MIYAZAWA: BURLA A LA JUSTICIA
El proceso penal contra el ex director de la Policía Judicial de Morelos Jesús Miyazawa Alvarez, consignado por su presenta complicidad con la industria del secuestro en ese estado, culminó ayer con una condena ųdictada por el juzgado primero de distrito en materia penalų a 11 meses y siete días de prisión, conmutables por una multa de 8 mil 700 pesos. Miyazawa fue, además, exonerado de todas las imputaciones por violaciones graves a los derechos humanos cometidas mientras dirigió la mencionada policía judicial, periodo en el cual ésta fue insistentemente señalada por practicar la tortura, operar cárceles clandestinas y realizar ejecuciones extrajudiciales y desapariciones.
Cabe recordar que la caída de Miyazawa empezó ųjunto con la del ex procurador estatal de justicia, Carlos Peredo Merlo, y la del entonces gobernador de Morelos, Jorge Carrillo Oleaų cuando, en enero de 1998, efectivos de la Policía Federal de Caminos detuvieron a tres judiciales estatales ųuno de ellos era nada menos que el jefe del grupo antisecuestros de la corporaciónų cuando éstos trataban de deshacerse del cadáver de un presunto secuestrador, a quien horas antes habían asesinado. Para entonces, los promotores nacionales y morelenses de los derechos humanos llevaban ya más de dos años señalando las sistemáticas atrocidades cometidas por la corporación bajo la responsabilidad del ahora sentenciado, sin que las autoridades estatales y nacionales mostraran la menor disposición a investigar.
Por lo demás, la reputación de Miyazawa como violador de derechos humanos empezó muchos años antes, desde que fue comandante de la Policía Judicial del Distrito Federal (PJDF) (1959-1964 y 1971 a 1973), mientras dirigió el Reclusorio Norte (1983-1985) y, posteriormente, cuando regresó a la corporación capitalina en calidad de director (1974-1975) y de director general (1986-1988).
A mayor abundamiento, el 15 de febrero de 1998 la procuraduría guanajuatense libró orden de aprehensión contra el funcionario policial, cuando éste ya se encontraba arraigado por la PGR, por el cargo de autoría intelectual en el secuestro de un hotelero perpetrado en Silao.
La proliferación de organizaciones especializadas en el secuestro de personas en Morelos durante la gestión de Carrillo Olea no habría podido ocurrir sin la complicidad de los más altos mandos policiales de la entidad. De hecho, cuando éstos fueron removidos y encausados, tras los sucesos de enero del año antepasado, esa actividad delictiva se redujo en forma sustancial y, pocos meses más tarde, fue desmantelada la más célebre y siniestra de esas bandas, la comandaba Daniel Arizmendi, El Mochaorejas, quien fue descrito por Carlos Monsiváis como "un resultado macabro de la descomposición de los mandos policiales".
Miyazawa es, a su vez, un exponente proverbial de esa descomposición, y la insignificante condena que le fue impuesta ayer resulta reveladora de la falta de voluntad política para investigar a fondo y combatir la impunidad y la red de complicidades que vincula a altos jefes de corporaciones policiacas con el mundo de la delincuencia organizada. El fallo es, en suma, una burla a la justicia.
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