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Rito de iniciación
 
Texto: Carlos Paul             Fotos: Omar Meneses
El teatro para los griegos tenía un sentido ritual y catártico que los podía llevar a la purificación espiritual. Una muestra de esa ritualidad mediante el hecho teatral es el montaje Las bacantes, una de las últimas obras escritas por el autor griego Eurípides, quien expone el mito, el placer y la furia del único dios griego que no es griego, Dionisio, y a un gobernante que impunemente quiere ir en contra de la naturaleza humana. 

Diáfana puesta en escena de José Luis Cruz, en la que el espectador se ve envuelto por la sensualidad, los cantos y las danzas de las bacantes, esas mujeres que han abandonado el telar, guerreras que se reúnen por la noche, a la luz de las antorchas, acompañadas de música de tambores y flautas, para realizar uno de los rituales más bellos y terribles, y así, honrar a Baco, ese ser marginal, ese dios soberbio y espantosamente humano, salvaje y tierno, que encarna la genitalidad violenta del macho cabrío y la sensualidad y delicadeza del alma femenina. Mito y rito se conjugan en esta tragedia, en la que la fuerza de un dios liberador, que incita a los sueños y al placer, se confronta con el desprecio, con los sordos y arbitrarios razonamientos del rey Penteo. 

bacantes-teatro-2-jpgY como el teatro no es televisión en vivo ni cine sin efectos, sino una comunión entre dos seres vivos (actor y espectador), las bacantes invitan, seducen, purifican, gritan y cantan. Aguijoneadas por la locura dionisiaca y coronadas sus cabezas con la verde hiedra, las piruetas de sus ágiles pies y el movimiento ondulante de sus cuerpos aromatizan de erotismo el desenfrenado rito de iniciación, en el que comen carne cruda y sangrante, mientras serpientes lamen las gotas de alegría que escurren de sus ojos. 

Mientras la música en vivo, la sensualidad y la veneración se funden y embriagan a las ménedes, Baco ?la deidad vegetal, el ser mutante en el que habitan los elementos de la vida? se transforma ya en mortal, en serpiente-agua, en toro-tierra, en león-fuego-aire, para demostrar su divinidad, para engañar y convencer, para desencadenar su furia y la tragedia marcada por la sangre y el placer. Agave, sacerdotisa dionisiaca y madre del tirano rey Penteo, en la euforia de un rito de iniciación, asesina a su hijo, creyendo haber matado a una bestia felina. Cercenando del cuerpo la cabeza, como un trofeo, se la ofrenda a su padre Cadmo. La venganza de Dionisio por no adorarlo como un dios se ha cumplido. 

(Las bacantes se estrena mañana, 15 de enero, y se escenificará de miércoles a viernes, a las 20:00; sábados, 19:00, y domingos, 18:00 horas, en el Teatro Benito Juárez. Villalongín 15, colonia Cuauhtémoc.) 

 
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