Orlando Delgado Selley
¿Bisagras o esquiroles?

Luego de varios días en los que parecía que, por fin, era posible alcanzar acuerdos trascendentes en materia presupuestal, entre las dos fuerzas opositoras de mayor relevancia, que permitieran derrotar la propuesta del ejecutivo, los diputados del PT lo sabotearon. El PRI, el PT y el Verde Ecologista votaron la Ley de Coordinación Fiscal, rechazando la propuesta del acuerdo opositor que otorgaba recursos al fondo de fortalecimiento estatal por 9 mil 600 millones de pesos.

La relevancia del acuerdo opositor, así como de la llamada ''nueva alianza social'', ameritan ir más allá de la simple constatación de que los petistas ``se vendieron por un plato de lentejas'' y los verdes ``por un de frijoles''; a nadie escapa que ganar la batalla presupuestal es fundamental en el proceso de construcción de alternativas al proyecto neoliberal.

La respuesta de Gurría, el domingo anterior, calificando de irresponsable la propuesta opositora, junto con la típica amenaza de que ``podría crear una crisis económica antes de las elecciones del 2000'', ilustra claramente el miedo de los tecnócratas a que el país entero sepa que existe capacidad en las oposiciones para construir un presupuesto y una ley de ingresos congruente, manejable y con una mejor distribución que la propuesta por ellos; precisamente por esto, tocó los tambores de guerra al calificar el acuerdo PAN-PRD como una ``alianza para la crisis''.

El ruido de estos tambores, además, se escuchó con claridad en San Lázaro, ya que el Ejecutivo y el PRI, a cañonazos obregonistas, construyeron un acuerdo parlamentario estratégico, en el que demostró que: no importa lo trascendente de iniciativas parlamentarias que cuestionan el planteo oficial, tampoco importa que se participe en alianzas electorales por México o por el cambio, lo importante es luchar con la posibilidad de sumar votos con el oficialismo.

El cinismo petista, bien conocido por cierto, llega al extremo de señalar que ``ha sido un gran desafío poder jugar este papel de gozne, que es el papel estratégico que hoy los partidos pequeños estamos jugando''. Es evidente que no acercaron en lo más mínimo las posiciones, por el contrario junto con el PRI establecieron el piso de la negociación, el que rápidamente empezó a modificarse buscando concensos.

En este marco, el techo de endeudamiento del Distrito Federal era, por supuesto, uno de los elementos a utilizar, comprobando de nuevo que para el partido oficial y sus ``perros de oreja'', los requerimientos de inversión para la gente carecen de importancia. Lo que les importa es ganar, por eso aceptaron que el Distrito Federal pudiera tener un endeudamiento neto de 6 mil millones, contradiciendo escandalosamente su propia campaña contra el gobierno y los habitantes de la ciudad de México.

La incongruencia de los dirigentes del PT, Anaya y Narro, al presentar su ``propuesta'' y el descaro al afirmar que no son ``paraestatal'' perredista, evidencia que carecen de los principios elementales de una formación política seria y verdaderamente comprometida con el cambio del régimen de partido de estado. Se dirá que eso ya se conocía y que lo que sorprende es la molestia de la dirección del PRD, se dirá que, además, todos sobemos que son el partido de Raúl Salinas, así que no cabe esperar congruencia de ellos. Cierto, pero en estos momentos, reconocer que no son bisagras, sino simplemente esquiroles no sobra.