Alejandro Nadal
IPAB: bajo el disfraz de la bancarrota
El IPAB tiene dos misiones: liquidar las obligaciones del Fobaproa con el fin de recapitalizar la banca, y establecer el nuevo sistema de garantías de depósitos bancarios que entraría en vigor en el año 2005.
ƑTendrá recursos el IPAB para enfrentar sus responsabilidades? La respuesta es negativa, con serias implicaciones para el funcionamiento de la economía mexicana.
En el 2005 el IPAB deberá garantizar los depósitos bancarios hasta por 400 mil unidades de inversión por persona (aproximadamente un millón de pesos). Para entonces el IPAB debe haber enfrentado los compromisos derivados del Fobaproa y reunido los recursos para garantizar los depósitos de los ahorradores bajo la nueva modalidad.
Los recursos del IPAB provienen de las cuotas de los bancos, de la recuperación de los activos que heredó del Fobaproa, de las asignaciones presupuestales, y de deuda contratada por el Instituto.
Por la ley del IPAB las cuotas ordinarias de los bancos no pueden ser menores del 4 al millar sobre el importe de las operaciones pasivas de las instituciones de banca múltiple (alrededor de 1.15 billones de pesos). Las cuotas ordinarias generarán unos 6 mil millones de pesos en el 2000. El IPAB puede disponer del 75 por ciento de este monto para enfrentar las obligaciones que heredó del Fobaproa.
El IPAB podría fijar cuotas extraordinarias a los bancos, pero ese camino está descartado dadas las condiciones lastimosas por las que atraviesa la banca en México.
Los activos del IPAB han sufrido una fuerte depreciación y hoy se evalúan en 206 mil millones de pesos. De ese monto, serán recuperados 20 mil millones de pesos. Finalmente, el Congreso asignó 35 mil millones de pesos al IPAB. En total, el IPAB cuenta para el año 2000 con la cantidad total de 61 mil millones de pesos, de los cuales 59.5 serán destinados a intereses.
Adicionalmente, el IPAB planea contratar deuda por 60 mil millones de pesos este año. Las colocaciones las llevará a cabo al ritmo de mil o 2 mil millones de pesos semanales a partir de marzo. La ley del IPAB establece un tope de endeudamiento del 6 por ciento de los pasivos totales de las instituciones de banca múltiple cada tres años.
Así, a los 61 mil millones de pesos mencionados arriba, hay que agregar 60 mil millones de financiamiento, más 900 millones derivados de rendimientos de la inversión de las cuotas a favor del IPAB.
El gran total disponible para el IPAB, para diciembre del 2000, si todo sale bien, es de unos 123.4 mil millones de pesos. Alrededor de la mitad será para pagar intereses. La otra mitad servirá para refinanciar pasivos del IPAB.
Ahora hay que hacer cuentas para el 2001. Un cálculo conservador permite afirmar que ese año los intereses reales sobre los pasivos del IPAB podrían alcanzar nuevamente los 60 mil millones de pesos.
El IPAB tendrá en su haber las cuotas de los bancos para el año 2001: unos 8 mil millones de pesos por los aumentos en la captación bancaria, de los cuales 6 mil millones pueden destinarse al pago de intereses sobre pasivos heredados del Fobaproa.
Los activos recuperados ya habrán servido para pagar una parte de los intereses del año 2000. Y el Instituto no podrá recurrir al endeudamiento nuevamente, porque la deuda por 60 mil millones de pesos agota el tope para este periodo de tres años.
En consecuencia, el Congreso recibirá irremediablemente una solicitud para asignar una partida muy superior a la que buscó y logró este año la SHCP dentro del presupuesto federal. Que el nuevo Congreso no se sorprenda cuando Hacienda solicite una asignación de 50 mil millones de pesos en noviembre de este año para los intereses reales del 2001. Y que no se asuste cuando sepa que aún esa nueva asignación será insuficiente.
Para rematar: la posición del IPAB será insostenible porque enfrenta vencimientos por 600 mil millones de pesos entre 2005-2007 (es el bulto de los pagarés del Fobaproa expedidos entre 1995-1997 a medida que se extendía la crisis de pagos provocada por el gobierno). El endeudamiento del Instituto será insuficiente para asegurar el refinanciamiento de sus pasivos.
En síntesis, el IPAB no resuelve la crisis bancaria, y es una farsa como garantía del ahorro bancario a partir del 2005. En otros términos, el mamotreto construido por la administración zedillista y la dirigencia panista sólo sirve para engañar al país durante unos meses, mientras se acaba el sexenio que nunca existió. El próximo gobierno tendrá que resignarse a estar maniatado en materia fiscal, o deberá replantear de raíz la restructuración del sector bancario.