Ť Crece la desnutrición por la carestía, advierte


Los minisalarios deben aumentar 160% o más, dice investigadora

Laura Gómez Flores Ť En los últimos cinco años, los precios de la canasta básica han subido por encima de los aumentos a los salarios mínimos, pues mientras éstos crecieron 96.57 por ciento, la tortilla, la leche y el frijol lo hicieron en 433, 255 y 244 por ciento, respectivamente, señala Laura Juárez Sánchez, investigadora de la Universidad Obrera de México.

Así, mientras en 1994, con un salario mínimo de 15.27 pesos al día, un trabajador compraba 20.36 kilos de tortilla ųsuponiendo que utilizara el total de sus percepciones para adquirir este artículoų para enero del 2000 sólo adquiere 9.48 kilos.

Dicha estimación contempla tanto el alza de 10 por ciento a los mínimos y de 14 por ciento a este alimento básico, anunciado por la Cadena Maíz-Tortilla, con lo cual la población "ha perdido 53.46 por ciento de este bien de primera importancia nutricional", indica.

Pero con la desaparición del subsidio a la tortilla, su consumo disminuyó aún más, con el consiguiente aumento de la desnutrición en nuestro país, debido a que el consumo de maíz sigue siendo de primera importancia en los hábitos alimenticios del grueso de la población mexicana.

En México, explica, existen unos 72.2 millones de pobres, consumidores de tortillas, de la que obtienen 50 por ciento de sus requerimientos de energía y 40 por ciento de sus necesidades diarias de proteínas, además de ser su principal fuente de hierro, calcio, vitaminas y fibra.

Por ello, abunda, "no es difícil inferir el impacto que el encarecimiento de este bien tendrá en la alimentación de las familias".

A este panorama se suma la pérdida del poder adquisitivo en 75.1 por ciento, por lo que, según estimaciones de la Universidad Obrera, únicamente se puede comprar 38 por ciento de la canasta básica indispensable, por lo que se requiere un incremento no menor a 160 por ciento ųequivalente a tres salarios mínimosų para que se satisfagan las principales necesidades.

La precariedad del salario, no obstante, se observa también en las horas de trabajo que se requieren para adquirir una canasta. En diciembre de 1994, un trabajador que percibía un salario mínimo al día tenía que laborar 77 horas a la semana para comprarla, lo que representaba 29 horas adicionales a su jornada normal.

Para enero de este año, tiene que laborar 124 horas a la semana, lo cual representa 76 horas extras de trabajo y presiona a la baja el resto de las remuneraciones del sector productivo, que en contractuales fue de 23 por ciento, en la industria maquiladora de exportación de 7 por ciento y de la construcción en 30 por ciento.