ALEBRIJES Ť Patricia Vega
HIJOS
Paula tenía sólo 25 días de haber nacido en Villa María, provincia de Córdoba, cuando el 10 de enero de 1978 sus padres, Ester Felipe y Luis Mónaco, se sumaron a la lista de desaparecidos, secuestrados por integrantes de la red de represión instaurada por las juntas militares que sucesivamente gobernaron Argentina entre 1976 y 1983.
Sin rastro de ellos, tuvieron que pasar ocho angustiantes y largos años para que la familia ųmediante un testimonio de primera manoų supiera que Luis y Ester fueron fusilados en el campo de concentración La Perla, 10 días después de su secuestro.
Hoy Paula es una radiante muchacha de 22 años que forma parte HIJOS (Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio), una organización de derechos humanos integrada por jóvenes de diversas edades, hijos de desaparecidos, asesinados, exiliados (externos e internos) y presos políticos, y por jóvenes que comparten los objetivos de la organización: lograr una verdadera justicia. Si los asesinos gozan de la impunidad concedida por las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, estos jóvenes que no olvidan, no perdonan y no se reconcilian, exigen: cárcel a los genocidas, anulación de las leyes que propiciaron los indultos a los asesinos, juicio y castigo a los responsables de 30 mil desaparecidos, 8 mil presos políticos, 2 millones de exiliados y 500 niños nacidos en cautiverio que fueron robados a sus madres ųdesaparecidasų y que hoy viven con los asesinos ignorando su verdadera identidad.
Porque como a los nazis, ''a donde vayan los irán a buscar'', las 13 regionales de HIJOS (también hay en México, España, Suecia, Venezuela, Francia, Italia, Holanda, Suiza y Uruguay) tienen una comisión de escrache ųforma de denunciar y desenmascarar a asesinos y cómplices de la dictadura argentina que viven ocultando su pasadoų que funciona así: una vez que se establece la identidad del torturador y asesino, así como su ubicación actual, se imprimen y reparten anticipadamente entre los vecinos y habitantes del lugar volantes con nombre, dirección, teléfono y fotografía (cuando la hay) del escrachado, el cargo que ocupó y las actividades que realizó en la red de represión, con las siguientes leyendas: ''asesino suelto'', ''es su vecino, repúdielo''.
El día señalado para el escrache, los integrantes de HIJOS acuden a la casa del asesino con pancartas, altavoces, mojigangas, tambores y globos con pintura roja para desenmascararlo ante sus hijos y nietos y sociedad en general, con la decisión de que a partir de esta acción colectiva, los asesinos ya no puedan pasearse tranquilamente por parques y calles de Argentina. Mientras la justicia argentina continúe ''ciega, sorda y muda'' habrá, al menos, escrache.
La Comisión Escrache de la regional de HIJOS, a la que pertenece Paula, acaba de imprimir un Dossier de represores de la provincia de Córdoba (1976-1983) con los datos de 29 militares pertenecientes al tercer cuerpo del ejército, seis civiles colaboracionistas, nueve represores de la policía de Córdoba y un listado con una treintena de nombres a los que se seguirá buscando...
Libres ya de la resaca provocada por los artificiosos festejos del 2000, resulta más que estimulante comenzar el año compartiendo la adrenalina de esos jóvenes argentinos que, convencidos de que su lucha debe ser alegre y con fuerza, hacen suya la canción de su paisano Fito Páez: ''...Quién dijo que todo está perdido, yo vengo a ofrecer mi corazón... No será tan fácil, como pensaba...'', hasta rebasar la ennumeración de datos históricos para construir una memoria viva, crítica y fértil, que sirva para construir su futuro y el nuestro también.