La Jornada domingo 16 de enero de 2000

Carlos Bonfil
Juana de Arco

Juana de Arco (1900), una "producción espectacular de Georges Melies en doce cuadros, con duración total de nueve minutos, y con 500 personajes en escena suntuosamente ataviados" (Sadoul). Casi un siglo después persiste y se refuerza este viejo apetito de espectáculo, para evocar en otra superproducción de Luc Besson (Azul profundo, Nikita, El quinto elemento) la figura de la Doncella de Orleáns (Milla Jovovich), más mitológica que nunca y más andrógina que en cualquiera de sus encarnaciones anteriores.

La Juana de Arco de Luc Besson (1998) es el retrato de una guerrera alucinada, presa de un afán de venganza y de un narcisismo irreductible. Compitiendo en desmesura con su personaje casi legendario, Besson desea abarcarlo todo, filmar no sólo el proceso y la hoguera (como Bresson, como Dreyer), sino también las batallas pormenorizadas y la infancia de la heroína quien presencia una escena de violencia sexual (un soldado inglés mata a su hermana y la viola ya muerta). ƑQuién habría esperado una explicación freudiana para la conducta de Juana de Arco? ƑQuién, esta curiosa prefiguración de una estrella de rock, de esta rebelde de los noventa catapultada cinco siglos atrás? ƑQué queda de las representaciones clásicas de la heroína, qué de Claudel y Charles Péguy, qué de las azarosas aproximaciones de Preminger y Victor Fleming? ƑAlgo de Rossellini, algo de Jacques Rivette?

A la lectura realista, meticulosamente trabajada, de Rivette en Juana de Arco (Jeanne la pucelle, les batailles, les prisons, 1994), --presentada en México por el canal 22--, Besson opone cinco años después el vértigo de la cámara de Thierry Arbogast y la música de Eric Serra, con sus acentos finales del Carmina Burana, para registrar las alucinaciones de la heroína, la cual todavía "escucha voces", aunque ahora en Dolby estéreo y en decibeles portentosos. Al trabajo artístico de recreación histórica con el que Patrice Chéreau y su escenógrafo Richard Peduzzi sugieren, por ejemplo, la noche de la San Bartolomé en La reina Margot (otro siglo, otro tema, es cierto, pero una ambición parecida), Besson prefiere un estilo de producción hollywoodense, con el apoyo de estelares anglosajones (John Malkovich, Faye Dunaway, Dustin Hoffman), y diálogos en inglés. El máximo símbolo de defensa del nacionalismo francés que se opone a la "barbarie" inglesa, se expresa irónicamente en la lengua del enemigo. (Juana de Arco ha ingresado a la era de la globalización).

Durante sus primeras dos horas, la cinta de Besson tiene como eje principal, o como gran justificación, su gusto por lo espectacular, con el cual indudablemente fascina a la mayoría de los espectadores. El ritmo ágil, la antisolemnidad de las batallas, la enigmática belleza de la protagonista, los personajes secundarios casi todos extraídos de una tira cómica (Malkovich cumple bien su papel de monarca idiota), o de una novela de Alejandro Dumas, todo ello articula un buen filme de aventuras.

Las visiones de Juana de Arco son breves y no entorpecen demasiado la acción. Sin embargo, la última parte de la cinta, donde se refiere la caída de la heroína, la traición y su abandono, es realmente fallida. Malkovich actúa con desgano en una bañera su papel de villano decadente, y Juana de Arco padece, como una tortura más (esta vez muy compartida por el público), las apariciones socarronas, estudiadamente maliciosas, de Dustin Hoffman en hábito de monje, como encarnación de su Conciencia. La Juana ya casi demente, ya casi arrepentida, Ƒserá tan sólo víctima de su propia soberbia? Recapitulación forzosa de todo lo ocurrido, flash-backs psicoanalíticos. ƑEn qué momento falló la heroína? ƑJamás superó su trauma infantil? ƑSu condición de virgen? ƑY la figura de Dios padre, Ƒserá acaso una transfiguración del Maligno?

El cineasta más popular del cine francés actual, el único capaz de aspirar a la categoría de Spielberg europeo, se entretiene proponiendo a sus millones de espectadores, a los box office del planeta entero, enigmas que sin duda considera profundos y trascendentes. Su Juana de Arco llega al siglo XXI con vocación videoclipera y misticismo de bestseller, justo en el momento en que el video y el DVD ofrecen una copia más completa, al parecer impecable (descubierta, para mayor ironía, en un manicomio noruego), de La pasión de Juana de Arco, de Carl Theodor Dreyer.