La Jornada viernes 14 de enero de 2000

Jaime Martínez Veloz
Fox y la nada

Creo que el Tribunal Electoral se equivocó al rechazar el uso de la silueta de Fox en las boletas electorales. El contorno de la figura del candidato presidencial panista en blanco ejemplifica perfectamente el vacío de ideas que ha sido desde el principio su campaña. Hay en este episodio de las fotografías en las boletas electorales una especie de síntesis de lo que ha hecho Vicente Fox en este proceso electoral: primero una imagen, luego un contorno y al último nada.

En una campaña que se ha caracterizado por sus alardes y bravatas, por el poco respeto que le guarda a las instituciones y hasta a sus potenciales aliados, Fox ha hilvanado ocurrencias y no propuestas. Nos acordamos de su ofrecimiento de resolver en quince minutos el conflicto de Chiapas, pero nadie recuerda si ha hecho una propuesta seria y original hacia el asunto. También tenemos presente su round de sombra con el entonces secretario de Desarrollo Social, Esteban Moctezuma, y su guerra de cifras acerca de la situación social de Guanajuato, pero nadie puede decir cuál es su propuesta en materia de desarrollo social. Lo mismo de su ocurrencia de salir en un acto público con el estandarte de la Virgen de Guadalupe.

ƑAlguien se acuerda si alguna vez Fox mencionó la importancia de la separación IglesiaųEstado o el hecho que somos un país con una pluralidad religiosa? Nadie se puede acordar de lo que no existe. Simplemente no hay propuestas reales, sólo frases de campaña y descalificaciones.

El asunto de la fotografía en las boletas electorales, por otra parte, refleja hasta que punto el PAN ha perdido la brújula. Irresistible, el ahora candidato se llevó al otrora partido ciudadano a una aventura caudillesca. Al PAN ya no le importa que su símbolo quede subordinado a la efigie de su nuevo líder político. Décadas de historia dejadas de lado o escondidas tras una silueta que expresa sólo el vacío. Alguien dijo, con razón, que el PAN buscaba colocar en las boletas a su caudillo y sólo les quedó la sombra del caudillo.

Si Venezuela tuvo a Chávez y Perú a Fujimori, nosotros tenemos a Fox, un caudillo que, sin discurso propio, pero con audacia y golpeteo, puede abrirse paso hasta la presidencia de la República. Colocado hace unos meses en el primer lugar de las preferencias, las encuestas siguen destacando al candidato panista como un serio aspirante a ocupar la titularidad del Poder Ejecutivo Federal del país. No lo dudemos ni lo desestimemos, Fox puede ser presidente, un presidente sin vocación de estadista y sin idea de gobierno republicano. Los que en su momento invocaban una gran alianza contra el PRI debían pensar seriamente si no se han equivocado de contrincante principal.

El guanajuatense ha logrado que el asunto de su fotografía logre gran curiosidad y publicidad en los medios de comunicación. En realidad, no debió prestarse mayor atención a la propuesta blanquiazul; debía haber sido impugnada a través de los canales establecidos o bien aceptada y aplicada a todos los candidatos, previo acuerdo del IFE. Sin embargo, ante partidos y candidatos hipersensibles, que apenas se alcanzan a diferenciar en sus ofertas, todo se ha vuelto motivo de crítica. Cualquier indicio de movimiento es rápidamente denostado. En este ambiente gana Fox. Los medios naturalmente buscan noticias. Si éstas no vienen de las propuestas o el debate serio, entonces hay que buscarlas en ese intercambio de ocurrencias en el que el panista lleva ventaja.

En la medida que se eleve el nivel discursivo de las campañas se ponen en evidencia sus carencias. Lo sorprendente es que tanto el PRI como el PRD, partidos que tienen un bagaje ideológico y hombres y mujeres con capacidad de desarrollarlo, no hayan aprovechado esta ventaja. En parte esto se debe al hecho de que las campañas no son conducidas por ideólogos o políticos, sino por publicistas y "expertos" en siluetas, sonrisas y peinados a los que tiene sin cuidado el contenido de lo que dicen los candidatos. Las frases cortas e ingeniosas han sustituido los largos y aburridos discursos. En este contexto ya no hay debate de ideas o propuestas, hay guerra de imágenes. Ya no se buscan los mítines en espacios abiertos, sino el capturar las audiencias de los programas de mayor rating, sin atender a ninguna otra consideración. En este estilo de hacer política virtual y "sin gente", las carencias propositivas e ideológicas se disimulan. Aquí estamos en los terrenos de Fox. Cada vez que su campaña cae en un bache, entonces se le ocurre alguna acción efectista que rompe el estancamiento o el retroceso en sus puntos.

El viejo estilo de hacer política se agotó. El nuevo estilo es coyunturalista y carente de compromiso. Si antes medraban los dinosaurios, hoy reinan los políticos que venden siluetas y sonrisas, es decir, la nada. *

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