La Jornada jueves 13 de enero de 2000

Sami David*
El nuevo tiempo de Chiapas

Chiapas vive un nuevo tiempo político. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) ha convocado a una contienda interna para disputar la candidatura al gobierno del estado de Chiapas. Proceso abierto a la ciudadanía, el PRI busca fortalecer y consolidar la expresión democrática ciudadana. Y es que la sociedad chiapaneca reclama un partido que piense en la gente, concerte voluntades y pacte acuerdos, transformaciones urgentes. La disputa abierta y civilizada por el voto ciudadano representa un reto, un claro desafío.

El hambre y la marginación son malas consejeras. La situación que vive mi estado es añeja. Conflictos derivados de la inseguridad en la posesión y propiedad de la tierra, así como la demanda de servicios públicos y de infraestructura productiva se traduce en injusticia. Lo que está en juego en Chiapas no sólo es la demanda social, sino la vocación democrática, la voluntad política. Desarrollo social e igualdad económica son las deudas pendientes de los chiapanecos.

Como instrumento político de la sociedad, el PRI tiene un compromiso ineludible en mi estado: encabezar el esfuerzo colectivo de las comunidades, colonias y ciudadanos hacia una mejor convivencia política.

La paz y la concordia en Chiapas es una responsabilidad de todos los mexicanos, y en especial de los chiapanecos porque somos quienes vivimos y padecemos esta realidad. Chiapas tiene que dejar de ser un estado de contraste. Chiapas debe buscar conciliar la realidad que prevalece con la de los espejismos ideológicos.

La violencia no puede ser sustituta de la razón ni del diálogo. Por eso el actual proceso interno que realiza el PRI para seleccionar al candidato a la gubernatura, busca privilegiar la oferta política, abrir el debate a las diversas opciones, planes y programas gubernamentales de quienes contendemos. En la capacidad para conducir con responsabilidad la marcha del cambio radica la voluntad y la vocación democrática. Hay que reconocer que Chiapas tiene problemas añejos, ancestrales, que no pueden resolverse en un día.

Pero tampoco podemos quedarnos paralizados ante la contingencia presentada desde el primero de enero de 1994. Por eso mi apuesta es por la gente. Primero la gente. Mi experiencia, mi sensibilidad, mi emoción incluso están de por medio en este proceso transparente y equitativo. Un desarrollo económico con justicia e igualdad, atender las demandas de los grupos indígenas, satisfacer los requerimientos del campo, armar proyectos productivos tanto para pescadores como para la pequeña y mediana industria, constituyen parte de mi propuesta. No son simples propósitos o proclamas electorales, constituyen una acción gubernamental inaplazable, un acto de autoridad, de gran responsabilidad, compartida con la gente.

Chiapas no requiere del discurso estridente o beligerante, sino de gobernabilidad, de un nuevo pacto social, un acuerdo general entre todos los chiapanecos. Regresar a la política no sólo es la mejor solución. Es la única. Lo he dicho en múltiples ocasiones: la política como combate a la pobreza. La política, indudablemente, como el ejercicio colectivo. Y conciliar la diversidad cultural, los aspectos pluriétnicos de las diversas regiones. Esa es la respuesta inaplazable que busca el nuevo tiempo de Chiapas.

* Senador de la República