La Jornada martes 18 de enero de 2000

José Blanco
Todos por la UNAM, ya

El sábado el CGH publicó un largo desplegado repleto de mentiras y errores crasos. Referiré aquí su parte principal, un alegato chabacano más de los grupos dueños del CGH, sobre su pliego petitorio.

Que la propuesta del Consejo Universitario (CU) no establece la gratuidad. No puede establecerla. El artículo 15 de la Ley Orgánica --aprobada por el Poder Legislativo-- establece las cuotas. El CU no puede modificar esa ley (el lector hallará un examen sistemático e histórico de este punto, en: J. Blanco, "La teoría del paro", Este País, No. 106, enero, 2000, en lo sucesivo TP). Si el congreso universitario lo aprueba, podría proponerse al Poder Legislativo una reforma de esa ley.

"Con las reformas de 1997 --dice el CGH--, el tiempo que un alumno puede permanecer inscrito quedó igual, pero se impuso un límite de 2 años para aprobar las materias restantes en extraordinarios"; ese límite "afecta mucho a cierto sector de estudiantes" ya que "dos terceras partes de cada generación..., NO concluye sus estudios en los plazos impuestos". Falso absolutamente. Un análisis detallado puede verse en TP.

No existía límite. La reforma de 1997 fijó un lapso adicional no de dos años, sino uno equivalente a la duración de cada plan de estudios (artículo 24 del Reglamento General de Inscripciones). En la licenciatura hay planes de ocho, nueve, diez y doce semestres. El alumno que cursa una carrera de diez semestres, por ejemplo, cuenta con 20 semestres para terminar. Durante 15 semestres puede inscribirse con todos sus derechos regulares; después de ese lapso cuenta con cinco semestres más para pagar mediante exámenes extraordinarios las asignaturas que aún adeude. Esta fue la reforma.

Las "dos terceras partes" de alumnos que "no concluyen en los plazos impuestos", es un dato falso proveniente del documento del CGH llamado "Los seis puntos", de mayo de 1999. Ese dato fue construido así: del libro de J. Blanco y J. Rangel Las generaciones cambian, el CGH tomó información de 14 carreras de la generación 1980; halló que el 56.1 por ciento de los alumnos no había concluido estudios en un lapso igual al doble del establecido por los planes de estudio; en la barahúnda de su perorata, "redondeó" ese 56.1 a dos tercios; y finalizó generalizando el "dato" a todas las carreras (un centenar), y a todas las generaciones a partir de la de 1980 (véase TP).

La verdad es distinta. En un lapso igual al doble del previsto por los planes de estudio, en esas 14 carreras de la generación 1980, 56.1 por ciento "no había concluido" porque en un proceso gradual iniciado desde el primer semestre había abandonado sus estudios, por motivos ajenos a cualquier reglamento. De quienes puede decirse en rigor que no habían concluido en el lapso referido eran, no quienes habían abandonado, sino quienes estaban inscritos. Estos eran una proporción de 1.3 alumnos de cada diez, para esa generación en esas 14 carreras. Como lo marca la experiencia histórica en la UNAM, de esa proporción algo más de la mitad no concluiría nunca porque en 20 semestres (en el caso del ejemplo de las carreras de diez semestres), sólo había cubierto alrededor de 60 por ciento de sus créditos.

Los datos para todas las carreras de la UNAM y para las generaciones posteriores a la de 1980 son muy distintos. Desde esa generación la eficiencia de egreso ha sido una tendencia de mejora continua. Las generaciones cambian.

Insistir en el pase automático es porfiar en una aberración académica. Baste decir que el pase automático, como lo entiende el CGH, no ha existido nunca; la asignación de carrera, plantel y turno siempre ha dependido del promedio de calificación y del plazo en que los alumnos terminan el bachillerato. Ahora existen mejores posibilidades de selección para los mejores alumnos (repudiados en varios documentos del CGH).

Formas de evaluación externa son indispensables en una clara rendición de cuentas a la sociedad (accountability). La vía elegida por la UNAM y otras instituciones de educación superior de la zona metropolitana, al fundar el Ceneval, puede sin duda ser mejorada (véase, nuevamente, TP). Eso debe intentar el congreso universitario.

Para debatir estos puntos y mil más de mucho mayor importancia, es necesario abrir la vía a la reforma universitaria. Por eso, por la UNAM, vamos todos pasado mañana al plebiscito. *