La Jornada lunes 17 de enero de 2000

CLASE POLITICA Ť Miguel Angel Rivera

Debate entre tres o entre seis. Eso es lo que se va a definir en el curso de la presente semana.

Los abanderados de los dos principales partidos de oposición, Vicente Fox Quesada, del PAN-PVEM, y Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, del PRD-PT-PCD-PAS-PSN, desean que el encuentro sea sólo entre ellos y el candidato "oficial", Francisco Labastida Ochoa.

El candidato priísta dijo que prefiere que el encuentro sea entre los seis, lo cual obviamente coincide con las aspiraciones de los representantes de los partidos minoritarios: Gilberto Rincón Gallardo, de DS; Manuel Camacho Solís, del PCD, y Porfirio Muñoz Ledo, del PARM. ƑPor qué esas diferencias al escoger a los contrincantes?

La respuesta es fácil: la conveniencia propia.

En una reunión cerrada entre Francisco Labastida Ochoa, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y Vicente Fox Quesada, el primero sería el blanco de los ataques de los otros dos y tendría que consumir más tiempo en defenderse que en atacar.

El panorama sería distinto si estuvieran presentes los representantes de las organizaciones supuestamente minoritarias.

En teoría, todos los partidos de oposición tienen al PRI como rival a vencer y se han organizado precisamente para sucederlo en el poder. En consecuencia, al enfrentar a cinco rivales, el candidato del tricolor debería tener una carga mucho mayor, pero en la práctica hay rivalidades y diferencias mucho mayores entre los mismos partidos de oposición, y eso obraría a favor del candidato del partido en el gobierno.

Todos coludos...

Por ejemplo, en el mismo terreno de la teoría, como Democracia Social propugna un gobierno de izquierda, sus críticas irían contra el gobierno y su partido, pero también contra quienes representan a la derecha, como es el caso de Fox Quesada y el PAN, y hasta contra Cárdenas Solórzano, por las divisiones entre quienes dicen representar a la izquierda.

Pese a que ha tenido una actitud realmente mesurada frente a su ex partido, el PRD, también es de suponerse que Porfirio Muñoz Ledo enfocaría sus baterías en buena medida contra Cárdenas Solórzano, quien le bloqueó siempre la posibilidad de ser el candidato presidencial del partido que los dos contribuyeron a crear.

En cambio, Manuel Camacho Solís, quien ha procurado mantener buena relación con todas las oposiciones desde que era prominente funcionario, se lanzará seguramente con toda su innegable capacidad intelectual contra el abanderado del gobierno y el partido que lo menospreciaron.

Los representantes de los aspirantes presidenciales ya están en negociaciones, pero lo más seguro es que este asunto del debate llegue a manos del Instituto Federal Electoral (IFE).

En tal caso, como ha expresado el consejero presidente José Woldenberg en las ceremonias de registro de los candidatos presidenciales, se impondrán los criterios de igualdad, equilibrio e imparcialidad. Esto implicaría uno o más debates con participación de todos los aspirantes.

Tal vez las discusiones se prolonguen demasiado con seis participantes (tan sólo una exposición inicial de cinco minutos para cada uno significaría media hora) pero seguramente el contenido será sustancioso, por lo menos mucho más interesante que hace seis años, cuando debimos soportar la tediosa presencia de un candidato presidencial del PARM cuyo nombre es preferible dejar en el olvido.

[email protected] y [email protected]