Luis González Souza
UNAM, Ƒqué sigue?
La embestida neoliberal es fuerte mas no imparable, ni mucho menos eterna. Los mercaderes globales acaban de ser frenados con la insurrección ciudadana que estropeó la milenaria reunión de la OMC en Seattle. Si bien a otro nivel, también en México están siendo frenados los mercaderes de la educación y los "zopiloteros" de la UNAM en particular.
Muy a su pesar, el diálogo vuelve a perfilarse como la vía para superar la crisis de la principal universidad del país. Una crisis que refleja la bancarrota lo mismo del sistema educativo que del proyecto nacional de México. Y una crisis que por fin afloró, posibilitando así su solución, gracias a la huelga estudiantil iniciada en abril de este año.
La reanudación de las pláticas entre el Consejo General de Huelga (CGH) y las autoridades en el Palacio de Minería, es en sí un triunfo de los verdaderos universitarios. No sólo porque vuelve a frenar proyectos represivos, que son el santo y seña de lo antiuniversitario. También, porque obliga al repliegue de quienes, encabezados por el ex rector Barnés, habían apostado a la prolongación de la huelga. Primero, para propiciar el descrédito y la descomposición del movimiento estudiantil. Y, segundo, para reimpulsar las medidas que venían desfigurando a la UNAM de múltiples maneras: desde la burocratización mercantilista, clientelar y ya tiránica de los funcionarios, hasta la peor de las privatizaciones, que es la privatización de un pensamiento académico cada vez más domesticado por una lucha ultraindividualista, canibalesca, en pos de sobresueldos y pilones. Sin embargo, el diálogo no es suficiente, comenzando porque hay de diálogos a diálogos. Nuestros estudiantes no eran tan desconfiados, pero así los hicieron palos como la burla de los Acuerdos de San Andrés, o la simulación grotesca de los diálogos barnesianos. A nuestro entender, una vez restablecido el diálogo entre el CGH y la comisión del nuevo rector, el siguiente paso se resume en hacerlo un diálogo universitario. No más, pero tampoco menos.
ƑY qué es un diálogo universitario? Muchas cosas, pero sin duda es un diálogo inteligente, incapaz de entramparse en asuntos como el horario de las reuniones, ni en necedades como la de no firmar el acuerdo --propuesto por el CGH-- de asumir el diálogo como la única vía para solucionar el conflicto en la UNAM (hasta el presidente Zedillo se ha opuesto expresamente a una salida represiva, lo que de todos modos no es mucha garantía).
Pero lo más importante es que sea un diálogo honesto. Y aquí lo primero a reconocer es que la huelga estudiantil fue algo inevitable o inclusive necesario para poner un alto a la desfiguración de la UNAM. Enseguida habría que reconocer los límites de toda huelga, máxime que las transformaciones requeridas para la revigorización de la universidad, exigen de muchas luchas por parte de muchos universitarios cada vez más comprometidos y organizados.
Si ello es así, también habría que reconocer la sensatez y legitimidad de las demandas del CGH. Con toda honestidad, los seis puntos de su pliego petitorio podrían extenderse a veinte o a cincuenta, si de revigorizar a la UNAM en verdad se trata. En todo caso, para eso se propone un nuevo congreso. Sólo que, a diferencia de 1999, ahora sí tendrá que ser un ejercicio pleno de inteligencia, de democracia y de honestidad universitarias. ƑO de qué otra manera tal congreso podría tener sentido y podría arrojar los cambios que tanto urgen a la UNAM?
Ya hay un nuevo rector. Y hasta donde lo hemos escuchado, él sí valora a la UNAM y, además, dice no temerle a la idea de una universidad democrática. El siguiente paso parece claro y nada pretensioso: un diálogo simplemente inteligente y, sobre todo, honesto.
Brutal, mas no imparable, es la embestida mercantilista y desnacionalizadora fuera de la UNAM. Seguirle haciendo eco dentro de ésta, sería fatal. Apenas hay tiempo y espacio para los verdaderos universitarios. Dialoguemos, pues. *