Juan Arturo Brennan
Bach para rato
No ha habido tiempo suficiente para asimilar, siquiera parcialmente, las monumentales colecciones discográficas dedicadas a Mozart y Beethoven, cuando ya circula otra imponente montaña de música grabada: la colección Bach 2000, editada por el sello Teldec. Esta colección de 153 discos compactos dedicada a la producción musical de Juan Sebastián Bach (1685-1750) tiene el mismo espíritu totalizador que las dos series mencionadas arriba, a pesar de lo cual han quedado (y quedarán) algunos cabos sueltos en lo que se refiere a obras perdidas, obras apócrifas o de dudosa autenticidad, obras inconclusas, etcétera. Sin embargo, la colección es tan completa como puede serlo dadas las circunstancias, y un acercamiento parcial a su contenido permite no sólo redescubrir las maravillas sonoras urdidas por Bach sino, al mismo tiempo, replantear nuestra postura de melómanos ante este singular compositor.
Cuando comenzaron a circular las noticias sobre la inminente aparición de la colección Bach 2000 fue posible detectar básicamente dos actitudes entre los melómanos: la de aquellos que pusieron los ojos en blanco y sufrieron prematuros desmayos, y la de quienes se encogieron de hombros diciendo: "ƑOtra vez Bach?". Como suele ocurrir en estos casos, la mejor forma de aproximarse a esta gigantesca serie discográfica está a medio camino entre ambas actitudes. Por un lado, es menester reconocer sin ambages la grandeza de Bach como compositor, sin por ello perder el necesario toque de escepticismo. Sí, la mayor parte de la música escrita por el chantre de la iglesia de Santo Tomás de Leipzig es de un enorme alcance y de una gran profundidad, pero también es cierto que algunas de sus obras utilitarias alcanzan un sólido nivel de competencia técnica, pero nada más. Específicamente: ƑHabrá algún melómano conocedor que se atreva a afirmar que cada una de las más de 200 cantatas sacras de Bach es una obra de arte incomparable? Por el otro lado, quizá a algunos les sea fácil descartar a Bach como un compositor trillado y a su catálogo como una sucesión de caballitos de batalla. Sin embargo, al menos en nuestro medio, esto es un espejismo. Es evidente que la música de Bach se interpreta en nuestras salas de concierto y otros espacios con escasa frecuencia, y cuando ello ocurre, se suele acudir a regiones ya probadas de su producción. ƑHace cuánto que no se escucha por aquí una buena versión de alguna de sus misas o pasiones? ƑCuándo fue la última vez que se tocó íntegro el Clave bien temperado en México? ƑQuién ha hecho el ciclo de los Conciertos de Brandenburgo a últimas fechas? ƑQué grupo ha asumido el reto de tocar en su totalidad El arte de la fuga con una dotación instrumental aventurera y novedosa? Entre las muchas consideraciones que pueden hacerse en respuesta a estas y otras preguntas, hay que mencionar que en el ámbito específico de la música orquestal y concertante de Bach se nota la carencia de buenas orquestas de cámara en nuestro medio, sólidas, estables y con la vocación necesaria para abordar a Bach al tenor de los parámetros auténticos de la ejecución instrumental y vocal. Los escasos intentos que se han hecho en este sentido no han logrado llenar el hueco evidente que hay en nuestro medio en lo que se refiere a una difusión amplia de la música de Bach. Y en otros ámbitos ocurre algo similar, aunque el común denominador parece ser, por una parte, el dar por descontado a Bach, y por la otra, abordar regiones muy limitadas y repetidas de su enorme catálogo.
El caso es que la colección Bach 2000 es un buen paliativo para eso que podría llamarse Ausencia de Bach, no sólo por la enorme belleza de la música misma sino por el nivel de los intérpretes convocados: Nikolaus Harnoncourt, Gustav Leonhardt, Ton Koopman, Bob van Asperen, Thomas Zehetmair, Reinhard Goebel, Frans Brüggen, Concentus Musicus, Il Giardino Armonico, todos ellos músicos de alto nivel, algunos de ellos temerarios y controvertidos (como debe ser en estos casos), pero todos con un compromiso singular con la música de Bach.
Para quienes el contacto con la colección Bach 2000 sea un proyecto imposible, por las razones que fueren, está el indispensable sampler, muestrario o menú de degustación sonora. A pesar de las limitaciones de tiempo, este disco-muestra funciona muy bien como panorama, resumen, aperitivo, seducción o hipnosis, porque cumple cabalmente su cometido de abrir el apetito e invitar al comensal a probar al menos algunos platos fuertes del menú. Y a pesar de que algunos califiquen a Bach como cosa juzgada, es un hecho que ninguna dieta puede estar cabalmente completa sin su música.