Ť Novena corrida: otro cartel económico a precios de los de lujo


Interesantes faenas de Manolo Mejía, que no fueron aquilatadas

Ť Vergonzosa confirmación de Emilio Muñoz; San Román no avanza Ť Ayer, la peor entrada

Lumbrera Chico Ť Una vez consumada la última estupidez del año, del siglo y del milenio con celebraciones multitudinarias tan cursis como pretenciosas, de comprobar la mediocridad planetaria vía los lamentables criterios de alegres concesionarios de televisión, de oír a locutores alcoholizados recomendar valores que refuercen a la familia e inclusive atreverse a hablar de imagen e imaginación, Ƒcómo calificar una fiesta de toros que no obstante su nulo análisis, su absoluta extemporaneidad, su escasa difusión y sus torpes promotores, se niega a morir?

san-roman-toros-1-jpg ƑQuizá como el espectáculo más primitivo del siglo? No, porque otros tan civilizados como el futbol han provocado tragedias y batallas campales que ni Lorenzo o El Cordobés habrían imaginado.

ƑComo el más sanguinario? Tampoco, pues la televisión se ha encargado de convertir las guerras más atroces en espectáculos para familias, y las luchas más justas en ignominiosa indiferencia y motivo de broma.

ƑTal vez como el más cruel? Menos, ya que con sevicias como Fobaproas, Ipabes y otras ocurrencias bancario-políticas, el castigo que reciben las reses durante la lidia resulta poco menos que simbólico si se compara con las desmesuradas consecuencias que esas ocurrencias han tenido y tendrán para la población.

Probablemente la actual fiesta de toros no alcance más calificativo que el de la última y debilitada expresión de un culto táurico que en la historia de la humanidad data de hace 8 mil años, pero como el objeto de ese culto ha sido pervertido y utilizado para hacer malos negocios ųcobrar por simular que se juega con la muerteų, el público prefiere emocionarse con funciones deliberadamente mentirosas.

Ganaderos sin fuerza

Con el encierro de Rancho Seco lidiado ayer, suman ya tres ganaderías consecutivas que han sabido enviar a la Plaza México reses con edad y trapío, con los problemas y emociones que ello plantea a los toreros.

Lo anterior ha demostrado también que las figuras nacionales e importadas, atenidas a su renombre y a su estilo efectista o a su precocidad, imponen a la empresa de Herrerías los hierros y las reses supuestamente más propicias para el lucimiento, es decir, las que por su edad y bobería implican menos riesgos, ante la evidente indiferencia de las autoridades.

Asimismo, como la bravura en México hace décadas es factor en descenso, las actuaciones de esas impositivas figuras han sido un considerable fiasco, proporcional a su cartel, especulación y ventajismo, lo que se traduce en una creciente pérdida de interés para verlos en próximas comparecencias, de nuevo con novillos de (des)prestigiadas ganaderías.

Las memorables faenas de Manuel Caballero con los mansurrones de Ramón Aguirre, el revelador trasteo de El Zapata con el de Huichapan y, ayer, la entendida labor de Manolo Mejía con los de Rancho Seco, hablan de la enorme diferencia entre enfrentar el toro con y sin la edad reglamentaria, así como de la falta de buenas relaciones entre estos criadores y el voluntarioso pero dependiente empresario, más engarfiado que nunca pero sin obtener resultados.

Enésimo anticartel

El problema con la gente que aún detenta la licencia de funcionamiento de la Plaza México es que supone que el público es más idiota de lo que parece, por lo que no tiene empacho en ofrecerle, por el mismo precio, carteles con figuras de cierto renombre y carteles con toreros que han perdido o andan buscando nombre.

La paupérrima entrada ųla peor del serialų en la novena corrida de la temporada grande, demostró que el espectador no sabrá mucho pero se huele lo absurdo de los precios que lo obligan a pagar, lo mismo por ver a un sobreprotegido Juli que a un desconocido Emilio Muñoz.

Siete toros con el trapío que dan la edad y la buena crianza envió el ganadero de Rancho Seco, y si bien sólo uno de los alternantes ųMejíaų supo aprovecharlos debidamente, sirvieron para comprobar el respectivo nivel de autoestima y afición de los otros dos.

El sevillano Emilio Muñoz confirmó no sólo la alternativa, sino el grado de cinismo que ha alcanzado luego de 20 años de matador. Se enfrentó primero a Milenio, con 565 kilos, uno de los dos mejores del encierro, estupendamente picado por Efrén Acosta, quien recibió sonora ovación, y salvo dos medias y una revolera, no paró los pies ni templó ni se ajustó ante una embestida clara y con recorrido. "šArrímatele como a Madona!", fue de lo menos que le gritaron.

Con su segundo, Muñoz estuvo, si cabe, peor. Luego de bailar en el primer tercio, a manera de faena le recetó a Monaguillo, sardo (negro, colorado y blanco de pelaje) con 518 kilos, una docena de trapazos por la cara, como si tuviera delante un pregonao, y con mirada de perdonavidas al que no lo merece más que el público de Sevilla, se lo quitó de encima con un pinchazo y media. Las mentadas se oyeron hasta Triana. Pero no tiene la culpa el decadente sino el que lo hace figura.

Mejía, reconciliado

El diestro de Tacuba Manolo Mejía, quien en la segunda corrida de la temporada realizó una muy buena faena a un toro de San Marcos ųotra ganadería no apta para figuras ineptasų, ayer estuvo, una vez más, enterado y solvente con tres diferentes toros, dándole de paso un baño de pronóstico a sus compañeros.

Con su primero, Jubileo, con 530 kilos, que hizo una lidia aparatosa en los dos primeros tercios, Manolo, con base en quietud, colocación y mando, logró desengañarlo y meterlo en la muleta para cuajarle una limpia faena por ambos lados. Tras pinchar arriba dejó un estoconazo que, aunado a la insólita labor, merecía de sobra la oreja, que sólo una minoría solicitó. Por su parte, el despistado juez Salvador Ochoa, tan salidor en otras ocasiones, tampoco quiso orientar al escaso público y premiar aquel meritorio quehacer.

Con el soso Cartujo (566 kg), jugado en quinto lugar, Mejía consiguió otra faena técnicamente valiosa que concluyó con magnífico volapié, y con el que regaló, Lechuzo, también de Rancho Seco, veroniqueó con quietud, banderilleó con decoro y ejecutó tandas de naturales muy bien ligados. Si no lo pincha, corta la oreja que todos le negaron en su primero.

San Román, estancado

El queretano Oscar San Román, muy alto y con tendencia a las ventajas, sobre todo al banderillear juntando los palos y a toro pasado, no avanza, al menos desde la temporada anterior, en que dejó una buena impresión.

Mal en la corrida inaugural, esta vez salvo dos bellas verónicas a su primero, no aprovechó cabalmente la embestida del mismo al no cogerle la distancia sino en contadas ocasiones. En este toro, Siglo Nuevo (553 kg), el joven varilarguero Luis Miguel González, luego de señalar un buen puyazo, no se dejó desmontar sino que aguantó vara y consumó la suerte con gran torerismo.

Con el que cerró plaza, Trovador de nombre, Oscar tomó los palos sin que nadie se lo pidiera, volvió a estar eléctrico, brindó al ex regente Ramón Aguirre y se deslavó en una faena sin plan ni aguante. Afina San Román su convicción y sus procedimientos, o se va al montón.

Para la siguiente corrida, El Juli y los novillos de Pepe Garfias harán las delicias de chicos y grandes, mientras Jorge Gutiérrez y El Zotoluco harán su mejor esfuerzo.