La Jornada martes 18 de enero de 2000

Teresa del Conde
Los continentes de la ciudad (Primera parte)

A Marta Palau se debe la moción de las dos colectivas internacionales exhibidas en el Museo de la Ciudad de México, el hermoso palacio dieciochesco que perteneció a los condes de Santiago de Calimaya, donde se encuentra el estudio de Joaquín Clausell con sus pinturas murales de carácter visionario hechas con los sobrantes de color que le quedaban al pintor en la paleta. Xavier Moyssén las analizó en su libro La casa de las mil ventanas (1995). Ahora no pueden verse con su iluminación habitual debido a la instalación de Gabriela Gutiérrez de la que emana luz a lo largo del piso del recinto, quedando lo demás en penumbra.

La versión actual de Cinco continentes y una ciudad reúne obra de 61 artistas seleccionada por seis curadores. Es laudable la capacidad de convocatoria de Palau, artista que conjuga en su persona tres regiones: la de su lugar de origen, en España; la de esta ciudad donde transcurrió su formación inicial en La Esmeralda y la propia de una urbe fronteriza, Tijuana, donde ha desempeñado varias acciones culturales. Es instalacionista, tapicista, grabadora y pintora, además de activa promotora cultural. Recuerdo con beneplácito la importancia que supo darle al tapiz mediante los salones internacionales de pequeño formato que organizó hace tiempo en Morelia, como sede inicial.

La exposición a la que me refiero pretende ser un segundo salón internacional de pintura. Si se hubiera propuesto como salón de artes, varios nos sentiríamos mejor con lo que allí se exhibe. La pintura es un medio específico que tiene cultivadores en todo el mundo a pesar de las múltiples actas de defunción que se le han dedicado. ƑMuere porque no muere?, lo dudo. La misma Palau expresó en su prólogo al primer salón lo siguiente: ''La pintura es un ejercicio que acompaña al hombre desde sus albores".

Que el cine, el video, las imágenes computarizadas, los carteles, los multimedia, etcétera, hayan venido desde tiempo atrás para quedarse y complicarse influyéndose entre sí y marcando de paso a la pintura, no permite inferir conclusiones como las que parecen haber animado, entre otros, al curador por México (hay uno más por ''Mexamérica") Cuauhtémoc Medina, del Instituto de Investigaciones Estéticas, historiador del arte y ex curador del Museo Carrillo Gil. Por medio de una nota mía publicada en esta misma sección, que existe porque me tomé el trabajo de escribirla, él concluye que una pieza presentada por su autora como instalación, pudo pasar a considerarse pintura ante el jurado de la Bienal de Monterrey 1999, integrado por cinco personas entre las que yo estaba. Objeté que la instalación de Melanie Smith cambiase de status porque eso supondría traicionar sus patterns of intention, quien no pretendió pintar mediante globos y objetos de plástico su alusión a una jungla.

Melanie fue invitada a la colectiva que comento, se le seleccionaron impresiones a color y un esmalte sobre tela. De hecho, sólo un expositor del rubro mexicano (es quien ha atraído mayormente la atención del público) se dedica prioritariamente a la pintura. Los demás son, eso sí, artistas y nadie niega que pueden inmiscuirse en la pintura, pero la selección pasó por alto esa posibilidad. Que sean inteligentes y buenos semiólogos, ni los teólogos lo niegan. Pero lo que alego es que un arreglo de flores frescas de Gabriel Kuri, con el título de Abreviatura abreviado, o las tomas de los ''objetos de deseo" entresacados de catálogos comerciales por Edgar Orlaneta comparezcan en una selección que se supondría pictórica. Aparte de todo las flores frescas dejaron de serlo pronto, ya las vi bastante marchitas. Para que correspondan con la cédula hay que sustituirlas por otras, al cabo las hay en la entrada de los panteones de esta ciudad y no son caras.

Para tianguis citadinos los capitalinos se pintan solos. Basta recorrer Pino Suárez hacia el norte, allegándose al Templo Mayor, para constatar que la competencia entre lo que se muestra afuera y lo que está dentro del museo en este orden de cosas es brutal. Las sobrerrealidades y ''conceptualismos" mostradores de parcelas de la realidad político-socio-económica-lúdica están afuera. Pueden hacerse de éstas objetivos fotográficos fuera de lo ordinario ųsi de eso se trataų e incluso transportar puestos enteros al interior. El contrapunto con la high tech, que sí la hay, ejemplificada por Orlaneta y otros, sería muy ilustrativa.