Ť Reanudan esfuerzos para la unificación, pero persisten las divergencias


Lejano aún, el sindicato universitario nacional

Ť Las actuales organizaciones, factor de equilibrio para preservar la educación pública: dirigentes

María Esther Ibarra /I Ť Atomizado y dividido por diferencias -incluso entre quienes se ubican como independientes, y éstos, a su vez, con los que se ha identificado como charros o blancos-, el sindicalismo universitario está lejos de recuperar el proyecto de crear un sindicato único nacional.

Al margen de sus diferencias, desde la perspectiva de dirigentes los sindicatos universitarios ni son un "estorbo" ni tampoco un "mal necesario" para las casas de estudio, y coinciden en reivindicar la huelga como un derecho irrenunciable y en rechazar que reproduzcan uno de los vicios del sindicalismo oficial: los eternos liderazgos.

"Formamos parte de los factores de equilibrio para darle solidez a la universidad pública y contribuir al desarrollo de sus funciones sustantivas", expresa Agustín Rodríguez Castillo, líder del Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (STUNAM).

"Esa etapa de luchar sólo por cuestiones laborales, poco a poco la hemos ido modificando, y estamos comprometidos con la preservación de las educación pública", dice Bulmaro Villarruel, secretario de Relaciones del Sindicato Independiente de Trabajadores de la Universidad Autónoma Metropolitana (SITUAM).

"De ninguna manera somos comparsa de nadie y tampoco una asociación charra o simple membrete, y ya nos empiezan a tomar en cuenta las autoridades universitarias", asegura, Ariel Moscoso Barrera, secretario general de la Asociación Autónoma del Personal Académico de la Universidad Nacional (AAPAUNAM), pero quien se deslinda de las acciones unitarias del sindicalismo universitario.

Ante la confluencia, entre este mes y mayo, de los emplazamientos a huelga en la mayoría de las universidades del país -unas por revisión de su contrato colectivo o incremento salarial, y en otras por ambas causas-, los sindicatos de las casas de estudio reanudan sus intentos de unificar esfuerzos, pero todo indica que la dispersión continuará prevaleciendo.

En el centro de las divergencias, al STUNAM -que agrupa al personal administrativo de la institución- se le atribuye ser causa del fracaso y la división en la búsqueda de la unidad de los sindicatos de las instituciones de educación superior.

A partir del fallido intento de lograr una organización en todo el país, con la creación del Sindicato Unico Nacional de Trabajadores Universitarios (SUNTU) -su objetivo era establecer un contrato de ley que rigiera las condiciones de trabajo del personal académico y administrativo de las universidades públicas-, el sindicalismo universitario buscó salida a la reunificación mediante tres grandes agrupaciones:

-Confederación Nacional de Trabajadores Universitarios (Contu), conformada en su mayoría por las denominadas asociaciones de personal académico, entre ellas la AAPAUNAM, titular del contrato colectivo de trabajo de los docentes e investigadores de la máxima casa de estudios, además de seis sindicatos de trabajadores administrativos de las universidad de Querétaro, Hidalgo, Chiapas, Guanajuato, Estado de México y Tlaxcala. Su fundación se dio a principios de los 70.

Según Villarruel, la Contu agrupa a los sindicatos charros, blancos o de membrete, y su "única función es administrar contratos colectivos, pero sin tener una vida sindical ni una defensa de los trabajadores, pues sus dirigentes nunca consultan a sus representados y se pliegan a las políticas laborales y educativas de las autoridades gubernamentales y universitarias. Son dirigente ricos, con trabajadores pobres".

-La Federación Nacional de Sindicatos Universitarios (Fensu), la cual se constituyó en 1995 con miras a sustituir al desaparecido SUNTU, agrupa 29 sindicatos.

-La Coordinadora Nacional de Sindicatos Universitarios y de la Educación Superior (CNSUES), creada en 1988 por organizaciones sociales que -asegura Villarruel Velasco, uno de los miembros de la agrupación- pugnaron y siguen pugnando por la unidad del sindicalismo universitario.

Si bien ha habido esfuerzos unitarios que han permitido la coordinación y la solidaridad, "sus acciones no han logrado rebasar el marco estrecho de las revisiones salariales, y cuando se ha podido modificar esa situación es por acuerdo de los secretarios de los comités ejecutivos, pero al margen de las bases de trabajadores", considera Villarruel Velasco.

En su opinión, la dispersión del sindicalismo universitario, y en particular el control de los académicos por sindicatos blancos, se dio por la actuación equívoca del STUNAM en la lucha por lograr el sindicato único. "Se conformó con que se nos reconociera a cada sindicato en lo individual y dentro del apartado A, a cambio de no lograr un contrato nacional para todas las universidades. Ahí se firmó el acta de defunción del SUNTU y comenzó el desgajamiento de la unidad sindical".

Y es que, afirma Villarruel Velasco, al STUNAM "siempre se le ha visto como el hermano mayor de los sindicatos universitarios, pero ese hermano mayor siempre le ha fallado a sus hermanos menores".

Agustín Rodríguez reconoce la "pulverización" del sindicalismo universitario ya ésta como una de las causa que no ha permitido el avance de tener mejores conquistas laborales y condiciones de trabajo, al tiempo que reta a quienes lo acusan de violar un acuerdo con el resto de los sindicatos universitarios a que lo demuestren.

Muestra de que apuesta por su unidad, menciona que en 1998 el STUNAM promovió la creación del Frente Amplio de Sindicatos Universitarios y de Educación Superior (FASUES), que integró a Contu, CNSUES y Fensu. El compromiso, dice, fue luchar por la defensa de la universidad pública, la seguridad social y no permitir retrocesos en la Ley Federal del Trabajo.

Asume, sin embargo, que al sindicalismo universitario le ha faltado "despojarse de muchas animadversiones y divergencias" al interior de las distintas organizaciones, pero no las considera "ni graves ni de fondo, sino de concepción, porque -asegura- cuando nos reunimos siempre nos ponemos de acuerdo".

Además, refuta que el sindicalismo en las universidades haya abandonado su etapa gremialista de limitarse a demandas laborales y salariales. "No, eso lo mantenemos, pero nos hemos abierto a mayores compromisos, pues además de luchar por esos dos aspectos ahora tenemos la responsabilidad de contribuir a la defensa de la educación pública y de las funciones sustantivas de las universidades.

"Los trabajadores sindicalizados hemos logrado plantear derechos que están más allá o por encima de aspectos labores, y eso se ve mal, pero tienen el compromiso de mejorar siempre. En este momento en que se ha propuesto la reforma de la UNAM, debe discutirse y construirse el quehacer del trabajador administrativo, el cual no debe estar sólo supeditado a sus fórmulas laborales, sino a la proyección de la propia Universidad Nacional".

Para el dirigente, los sindicatos universitarios han aportado, "guardadas las proporciones, mayor solidez a la universidad pública; no puede compararse con el sindi- calismo de las universidades privadas: somos una vertiente más de lo que representa ese espectro de libertades y creatividad".