Ť Poeta, narrador y exponente de la historiografía de la literatura mexicana
Schneider, víctima del silencio a un año de su muerte
Arturo Jiménez Ť Descubrió a los mexicanos la literatura mexicana (por ejemplo, nada menos que a Los Contemporáneos); dejó en herencia, en Malinalco, una biblioteca de narrativa y poesía nacionales con más de 30 mil ejemplares, una de las más importantes en su género; hizo de México y de sus lugares (Jalapa, Zihuatanejo, Malinalco) su refugio.
Fue, es, Luis Mario Schneider, poeta, narrador y, ante todo, investigador. Siempre reconocido, hasta en su muerte, hoy sin embargo, a un año de su desaparición física, es víctima del silencio. Pero este mutismo es roto desde varios lugares:
En Malinalco, el sábado pasado, por Raúl Renán, Elisa García Barragán y otros, quienes presentaron los Cuentos del amor infinito, de Schneider, edición número 50 y última de sus famosos ''Cuadernos de Malinalco", que así queda concluida.
En el DF, ayer, en entrevista, por el poeta León Guillermo Gutiérrez; y desde siempre, en la eternidad de la letra impresa, por Octavio Paz, quien escribió que Schneider era una especie de arqueólogo de ruinas literarias mexicanas.
Malinalco fue su sede, la más querida. Ahí florecen un centro cultural y un museo que llevan su nombre. Y en Metepec, también estado de México, existe una casa del escritor en su memoria. Todas eran propiedades suyas y todas las dejó en herencia.
Schneider (Argentina, 1931-México, 1999), dice León Guillermo Gutiérrez, fue ''el gran y mejor'' investigador que representó para la historiografía de la literatura mexicana ''su punto más alto", ya que nadie como él abrevó en todos los periódicos y revistas de los siglos XIX y XX para rescatar del olvido a grandes escritores.
Como narrador escribió dos novelas, La resurrección de Clotilde Goñi, con la que ganó el Xavier Villaurrutia (1978), y en 1995, Refugio, además de un libro de cuentos inédito. Como poeta, publicó cinco libros: cuatro en su juventud, en los años sesenta, y el último en 1995.
-ƑQué significa que Schneider se haya asentado en México, desde 1960, para trabajar sobre la literatura de este país?
-Como otros extranjeros, él sintió fascinación por México y el surrealismo. Por eso profundizó tanto en el país y fue uno de los grandes promotores de la cultura popular mexicana. Publicó libros sobre paisajes, santuarios, vírgenes. Tenía una inmensa colección de diablos y trabajaba en un libro sobre el tema, que dejó inconcluso.
Acerca del primer aniversario de la muerte de este creador, Gutiérrez comenta que cuando murió Paz, ''la tinta rebasó a los mismos periódicos" y muchas de estas letras fueron escritas de manera oportunista, ''en pos del protagonismo".
Cuando falleció Luis Mario, agrega, sucedió lo mismo, pero ahora, a un año, domina el silencio. ''No sé si se deba a la prolongación del duelo por parte de sus amigos o porque se esté cumpliendo la sentencia de Paz: México es un país de ingratos en el que se entierra bien a los muertos".
Y es de nuevo Paz quien pone las cosas en claro, pues alguna vez escribió:
''Luis Mario Schneider ni es pájaro ni vuela, excava, descubre, resucita. Con tacto, inteligencia y perseverancia, frente a nuestra funesta manía de enterradores, exhuma, revela, revive. En México amamos a nuestros escritores a condición de que estén muertos; los sepultamos, a veces en vida, bajo montañas de elogios vacuos (otras bajo carretadas de vituperios) y construimos con sus obras suntuosos mausoleos que después nadie visita. Pero Schneider, explorador de los valles infernales y de las ruinas abandonadas de nuestra literatura, regresa de cada una de sus expediciones con un texto desconocido, un poema olvidado, un cuento rescatado, una carta perdida. Nos devuelve la memoria, trabaja en favor de la vida."