ECUADOR: ADIOS A LA SOBERANIA MONETARIA
A principios de esta semana, y como reacción al masivo descontento popular que exige su renuncia, el presidente ecuatoriano Jamil Mahuad ordenó la dolarización de la economía, medida que fue impuesta contra viento y marea, a contrapelo incluso de la postura del director del Banco Central, Pablo Better, quien dimitió del cargo, y en claro detrimento de la soberanía nacional de ese país en materia de política monetaria.
El gobierno de Quito alega que la dolarización es consecuencia de un largo análisis, pero los hechos indican que fue una reacción un tanto desesperada para tratar de contrarrestar el enorme repudio ciudadano al Ejecutivo, cuyo índice de aprobación en los momentos previos al anuncio de la medida monetaria era de sólo 9 por ciento.
Los sectores sindicales y agrarios movilizados, incluso en medio de la represión generalizada y el estado de emergencia, en demanda de la dimisión de Mahuad, anunciaron que buscarán revertir la dolarización.
Pero las probabilidades de éxito de los opositores son escasas, y todo indica que el convulsionado país andino será el tercero de América Latina que abdica de su soberanía monetaria, después de Panamá y Argentina.
Los efectos en el corto plazo de lo que, en los hechos, significa la adopción del dólar estadunidense como moneda nacional --como ocurre en Panamá con el balboa, el sucre parece destinado a existir únicamente como moneda fraccionaria-- constituyen ciertamente un alivio para el arrinconado gobierno de Mahuad: las tasas de interés experimentaron un descenso cercano al 90 por ciento y la opinión mayoritaria a favor de la dolarización se tradujo en un incremento notable de la popularidad del mandatario.
Pero debe considerarse que la opinión de los ecuatorianos que respaldan la medida monetaria, cerca de 50 por ciento, no fue recabada en circunstancias económicas normales, sino en medio de la peor crisis por la que atraviesa el país.
Es posible incluso que la dolarización se convierta en un factor determinante para resolver la grave coyuntura financiera que afecta a Ecuador, pero ciertamente no cambiará nada en las estructuras económicas dependientes e injustas en las que se gestó la crisis actual.
Por el contrario, la huida hacia adelante de Mahuad aumentará la vulnerabilidad del país ante un entorno global intrínsecamente inestable e imprevisible, toda vez que privará al estado de mecanismos de control y regulación monetaria que debieran ser irrenunciables.
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