Ť Miles de feligreses asistieron a la Catedral
Inaugura Norberto Rivera las celebraciones del Gran Jubileo
Ť El año santo se inspira en la justicia social, dice el prelado
Con la "apertura de la Puerta Jubilar" en la Catedral Metropolitana, posterior a una peregrinación de siete cuadras que duró una hora, el arzobispo primado de México, Norberto Rivera Carrera, inauguró ayer a mediodía la celebración del Jubileo del Año 2000 en nuestro país, con la que la Iglesia católica conmemora los veinte siglos del nacimiento de Jesucristo, el bimilenario de la fe cristiana y al mismo tiempo se prepara para la llegada del nuevo milenio.
"La apertura del año santo nos lanza necesariamente a proclamar nuevamente el Evangelio", señaló Rivera Carrera ante los cientos de fieles --más de 10 mil, según fuentes del arzobispado-- que acudieron a su homilía y a quienes convocó "a recibir el alegre mensaje y a convertirnos al Señor". Advirtió que de no hacerlo no será un año de gracia, ni de misericordia, santo o jubilar: "simplemente será un pasar una hoja más en el calendario".
El 2000 será además un año de arrepentimiento, búsqueda del perdón y extensión de gracias ya que, según explicó el prelado, la institución del año jubilar se inspira en los principios de justicia social y debe su origen a la celebración que cada cincuenta años realizaba el pueblo de Israel: "era una especie de año sabático, las tierras debían reposar, los esclavos eran liberados y los deudores que no podían pagar recibían la condonación de su deuda".
En medio de cánticos, porras, imágenes y mantas religiosas, banderines y globos amarillos y blancos --colores del Vaticano-- decenas de feligreses, en su mayoría mujeres y ancianos, se dieron cita desde antes de las 10 de la mañana en la parroquia de San Miguel Arcángel, ubicada en las calles de Pino Suárez e Izazaga, para partir en procesión hacia la Catedral Metropolitana sobre la avenida 20 de Noviembre.
Procesión en el Centro Histórico
A cada flanco de la procesión que encabezó el cardenal Rivera junto con los obispos auxiliares Marcelino Hernández Rodríguez y José de Jesús Martínez Zepeda, se formó una valla humana que no alcanzó a cubrir todo el recorrido porque quedó descubierto el trecho que va desde República de Uruguay hasta el centro de la Plaza de la Constitución.
Los fieles optaron entonces por hacer una valla movible que se desplazó al paso de los prelados y que, para alcanzar la puerta central de Catedral, tuvo que zigzaguear al entrar al Zócalo, puesto que la procesión no pudo seguir de frente debido a las estructuras metálicas ahí instaladas para las celebraciones de fin de año.
Apertura de la Puerta Santa con la llegada del nuevo milenio
Seguido de obispos auxiliares, vicarios episcopales, sacerdotes de las diferentes parroquias, comunidades, movimientos y asociaciones de la arquidiócesis de México, y por último de feligreses en general, Norberto Rivera llegó minutos antes del mediodía al atrio de la Catedral, en cuya reja pendía un adorno floral con la leyenda "Puerta Jubilar del Tercer Milenio", y por tercera ocasión en el último cuatrienio, el acceso principal de ese recinto fue abierto a su paso bajo el repiqueteo de las campanas del templo.
Y es que, de acuerdo con la tradición católica, esta ceremonia de la apertura de la puerta santa sólo ocurre con la llegada de un nuevo milenio o el nombramiento de un nuevo arzobispo y cardenal, y Rivera Carrera ha encabezado este acontecimiento por los tres motivos: en 1995, cuando fue nombrado arzobispo; luego en 1997 al ser ungido cardenal y la tercera ocasión ocurrió ayer con la inauguración del jubileo.
Detrás de él, los fieles llenaron la catedral y varios de ellos optaron por hacer fila frente a los confesionarios a fin de "beneficiarse copiosamente del don de la indulgencia" y que podrán obtener durante todo el jubileo bajo ciertas condiciones como el hacer obras de piedad, de penitencia y misericordia, como quedó establecido en el decreto girado al respecto por el arzobispado de México.
El prelado manifestó que la procesión realizada ayer recuerda a los católicos "el camino que cada creyente debe hacer siguiendo las huellas de su redentor y el que siguieron los pastores de Belén para ir a ver al recién nacido". El objetivo del camino procesional, agregó, fue la puerta principal de la Catedral por ser "centro de toda la Iglesia diocesana" y símbolo de que el año jubilar tiene como objetivo el encuentro con Jesucristo.
"Nuestra Iglesia particular de la arquidiócesis de México ha sido enviada a caminar hacia el futuro sostenida por una nueva esperanza y Jesús es la puerta que nos introduce al nuevo milenio", concluyó. (Susana González G.)