pero en la forma como están aceptando la evangelización están corrigiendo muchos defectos. Por ejemplo, su machismo. Hay que ver cómo participa en esta diócesis la mujer, el lugar que tiene''.

 

''Alerta roja'' en la curia

 

En medio de la ''alerta roja'' que impera en la curia de San Cristóbal, donde entran y salen párrocos de los cuatro puntos cardinales de la diócesis, donde llegan y esperan los invitados al festejo de los 40 años de obispado de don Samuel (Ruiz García) el día 25, donde se suceden las herméticas reuniones de ''el núcleo'', el equipo cercano del obispo que revisa una y otra vez los escenarios posibles de la transición que se aproxima, el obispo coadjutor sale huyendo. Para ser entrevistado con calma, nos cita en su casa, en una sala sencilla de muebles coloniales frente a tacitas con chocolate para el frío.

Ahí se explaya respondiendo preguntas sobre la coyuntura eclesial, sobre la controvertida decisión de cambiarlo de sede y sobre el inagotable tema de la acción pastoral de Samuel Ruiz. Pero cuando se relaja y permite que las respuestas fluyan es cuando se aborda su experiencia en el acompañamiento que hizo en los cuatro años al trabajo de Samuel Ruiz García. Cuando se habla, al fin, del mundo indígena, que aquí llegó a conocer.

''Son tantas las cosas que les admiro. Por ejemplo, el gran valor que tiene para ellos el anciano. O el lugar privilegiado que tiene el niño en estas culturas. Llevo aquí cuatro años y en todo este tiempo no he visto a un solo niño indígena gatear. ƑSaben por qué? Porque el niño es atendido por sus padres hasta que puede valerse por sí mismo''.

Refiere sus observaciones. Cita las larguísimas misas indígenas, que a veces se prolongan hasta cuatro o cinco horas. ''No he visto a los niños pegar los berridos que pegan en las ciudades por las tensiones que se viven en la familia; yo no digo que el niño no ande corriendo, pero es muy cuidado, es una persona serena porque siempre está cerca del corazón de su madre o de su hermana o hermano''.

Habla de una escena que para él resume esta relación: una mujer a la orilla de un río, bañándose. A su espalda, amarrado, su hijo recibe por igual los jicarazos de agua. Ni en ese momento de aseo personal la madre descuida al retoño.

ƑQué más? Muchas cosas más.

''Me conquistó la gran capacidad que tienen los indígenas para gestar ellos mismos su propia iglesia; la manera tan eficaz y tan, la llamaría yo, elegante y sabia de decir los ministerios. Esas son iglesias vivas, son iglesias en las que uno les deja la liturgia con toda confianza. Son de fiar. Y todo esto está escondido a los ojos de los sabios y de los entendidos de este mundo''.

De Vera se comenta, en los análisis y los corrillos, que fue enviado a Chiapas para contrarrestar la gestión de Samuel Ruiz. Y que ''le salió el tiro por la culata'' a quien desde el Vaticano planeó ese movimiento, por la inmediata identificación que hubo entre el obispo coadjutor y el histórico. Ahora se aproxima un nuevo cambio, el definitivo. Y Vera expresa: ''Le pido a Dios que mi hermano que va a suceder a don Samuel tenga ojos para ver el corazón, para experimentar lo que yo experimenté. Lo digo con toda humildad, pues yo he sido un bendecido al trabajar aquí''.

Un pésame en la selva

 

Abundan las anécdotas en su conversación. Una en especial: ''Cuando mi padre murió yo estaba en la selva, en una comunidad que queda por la reserva de Montes Azules. La noticia me llegó 12 horas después y cuando me enteré estaba celebrando la ordenación de dos diáconos. No podía hacer nada, ya que era enorme la distancia hacia el aeropuerto más cercano. La gente de la comunidad se enteró que teníamos que hacer la ceremonia más breve porque yo me tenía que ir y conocieron la razón. Entonces, después del Evangelio, antes de la ordenación, dos indígenas se levantaron y le dijeron al padre: no podemos continuar así la ceremonia porque el corazón del tatik Raúl está dolido. Vamos a darle antes consejo. Suspendimos la ceremonia y subieron por parejas, esposo y esposa a hablarme, sin conocer a mi padre, en la concepción que ellos tienen de un padre. Con sus palabras hicieron surgir en mi corazón recuerdos de mi padre, como si ellos lo hubieran conocido, a tal punto tienen ellos el corazón lleno de la comprensión de la familia. Unos me hablaron de la infancia, otros de la juventud. Sin ponerse de acuerdo, cada uno decía algo que el siguiente retomaba, sin repetirse, para profundizar la reflexión. Siete parejas me hablaron, yo acabé llorando''.

Después, su recuerdo se traslada a la zona norte: ''Ocurrió en Jolnixtié, un mes antes de que esa comunidad fuera arrasada por los paramilitares. Llegamos en medio de un aguacero torrencial. La gente, por miles, nos esperaba desde hacía horas con unos hulitos que no les servían para nada. Yo me quedé pasmado. Los que me acompañaban me querían llevar hasta un techito para que no me mojara pero yo no quise, no podía hacer eso. Me bajé del vehículo en medio del aguacero y caminé con ellos; atravesamos un arroyo que nos llegaba arriba de las rodillas. Es que esa generosidad como que te obliga''.

Una complicada fractura de pierna frenó las andanzas de Raúl Vera por las comunidades remotas de Chiapas. Pero no las canceló del todo. En muletas, realizó todavía algunas incursiones. ''Hacía lo que podía, que no era todo lo que quería hacer. Y nuevamente la respuesta fue conmovedora. Era tan delicada y discreta la forma como ellos me cuidaban. Una noche andaba yo queriéndome lavar las manos en lo oscuro y de repente una luz me iluminó. Sin darme cuenta estuvieron pendientes de mí toda la noche. En otra ocasión había el riesgo de que nos atacaran los paramilitares en alguna comunidad y los de ahí se estuvieron turnando para mantener música y bailar toda la noche para que no quedara en silencio y llegaran a atacar''.

 

Entender a Saltillo

 

ųƑY ahora, qué sigue?

ųComo yo dije, me llevo el paraíso en mi corazón, nunca lo olvidaré. Y esto me obliga, me obliga. Quiero ser un pastor con un corazón grande. Los indígenas me han agrandado mucho el corazón y contra todo lo que dicen por ahí, ellos me han enseñado a ser incluyente. Quiero contribuir desde donde esté, por lo que he visto en Guerrero y lo que he visto en Chiapas, para construir una estructura que cambie el desorden de nuestro país. Estoy dispuesto a trabajar para crear una conciencia mucho más amplia de todos los mexicanos, sobre todo aquellos con los que yo tengo un contacto directo, para que tanto los pobres que están en las zonas cercanas a donde me toque trabajar, como los pobres que estén tan lejos como Chiapas o la sierra de Guerrero, no estén sufriendo lo que están sufriendo.

ųHay quienes dicen que lo positivo de su traslado a Saltillo es que usted ya lleva la semilla.

ųCreo que voy a entender mejor a Saltillo, después de la experiencia de Chiapas y Guerrero. Yo me llevo esto: aprendí a ver otro México y a ver a mi Iglesia de un modo mucho más maduro. Tenemos que ampliarla, extenderla; ya no les cerremos la puerta ni de la Iglesia ni de la sociedad a los indígenas y a tantas otras personas que nosotros creemos que son inútiles.

ųDesde su llegada a Chiapas, en octubre de 1995, usted se integró al trabajo pastoral de la diócesis, pero siempre se pensó que la intención de nombrarlo coadjutor de Samuel Ruiz era romper el proceso de ese obispado.

ųA mí me dijeron literalmente: el santo padre lo envía aquí para el bien de la Iglesia. Y se me dio un escrito de la Congregación de Obispos, firmado por el cardenal prefecto, en el que se comunicaba la decisión del Papa que decía: Usted deberá trabajar con don Samuel en recíproca comunión. Me voy después de haber visto cómo terminó el sínodo, de haber regulado en un directorio la vida y la misión de los diáconos, que son muchos ya, de haber trabajado junto con don Samuel, articulando de manera muy fuerte las instancias diocesanas.

Vera López concluye:

''Y la situación de guerra no nos ha desanimado, nos ha fortalecido para hacer un trabajo. Desde el 95, con todo y que por la guerra había dificultades para el traslado, recorrí todas las parroquias junto con don Samuel, en una expresa visita pastoral para fortalecer el trabajo por la reconciliación. Y luego se interrumpió un poco mi trabajo debido a la ruptura de mi pierna, pero mi labor hacia las comunidades, tanto en la zona urbana como en la zona rural, continuó. Pero esta dinámica no llegó conmigo. Ya estaba en esta diócesis cuando yo llegué''.