Sergio Zermeño
ƑPropuesta o ultimátum?
Para todos ha sido claro, durante las largas y tediosas horas de diálogo por Radio UNAM, que la representación del CGH adoptó posturas soberbias, intransigentes e inamovibles: las mil sillas de Minería, el tema de CLETA y de Bachilleres parecieron ser invenciones de provocadores profesionales para empantanar los acuerdos y romper el diálogo (y lo lograron).
Pero la respuesta de rectoría resulta también sorprendente porque no es una propuesta frente a los seis puntos del pliego estudiantil, una propuesta que pueda ser, a su vez, respondida y que permita a las partes acercarse en este o aquel punto o que negocien (le choque a quien le choque el término) tal punto en lugar de tal otro. En efecto, desde el momento en que la propuesta viene acompañada de un plebiscito se convierte en un acto unilateral, sin apelación: en un ultimátum.
Cualquier universitario y, sobre todo, el doctor De la Fuente, que acaba de entrevistarse con prácticamente todos los sectores de la UNAM, sabe que en el estado de angustia y exasperación en que se encuentra nuestra comunidad, su plebiscito será ampliamente apoyado. Pero al mismo tiempo, cualquier universitario, y sobre todo el rector y sus asesores sabían que su propuesta-plebiscito sería rechazada rotundamente por los estudiantes en huelga. Y es que, para decir las cosas escuetamente, la propuesta suspende el actual Reglamento de Pagos dejando vigente el de los 20 centavos (1966) y lo pone a la consideración, junto con el resto de los puntos del pliego petitorio, de un Congreso en el que, como en 1990, el rector institucional será aplastante: sólo recordemos que habrá (por encima de la paridad estudiantes-académicos) 80 delegados del sector de investigación (16 por ciento de los votos), y que quienes dominan las decisiones y las elecciones en este sector son, con excepciones, los mismos mandarines que declararon hace muy poco en la UDUAL que se oponían a un congreso democrático y resolutivo (y fueron apoyados por 120 firmas de premios nacionales y universitarios): se trata de un sector, como muchos de ellos lo expresan, "conservador a mucha honra".
Es decir, que el punto que encendió el movimiento de 1997 y de 1999 quedará vivo, intocado, esperando que un nuevo rector venga a proponer cambios en el Reglamento de Pagos: un héroe que resuelva este nudo gordiano. Y es que, aunque en este momento pueda ser derrotado el movimiento estudiantil, todos sabemos que el terreno de la educación superior se ha convertido en un campo de batalla; digamos que así como Zedillo y los grandes capitales nacionales y extranjeros han logrado que sustanciales recursos del país y del presupuesto público sean apropiados por los grupos dominantes nacionales y extranjeros (en particular el salvamento bancario), importantes fuerzas de la resistencia popular, de los sectores medios y asalariados, a pesar de estar contra los métodos del CGH, comienzan a apoyar la idea de que, frente a la injusticia neoliberal, al menos la educación superior en este país debe seguir siendo gratuita (como en Francia o en Brasil). Muchos piensan que ésta es una idea defendida solamente por los piquetes de huelga del CGH; muchos pensamos que no, y que si este conflicto recibe una solución apresurada, la disputa por la educación superior, que se ha convertido en la disputa por la nación, reaparecerá cíclicamente como una pesadilla.
Sea como sea, la idea de resolver el conflicto entre universitarios sigue siendo todavía un anhelo generalizado. Pero entonces, Ƒcon qué objeto el doctor De la Fuente se coloca esa lápida del plebiscito? ƑRectoría no se da cuenta que si hace aprobar todo su paquete, ella misma quedará presa de su propuesta? ƑCómo podría cambiar, por ejemplo, la composición de los delegados al Congreso? ƑCon otro plebiscito? Me parece que cualquiera de las partes en conflicto tiene el derecho de hacer una nueva propuesta cuando el diálogo se atora, y eso debería ser la propuesta del rector: una serie de puntos para ser discutidos y acercar a la otra parte (a pesar de la intransigencia en que se da este diálogo).
Hay entonces que retirar la iniciativa de llevar adelante un plebiscito, máxime con la precipitación con que se anuncia o, si ya es inevitable, separar lo que son respuestas al pliego petitorio estudiantil de lo que es una sugerencia sobre la comisión organizadora del Congreso y sobre la composición de los delegados. La propuesta del rector se convertiría así en una proposición mayoritaria de la comunidad, en unos puntos para seguir en el diálogo y no en un ultimátum. De otra manera parecería que también desde las autoridades hay el interés de empantanar la solución por varios meses más, pues rectoría dijo que no usaría la fuerza, dejando el terreno abierto para las provocaciones, que en los casos del periférico, de la embajada, y en los que vengan (una vez declarada la alianza CGH-movimientos populares), siembran la inseguridad haciendo perder votos al PRD, sobre todo en la capital. ƑPara qué dar pie a las malas interpretaciones, señores de rectoría?