Ť 1999, año conmemorativo del músico mexicano


Silvestre Revueltas, canto roto

Julio Estrada, especial para La Jornada Ť Silvestre Revueltas (1899-1940) se afanó en expresar lo controvertido de la identidad y el carácter profundos de lo mexicano, terreno más propenso a la manifestación de una libertad inventiva que a la elaboración de un arte en busca de lo refinado. En cuanto él mismo asume su afiliación esencial al universo popular, el objeto de su música se confunde plenamente con el sujeto. Esta parece contener un autorretrato involuntario, de forma que la búsqueda que el compositor emprende de una identidad musical parecería correr en paralelo a su propia asimilación del sentido que se desprende de su nombre: Silvestre (tosco, agreste, salvaje, rústico, bravío) Revueltas (alboroto, agitación, subversión, revolución, insumisión). Nombre tan emblemático para designar una producción como el que en ficción crea Juan Rulfo para Pedro Páramo.

foto Revueltas concibió su estilo como la manifestación de un abanico en el que congenian cinco elementos: la escritura de apariencia abstracta, una rítmica de carácter repetitivo ųel ostinatoų y materiales tradicionales de origen mestizo, criollo e indígena. Estos cinco elementos tienden a caracterizar la música de Revueltas, cuya forma adopta tantas veces el aspecto de un mosaico. El empalmar materiales opuestos como método parece convenir al estilo revueltiano, que se resiste a entender la noción de lo mexicano sólo dentro de algo tan estable como el pastiche indigenista o mestizo que va a dar al nacionalismo. Revueltas, ajeno a la corriente oficial, llega ųmás que a una ideaų a una percepción de lo mexicano como franco contraste entre lo colorido de sus elementos, donde lo pintoresco es fracturado por lo abstracto o ensamblado por el carácter pegadizo del ostinato, sus dos herramientas esenciales en el proceso.

Más que ningún otro de esos cinco elementos que integran, con formas diversas, la música de Revueltas, el ostinato es parte de vivencias dolorosas que el compositor parece representar en sus composiciones. El ambiente pertinaz que crean breves patrones minimalistas es tan opresor como una obsesión cuya envoltura subyuga al sujeto que la vive. La compulsión y la violencia interiores que vive Revueltas se exteriorizan ahí para dar no sólo perfil y rostro al autorretrato, sino para desvelar los tormentos de su psique. Esta, acosada, es la que da coherencia a todas las demás voces, es ella misma el fuego, es ella misma desolación y, como en toda tragedia, es ella también el humor que rompe en estallidos luminosos.

En su música, Revueltas intenta crear la sensación de un mundo múltiple, como el mexicano, por medio de un mosaico que ensambla pequeños segmentos no necesariamente emparentados en su estructura, pero pertenecientes todos al mismo universo, rico y caótico por la pluralidad de culturas y de tiempos históricos. Su búsqueda no aspira sólo a hacer escuchar la llaneza del contraste entre los segmentos, sino también la tosquedad del remiendo. Este no debe quedar oculto sino denotarse con toda claridad musical. En el mosaico de Revueltas lo temático es obra del alfarero que no aspira a crear materiales absolutos: no compone melodías transcendentes sino que se sirve del tono anecdótico del paisaje sonoro ųdiría Murray Schaefferų popular. La noción de mosaico revueltiano es aquí disonante respecto de toda idea de decoración, desde una óptica más vivaz. La estructura hecha de segmentos contiene en sí misma un mensaje que deja ver el trasfondo del asunto: corte y ensamble conducen de nuevo a su origen, cortar y pegar o, si se quiere también, despegar y romper. Ese carácter remite a la noción de música en Revueltas como un acto de renovación incesante sin aspiraciones de transcendencia, algo que reaparece como intención en títulos como Música de feria, 8 x radio, Caminos, Itinerarios, Esquinas, Ventanas Planos o, más precisamente, Alcancías, ese barro que se crea para destruirse en cuanto se llena para desvelar lo atesorado.

En el centenario del nacimiento de Silvestre Revueltas se impone un acercamiento mayor a su universo íntimo, menos objeto de análisis que otros aspectos de su producción al haber sido más atractivos por sus numerosos vínculos con la historia cultural, social o política del México de la primera mitad del siglo XX. Paradójicamente, el interés por el macrocosmos, más que por el microcosmos revueltiano, proviene quizá de un factor igualmente íntimo en la percepción de la sociedad: Silvestre es uno de sus más altos valores al tiempo que uno de sus grandes vencidos. Si Revueltas deja un rico legado musical, éste está acompañado de una desventura que, desde la opinión predominante por décadas en contra del valor de su obra hasta los abandonos que ésta sufre, la hacen pertenecer a esa red de agujeros que amarga a la herencia mexicana.

El mexicano se reconoce mitológicamente en glorias y en derrotas de Revueltas al registrar en él talentos y heridas que han dado esencia a una afinidad colectiva. Silvestre es, junto con sus hermanos Fermín y José, parte del panteón de los grandes trágicos del México moderno. Ello lo enlaza estrechamente a un pasado ancestral en el que los héroes participan de una dualidad, aura-cruz, que la interpretación histórica popular quiere entender como destino o, incluso, penitencia.

Parecería así que ciertos ídolos mexicanos son impulsados hacia las alturas a la vez que atraídos hacia corrientes que quiebran su vuelo, como lo sugiere míticamente la dualidad de los nombres de Quetzalcóatl o de Cuauthémoc. Las hazañas del héroe germinan una semilla disidente, en parte el otro por la envidia que en algunos provoca la fama o el genio y, en parte también, la inmolación que acompaña al acto creador. Un atavismo insondable conduce a pensarse mexicano como algo luminoso que comparte inevitablemente la irracionalidad del presagio. El admitir esa dualidad, no como parte de la lógica pero sí de huellas recurrentes, conduce a suponer que el descalabro y la esperanza son una misma substancia con la que se transciende trágicamente en el mundo mexicano. Fusión y escisión, cántaro de barro roto ųbarro de alcancíaų son en Revueltas canto roto, eco que se parte en la esquina donde se coloca su dualidad profunda, hecha de ''ruido o silencio''.