La Jornada lunes 17 de enero de 2000

Iván Restrepo
1999, Ƒel mejor año ambiental?

Algunas autoridades de la ciudad iniciaron el año rebosantes de optimismo. Mientras el secretario de Gobierno, Leonel Godoy, afirma que la seguridad ya no es tema prioritario por lo mucho que hemos avanzado en el combate a la delincuencia, de regalo de Reyes se divulgó que 1999 fue el mejor año ambiental de la década pasada.

Para ilustrar tan señalado éxito nos ofrecen datos sobre los principales contaminantes y los logros obtenidos en varios programas, como el de verificación de vehículos, el combate a la corrupción en los Centros de Verificación, recuperación de vapores en las gasolineras; reforestación y visitas a los establecimientos industriales para comprobar el cumplimiento de la ley. No dudo que los datos que respaldan los logros obtenidos sean ciertos, pero las autoridades pecan de triunfalismo. Veamos.

Se afirma que en 65 días del año pasado la calidad del aire fue aceptable en cuanto a ozono que no rebasara los cien puntos Imeca. En 1990, apenas fueron 37 días. Mas seguimos teniendo 300 días con ozono por encima de la norma, y ello afectó la salud de todos. Lo tolerable es expuestos una hora al día en un año. Aquí estuvimos más de mil.

Otro logro: hubo 90 por ciento menos exposición a partículas contaminantes menores a diez micras. También 360 días sin contingencia ambiental. Pero se trata de cifras promedio para toda la ciudad, lo que oculta que en ciertas horas y zonas la contaminación fue extrema como es el caso del aeropuerto, la calzada Zaragoza, Iztapalapa, el área industrial Vallejo, el Centro Histórico, para citar algunas.

Hay un dato que me parece un milagro: el aumento de 3.6 metros cuadrados a siete del área verde urbana por habitante. Ello, gracias a la reforestación plena de 18 mil hectáreas. Cifra impresionante que contrasta con la información que muestra cómo la mancha de concreto de la metrópoli crece sobre áreas forestales y agrícolas, especialmente en el estado de México.

También se asegura que al tener un aire más limpio, la salud de la población mejoró notablemente: 70 por ciento menos demanda de consulta externa y hospitalización por padecimientos que se asocian a la contaminación atmosférica. También, 40 por ciento menos urgencias. Otros síntomas (dolor de cabeza y garganta, lagrimeo, tos seca) disminuyeron en promedio 20 por ciento.

Mis amigos médicos, especialistas en esos males, reconocen la labor de las autoridades en el campo de la salud, no obstante las carencias con que trabajan, pero dudan de las cifras presentadas, máxime si la mayoría de la población (pobre o no) se atiende con remedios caseros o recurre a la automedicación.

Las actuales autoridades heredaron el problema de la contaminación y lo están atacando en muchos frentes, mas no está resuelto. Quizá por ello, al otro día de ofrecer los datos optimistas, el secretario del Medio Ambiente de la ciudad fue más cauteloso y dijo que no había que cantar victoria. Por supuesto que no se debe, ya que la capital del país sigue enferma de contaminación, y más aún las entidades vecinas, donde nadie informa cómo van las cosas en ese deteriorado territorio.

Finalmente, en la publicidad que informa de los logros, no hay una sola referencia a la participación ciudadana cuando una parte básica de lo alcanzado durante los últimos años en el campo ambiental se debe a la población y a los grupos ciudadanos organizados, que con su reclamo permanente y sus propuestas de solución han obligado al gobierno a tomar en serio su papel. La actual administración enfrenta poderosos intereses políticos y económicos, herencia de gobiernos anteriores. El transporte en manos del pulpo camionero es un ejemplo, pero no el único y está lejos de responder a los intereses de la sociedad. Las tareas en pro de un ambiente sano deben, entonces, proseguir con mayor ahínco, sin triunfalismos.