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México, D.F. viernes 17 de diciembre de 1999
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ALBORES: IRRESPONSABILIDAD CRIMINAL

SOL El gobernador interino de Chiapas, Roberto Albores Guillén, ha vuelto a emplear artimañas como las cartas y declaraciones falsas, supuestamente firmadas por delatores o desertores del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, para manipular a la opinión pública y justificar acciones en contra de ese grupo armado y de sus simpatizantes. Así lo hizo en abril pasado, cuando publicitó el desarme de presuntos zapatistas, quienes habrían firmado cartas de capitulación, hecho que pronto se evidenció como una farsa montada por el propio gobierno estatal.

Esta semana, a escasos días del segundo aniversario de la matanza de Acteal, Albores decidió declarar en estado de alerta al Ejército Mexicano destacamentado en la zona de conflicto, a la Policía Judicial estatal y federal, y anunciar la intensificación de patrullajes de vigilancia para prevenir una posible ofensiva de los rebeldes. Estas acciones estarían sustentadas, según las declaraciones del procurador de Justicia, Eduardo Montoya Liévano, en una carta firmada por vecinos de poblaciones simpatizantes con los zapatistas, en la que denunciarían que grupos radicales del EZLN preparan ''acciones violentas'' en contra de los campesinos que han recibido ayuda del gobierno.

De nueva cuenta se ha evidenciado que estos supuestos no tienen sustento en la realidad. Tanto las secretarías de Gobernación y de la Defensa Nacional, como la Comisión de Concordia y Pacificación, han asegurado que no existe indicio alguno sobre la preparación por parte del grupo rebelde de una ofensiva militar. El titular de la Segob, Diódoro Carrasco sostiene, incluso, que el gobierno federal no mantiene ninguna alerta en Chiapas. Por lo tanto, se confirma que la alarma declarada por el gobernador interino es una más del catálogo de excesos y provocaciones que han marcado su gestión. Actitud irresponsable que lejos de contribuir a la distensión en esa convulsionada entidad del sureste, abre las puertas a nuevos abusos en contra de las comunidades indígenas, particularmente en perjuicio de las que simpatizan con el Ejército Zapatista.

Albores Guillén retoma esta postura beligerante apenas una semana después de recibir el respaldo del gobierno federal durante la reciente visita del presidente Ernesto Zedillo a Chiapas. Ahora quedan atrás los halagos presidenciales a su gestión y se hace palpable la existencia de una contradicción entre un discurso oficial en el que se favorece una solución pacífica del conflicto armado -que el próximo primero de enero cumplirá seis años- y una voluntad del gobierno estatal diametralmente opuesta al diálogo y la negociación.

Dadas las condiciones de por sí tensas que privan en esa entidad, a las que contribuyen las acciones intimidatorias de bandas paramilitares y del Ejército, y del nerviosismo que impera ante la proximidad del aniversario de la matanza de Acteal -crimen de lesa humanidad aún no esclarecido-, cabe preguntarse a qué obedece la actitud temeraria e irresponsable de Albores, así como sobre la intención que subyace a esta nueva provocación.

Es de esperar que tras las oportunas aclaraciones difundidas por Gobernación y la Sedena, el gobierno federal llame la atención del mandatario estatal y actúe con la misma prontitud con la que desmintió los peligrosos rumores de una ofensiva zapatista para desmantelar ésta última farsa.


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