Ť Arizmendi y Aguirre alaban la actitud del obispo


Raúl Vera aceptó con espíritu sobrenatural la decisión de Dios

Ť El traslado no fue arbitrario, reiteran los eclesiásticos

José Antonio Román Ť El traslado del obispo Raúl Vera de la diócesis de San Cristóbal de las Casas a la de Saltillo no fue una determinación arbitraria ni tomada a la ligera por parte del papa Juan Pablo II, sino fruto de un "minucioso examen" de la situación que priva en esa diócesis chiapaneca y de diálogos continuos y plurales, afirman los obispos de Tuxtla Gutiérrez y Tapachula, Felipe Aguirre y Felipe Arizmendi.

En una declaración conjunta, ambos prelados descartan tajantemente que la decisión papal se haya tomado por presiones del gobierno mexicano y sostienen que las razones del cambio son puramente eclesiales. "Si el Papa actuara por presiones extraeclesiales, desde hace muchos años hubiera habido más cambios en San Cristóbal de las Casas".

Alaban la actitud de fe, amor a la Iglesia y obediencia que ha demostrado nuevamente el obispo Vera, al aceptar con "espíritu sobrenatural la voluntad de Dios manifestada en la decisión del papa Juan Pablo II". Y agregan: "Sin la fe, todo se reduciría a una serie de intrigas, políticas e intereses lejanos al evangelio. La fe nos ayuda a trascender criterios y deseos personales, para poner nuestras vidas en las manos del Señor".

La declaración, de apenas una cuartilla y media y que consta de cinco puntos, subraya que la "no sucesión" de monseñor Vera como obispo titular de la diócesis de San Cristóbal no significa una regresión en el amor preferencial a los pobres, ni un paso atrás en la atención pastoral de los indígenas, pues el compromiso de toda la Iglesia con los marginados no es optativo, sino esencial a pastores y pueblo fiel; aún más, es signo de autenticidad evangélica y de fidelidad a la misión de Jesucristo.

Aguirre Franco y Arizmendi Esquivel insisten en que para tomar la decisión de trasladar al obispo Raúl Vera, el papa Juan Pablo II "escuchó a todas las partes involucradas y a sus consejeros", y que, desde luego, también estuvieron presentes la oración y los diálogos continuos y plurales, tal como se hacía en la Iglesia del tiempo de los apóstoles.

De igual forma, mencionan que la Iglesia está integrada de un elemento humano y otro divino. Por tanto, no se puede juzgar a la Iglesia con criterios exclusivamente humanos, como si fuera una organización entre tantas otras, sino que se debe contemplar con ojos de fe.

"No es una democracia, en la que todo se decida por mayoría o por presiones, sino una comunidad de fe, esperanza y amor. La fe nos mueve a descubrir al Espíritu Santo en los acontecimientos eclesiales, aunque no siempre sean conformes con nuestros particulares puntos de vista. Aquí está la diferencia entre un verdadero católico y un observador crítico externo".

Finalmente, los dos obispos de las diócesis que, junto con la de San Cristóbal de las Casas, comparten geográficamente el territorio chiapaneco, exhortan a los sacerdotes, religiosos, religiosas, apóstoles seglares y fieles en general, a mantener la comunión eclesial y dar signos de madurez en la fe, así como a intensificar su oración por el Papa y por los obispos, en particular por Samuel Ruiz y Raúl Vera, así como por toda la diócesis de San Cristóbal, para que la Iglesia sea signo de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano.