Ť Conversación de Samuel Ruiz con Oscar Oliva
Resurrección de la conciencia /IV y última
El 7 de junio de 1998, en la Catedral de San Cristóbal de las Casas, dijimos una homilía en la que se planteó la disolución de la Conai. Fue la comunicación tardía de una decisión que ya había venido teniendo cauce bastante tiempo atrás, por el deterioro posterior al empantanamiento del diálogo, al no cumplimiento de las condiciones reconocidas de inmediato por parte del gobierno como necesarias, como atendibles para continuar el diálogo. No fueron condiciones que puso el EZLN, sino la otra parte, cuando encarceló a la gente o cuando se indujo la violencia en la zona norte, desarrollada por movimientos paramilitares. No fueron condiciones que puso el EZLN, sino que mencionó como necesarias para la continuación del diálogo.
Veníamos viendo la consecuencia de todo eso y lo grave que era el no cumplimiento de los acuerdos de San Andrés ųsi bien con admiración acabo de ver en la prensa que se dice que ya están cumpliendo, usando un malabarismo verbal extraordinarioų. Sabíamos que en ese proceso habría ya un cambio fundamental en los actores: en la relación que el EZLN iba teniendo con otros actores a nivel del país, habiendo salido de un aislamiento en que vivía al principio de una maduración en la sociedad civil mexicana y de un conjunto de cosas que ponían un contexto diferente, mientras por otro lado se iba haciendo más clara la no voluntad de continuación dentro del modelo de diálogo que se había establecido en San Andrés.
Ponía yo la comparación a los campesinos de cuál era la razón de la desaparición de la Conai. Les decía: "Si un autobús pasaba por una carretera y después ya no pasa y cierran esa carretera, no podemos esperar a que vuelva a pasar ese autobús. Tenemos que ir adonde está el tránsito y ahí se vuelva a establecer el caminar". Por tanto, si la Conai funcionaba dentro de un contexto que luego desaparece, es absolutamente indebido el continuar permaneciendo en algo que uno de los actores señala que por ahí no se va a transitar; se genera una nueva situación.
A ese contexto se agrega la utilización de la Conai por la parte oficial para justificar el no avance hacia el diálogo; para una agresión que era parte de la estrategia de desautorizar el silencio del EZLN después de haber hablado de las condiciones necesarias antes de que se sumiera en ese silencio, habiendo quedado claro el no cumplimiento de los acuerdos y la falta de voluntad oficial. La Conai registró todas esas situaciones y se comunicó inclusive con una de las partes, la más afectada posiblemente, la decisión nuestra que veíamos con cierta claridad.
Interpelación a la sociedad civil
Se necesitaba generar un modo diferente de relación, con unas modificaciones en la concepción misma del diálogo y la negociación. Lo que hizo que se postergara o pospusiera esa decisión fueron algunos acontecimientos que mantuvieron vigente, por un momento determinado, la posición de la Conai: 1) la agresión en la zona norte a los dos obispos, al coadjutor y a mí, en una visita pastoral. Agresión anunciada y cumplida aunque no quizá en toda la intensidad con que se había pensado; 2) la agresión a mi hermana, que tuvo relación con ese acontecimiento; 3) la difusión del programa televisivo de Ricardo Rocha sobre los desplazados de Chiapas, que revaluó a nivel del país lo que significaba la violencia y las consecuencias de ella en las comunidades; 4) la visita del nuncio apostólico a la zona. Todo eso le dio a la Conai vigencia por meses, no sólo por días.
El asunto Chiapas estuvo constantemente en los medios de comunicación. Eso nos hizo ver que sería indebido retirarnos en ese momento, mientras que la prolongación de esas cosas hacía que pudiéramos tener todavía algún trabajo en la restauración del diálogo. Se hizo todo lo que estaba a nuestro alcance, actuando no sólo en lo que era ordinariamente el trabajo del diálogo, sino en todo aquello que está en torno a él, en contactos con comunicaciones con la sociedad civil, con otras instancias y el mantener más o menos viva la exigencia de un diálogo.
Cuando dimos ese paso, el de la disolución de la Conai, era, primero, porque se necesitaba y porque además ayudaba a la percepción más clara, sin la manipulación de los medios, de la situación concreta que se estaba viviendo. Así, que vimos eso positivo.
Segundo, una interpelación a la sociedad civil, actor principal para la transformación, ya que el primero de enero los zapatistas intuyeron necesariamente el diálogo de la sociedad civil y su participación en la construcción de la sociedad, con la misma afirmación de que ellos no querían pasar por la violencia, sino llamar a una participación a la sociedad civil. Ellos no quieren tomar el poder, sino que la sociedad civil active el cambio a un gobierno transitorio, para llegar después a otro de mayor intensidad democrática. Así que la sociedad civil goza de una situación privilegiada, y ella misma fue interpelada con ese desmantelamiento de la Conai, para decir: ahora recae más fuertemente sobre la sociedad civil el encaminamiento hacia el diálogo y la exigencia de su participación.
Creo que incidió, finalmente, la disolución de la Conai, en un desenmascaramiento de una política que disfrazaba lo que se llamaba estado de derecho con agresiones criminales como las mencionadas anteriormente. Eso queda mucho más claro a nivel nacional e internacional. Creemos que fue positivo y ayudó a que se clarificara, para que en el exterior se tuviera mayor cuenta de la gravedad de la situación y que estemos, no obstante el impasse, mirando más claramente la situación del presente.
Una parte fundamental para que se abra la posibilidad del diálogo y la negociación es la verdadera voluntad de que sea por un camino de diálogo y no por el de las presiones políticas o aun económicas, sino por una decisión realmente clara. Lo fundamental es tener voluntad de cumplir lo acordado y no una voluntad condicionada a las presiones de pagar el menor precio, para poder llevar a cabo una transformación donde al fin y al cabo no cambie nada. Sin esa condición es inútil todo lo que se haga.
Se necesitaría encontrar los caminos para que aquellos actores que tienen reticencias para entrar en un diálogo verdadero se muevan, sea con presiones de tipo ético o de tipo económico, que no vayan más allá de lo que es el legítimo derecho de los pueblos, pero que influyan eficazmente. Estamos viendo que han surgido ahora ciertas presiones que ayudan a que el asunto se sienta apremiante. Presiones de sociedad civil, presiones de organismos de derechos humanos que demandan el respeto a la vida con repercusiones internacionales.
Si en forma impune en un país se deteriora el respeto a los derechos humanos, al grado que haya, como lo manifestaron estadísticas de Amnistía Internacional, un crecimiento de 600 por ciento en la violación de esos derechos en un año en México, y no existe ninguna acción o presión que pueda coadyuvar a que esa situación mejore en beneficio del propio país, no habrá posibilidades de avance. Es, pues, indispensable reconocer la conveniencia y la necesidad de presiones internacionales adecuadas que ayuden a que determinados pueblos salgan de los baches donde han caído.
Se ha visto que en los momentos en que la bolsa ha tenido un descenso, hay ciertas disponibilidades que en otro momento histórico no se tenían. La acción de los países, que en los convenios de tipo económico agregan una cláusula humanitaria de vigilancia y respeto sobre los derechos humanos, ayuda a que se vaya reencauzando hacia el camino de la paz un nuevo diálogo o la continuación de éste.
Con reflexiones no podemos cambiar lo que sucede. Lo que reflexionamos no equivale a la situación que vemos. Signos de esperanza surgen por la presencia internacional. Hay observadores que vienen con una clara voluntad de participación en un proceso que se da en este país, porque de ahí pueden surgir pistas para un modelo de transformación de todo el sistema internacional. Generalmente, no hay en la gente más consciente dudas de que el proceso de Chiapas es algo que se inserta en un proceso mucho más amplio dentro del país.
La presencia internacional revela también la conciencia de una corresponsabilidad histórica en un proceso que forma parte de lo que debe suceder en el mundo entero. Las consecuencias de un sistema neoliberal económico aparecen muy fuertemente y generan una emergencia de resistencia popular que ayuda a un aglutinamiento latinoamericano e internacional. Por ejemplo, el grito de "no pago" a la deuda externa es algo que aglutina el rechazo a un sistema cuyas consecuencias de muerte, hambre, aplastamiento y reajuste para el pago de la deuda en lo que se refiere a servicios, están a la vista.
Las medidas correctivas en relación con la deuda traen como consecuencia situaciones de muerte para las comunidades. Entonces se ha desarrollado en todo el continente, y más allá del mismo, el clamor de que esa deuda externa es injusta, y por lo mismo no tiene que ser pagada. Se ha pagado con creces y con situaciones de muerte para las comunidades. Esa toma de conciencia genera expectativas de cambio, no sólo de la situación local, sino también internacional.
Otro de los puntos claros es la insurgencia en todo el continente de un nuevo actor que es el indígena, que ha estado allí desde hace años, que ha sido aplastado, que a pesar de sus deterioros emerge no sólo con esperanzas de un cambio, sino con los aportes de sus valores para que haya un cambio verdadero a favor de toda la humanidad. Ese es un marco amplio de esperanza en el que se delinean caminos hacia una nueva situación que se viviría en el tercer milenio. Sin embargo, eso no es automático, no por existir signos de esa naturaleza se van a dar como consecuencia: se necesita la activa responsabilidad de los actores, para que pueda darse un paso hacia delante.
Corresponsabilidad de subsistencia
Como última reflexión dentro de esta conversación, quiero decir que no se parte de cero ni mucho menos estamos encaminados en una dirección precisa, sino que hay un proceso de transformación muy presente en el Tercer Mundo en el que los indígenas ayudan a que se destape la existencia de otros actores que convergen, porque igualmente están sometidos culturalmente: las mujeres, los negros y los asiáticos; actores nuevos que se conjugan con el indio que emerge para denunciar la opresión cultural de un sistema, y cuyas contradicciones empiezan a aparecer y a ser preocupación para el propio sistema.
Es sabedor el mundo de que se tratan de poner medidas contra la pobreza, porque se está llegando a la contradicción en el propio sistema económico neoliberal: se aumenta la producción necesaria para la sobrevivencia del sistema, disminuye a veces el número de trabajadores en las empresas por la automatización, pero también disminuye la capacidad de compra de las multitudes; cuando muchas son excluidas de las fuentes de trabajo, surgen caminos de subsistencia entre distintas comunidades con mecanismos de sobrevivencia que la gente tiene. Por ejemplo, intercambian sus productos, generando cooperativas y mercancías de una economía informal de subsistencia, pero que al mismo tiempo hace que se genere la expectativa de un nuevo actor más solidario y consciente.
No estamos en sueños de cosas que vayan a darse mañana, sino en realidades que quizá tengan repercusión a largo plazo, pero que están allí, de manera que nos indican que el horizonte no está cerrado. Mecanismos del FMI tienden a incidir para eliminar esa contradicción de la carencia de mercado por la disminución de fuentes de trabajo, mientras aumenta la producción; pero al mismo tiempo, se conjugan Primer y Tercer mundos en una corresponsabilidad de subsistencia, porque la creciente de la producción industrial trae como consecuencia, inevitable si no se toman medidas adecuadas, el destrozo, el consumo de los medios o recursos naturales no renovables.
Si Primer y Tercer mundos no actúan en conjunto para atacar esa situación, no habrá futuro para toda la humanidad. Distanciados antes en forma antagónica, o después acercados en forma de dependencia ("yo te ayudo para que tú puedas subsistir y yo seguirte explotando en el mercado internacional"), llega la hora de una relación de mayor paridad, de convergencia para un futuro mejor. Eso es lo que se delinea un tanto hacia el tercer milenio, con el movimiento indígena continental a la cabeza: un movimiento que tiene suficiente esperanza para el mundo.
(Este texto es la transcripción de la conversación de don Samuel Ruiz García con Oscar Oliva, la cual tuvo lugar el 4 de agosto de 1998, en la ciudad de México)
Ť Permanecerán en ayuno y oración hasta el día 25
Acto de obispos de San Cristóbal por la reconciliación en Chiapas
Juan Balboa, corresponsal, San Cristóbal de las Casas, Chis., 19 de diciembre Ť El obispo Samuel Ruiz García y su coadjutor Raúl Vera López comenzaron hoy, en sus respectivos hogares, un ayuno y una oración por la reconciliación y la construcción de la paz en Chiapas.
Los prelados realizan ese acto junto con centenares de religiosos, en el contexto del Jubileo del 2000, y teniendo en cuenta la situación "particularmente grave" que se vive en la entidad, dijo Ruiz García.
Insistió en su preocupación por las violaciones a los derechos humanos, la militarización de las poblaciones y las amenazas de grupos paramilitares a comunidades indígenas de la zona en conflicto.
"En este tiempo de adviento, en que nos preparamos para la venida de Jesús, les saludamos. Nuevamente queremos hacer oír nuestra voz y enviarles nuestra palabra, teniendo en cuenta las situaciones particularmente graves que se están dando en esta porción del pueblo de Dios", señaló.
Dijo que con la oración y el ayuno busca la reconciliación de los pueblos, la paz en el estado y se unen al recuerdo de los 45 masacrados en Acteal, el 22 de diciembre de 1997.
Indicó que él y Vera López, junto con los religiosos que participen en el ayuno, deberán permanecer hasta el 25 de diciembre en "actitud orante", según la modalidad y el estilo de su tradición religiosa.
En una carta dirigida a los católicos, Ruiz García manifestó: "En fidelidad a Dios y al pueblo que se nos ha encomendado, nos sentimos responsables del proceso de paz, que es construcción del reino de Dios, tarea de toda la Iglesia católica". Finalmente, indicó: "Agradecemos su solidaridad, que fortalece el corazón y alienta la esperanza".
Ť El Papa nombrará "a quien se le dé la gana"
Niega Cepeda división en la Iglesia por el caso Samuel Ruiz
Javier Salinas Cesáreo, corresponsal, Ecatepec, Méx., 19 de diciembre Ť El obispo de este municipio mexiquense y vocero de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), Onésimo Cepeda Silva, señaló que la espera del nombramiento del sucesor de Samuel Ruiz García en la diócesis de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, no ha causado divisiones entre los prelados de la Iglesia católica, porque el único que decide la sucesión es Juan Pablo II.
Entrevistado luego de ofrecer su homilía dominical, apuntó que los obispos no tienen candidato para la sucesión ni se manifiestan por uno u otro religiosos.
"Aquí no es como el PRI o algún otro partido; no nos pronunciamos, el candidato lo tiene y lo nombra el Papa, es una diferencia entre una democracia y una jerarquía en la que no hay democracia: el Papa nombra a quien se le dé la gana y nosotros obedecemos, somos soldados", reiteró el prelado.
Agregó que el citado nombramiento es "clave" para que en Chiapas se pueda llegar a una solución del conflicto. "Yo creo que el Papa va a designar a alguien que va a hacer la paz, no a alguien que vaya a hacer la guerra".
Onésimo Cepeda insistió en que la designación del sucesor de Samuel Ruiz no dividió a los obispos de la Iglesia católica, porque todos los prelados, "aparte de no conocer cómo será la sucesión, son conscientes de que el único que nombra a los obispos es el Papa".
Manifestó que ha faltado voluntad política del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) para platicar, con el fin de que se logre una pacificación en Chiapas, "por lo cual es necesario que el grupo armado ponga de su parte".