Juan Angulo Osorio
Otra historia de la injusticia en Guerrero
La opinión pública nacional parece ya condicionada a asociar al estado de Guerrero con las malas noticias. Una de éstas fue, en febrero del año pasado, la del secuestro del papá del portero de la selección nacional de futbol, Jorge Campos Navarrete.
Don Alvaro Campos González es un costeño simpático y dicharachero, muy conocido en Acapulco e incluso popular pese a ser un priísta que se ufana de serlo en una ciudad con mayoría de ciudadanos no priístas.
La noticia de su secuestro dio la vuelta al mundo y atrajo la atención de los principales medios nacionales y extranjeros. Y al día siguiente de que el caso llegó a la primera plana en The New York Times fueron detenidos los presuntos secuestradores de El Ñoño, como se conoce en el puerto al papá del portero ahora ex puma.
En ese momento, la Procuraduría de Justicia del Estado armó toda una historia que involucraba a ex presos comunes que cuando lo fueron se hicieron amigos de presos políticos a los que los gobiernos estatal y federal vinculan con el EPR y el ERPI, y que de esta relación surgió la planeación del secuestro.
Se detuvo entonces a 11 personas, algunas de las cuales fueron presentadas con visibles huellas de tortura, que les fue practicada en cárceles clandestinas. Y ahora ya están cerca de dejar la prisión, pues se está demostrando que todo fue un montaje.
El caso comenzó a caérsele al Ministerio Público, primero con una recomendación de la Comisión Estatal de Derechos Humanos para sancionar al subprocurador y a los comandantes y agentes judiciales que participaron en la detención. Luego, el mismo Ñoño Campos se deslindó de las investigaciones del Ministerio Público, cuando en un escrito negó declaraciones que éste le atribuía en el expediente y desconoció como suya la firma que allí aparecía. En el texto enviado al juzgado con fecha 28 de octubre de 1999, El Ñoño señaló asimismo que jamás identificó prenda de vestir alguna, ni a sus secuestradores ni el lugar de su cautiverio. Y para rematar, el que aparece en la averiguación como el defensor de oficio apenas anteayer negó ante la jueza de la causa, Anacleta López Vega, que él haya asistido a los detenidos, desconociendo así la declaración y la firma que aparecen en el expediente como suyas, lo que confirma además que los acusados no fueron remitidos a la agencia del Ministerio Público sino a una cárcel ilegal.
Pese a ello, el fiscal de la Procuraduría de Justicia, Jorge Eveth González Ruiz, al final de la diligencia no tuvo empacho en decir que "se advierte que (el interrogado) sí estuvo presente al momento en que los procesados rindieron sus declaraciones ministeriales", e insistió en que la juez debía considerar como válido el documento con la firma falsificada del defensor de oficio.
Este nuevo ejemplo de injusticia es muy revelador del estado de cosas en Guerrero, donde a la pobreza extrema de la mayoría de sus habitantes se suman situaciones de transgresión de la ley por el poder como la descrita.
Se crea así un abismo entre gobernantes y gobernados, una polarización en la que los poderosos e impunes ųinvariablemente asociados a las siglas PRIų se vuelven cada día más insensibles y los funcionarios se alejan cada día más de cualquier actitud de servicio a la comunidad.
Véase el ejemplo reciente en torno a la denuncia de esterilización de indígenas mixtecos del estado. El secretario de Salud, Carlos de la Peña Pintos, a contracorriente de la investigación realizada por la gubernamental Comisión Estatal de Derechos Humanos, de la que emanó una recomendación de sanción sólo al personal directamente involucrado en los hechos, todavía asegura que todo fue "un problema de interpretación" y que la dependencia cuenta con documentos firmados por los indígenas autorizando la vasectomía.
Pero nadie ha negado la existencia de tales documentos. Lo que los agraviados alegan es que la firma les fue sacada mediante engaños y amenazas de que se les retirarían los beneficios del Progresa. Y también mediante promesas, por ejemplo, que les iban a regalar a cada uno un par de zapatos.
Otra muestra de insensibilidad: que la publicitada Fiesta del Milenio en Acapulco se concentrara en la Condesa, precisamente donde se encuentran los negocios del ahora secretario estatal de Turismo y antes candidato del PRI a la alcaldía, cuando decenas de miles de acapulqueños abarrotaron las playas con la expectativa de ver un espectáculo que nunca vieron.
Y también, los elogios de autoridades de la Universidad Autónoma de Guerrero para Alfonso Portillo, un egresado de la institución que de la mano del ex dictador Efraín Ríos Montt es desde ayer presidente de la República de Guatemala.